Cuando falta menos de una semana para las elecciones en EEUU, el candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, sigue liderando cómodamente las principales encuestas norteamericanas.
El último sondeo de NBC, por ejemplo, deja al ex vicepresidente de Barack Obama con un 51,7% de las preferencias, por sobre el actual Mandatario, Donald Trump, quien obtiene solamente un 43,9%.
El escenario es prácticamente el mismo en los swing states o estados bisagras, donde Biden aparece como primera opción para ocupar el Despacho Oval, lo que pone en jaque las intenciones del magnate estadounidense de concretar su reelección.
Sin embargo, no todo está dicho. En 2016 las encuestas también daban por perdedor a Trump, quien terminó alzándose en numerosos estados y logró arrebatarle la presidencia a los demócratas.
“Hemos tenido muchas encuestas falsas, tal como tenemos noticias falsas. Es una cosa terrible cuando las miras, pero era lo mismo hace cuatro años atrás. Yo estaba perdiendo en todos lados… habían números que decían que no iba a ganar ningún estado (bisagra) y terminé ganando cada uno de ellos”, fustigó Trump a mediados de este año, cuando comenzaron a conocerse las mediciones de este nuevo proceso, que -tal como se dijo- relegan nuevamente a Trump a una derrota.
Pero… ¿por qué las encuestas no previeron la victoria del empresario?
Todo podría deberse a dos factores. Primero, porque las mediciones subvaloraron un factor demográfico clave para las intenciones de Trump. Y segundo, debido al rol que jugaron los electores que se decidieron a última hora a ir a las urnas.
Al menos así lo explica el experto Doug Schwartz, vicepresidente asociado y director de la reconocida Encuesta de la Quinnipiac University, quien durante una actividad internacional organizada por los Centros de Prensa Extranjera del Departamento de Estado de EEUU -a la que tuvo acceso BioBioChile- analizó la influencia de estos sondeos en el proceso eleccionario.
Según dice el profesional, a pesar de las críticas del propio Trump, “las encuestas fueron muy precisas” en lo que se refiere a las preferencias generales.
“Por ejemplo, las mediciones nacionales mostraron a Hillary Clinton ganando la votación popular por tres puntos porcentuales y ella terminó ganando por dos”, destaca.
Sin embargo -advierte-, hubo encuestas en estados bisagras en los que las mediciones sí erraron.
¿La razón principal?
“Algunas encuestadoras subestimaron a los votantes blancos sin grado universitario. Esto es importante, porque esos votantes apoyaron a Trump y fueron subvalorados en algunas encuestas en estados importantes como Wisconsin, Michigan y Pennsylvania, en los que Trump ganó por un muy ajustado margen”, explica.
Según comenta, la mala estimación de esos electores fue el resultado de una nula ponderación de la educación de los encuestados en sus muestras, algo fundamental en un proceso de estas características.
“Lo que terminó pasando fue que sobrerepresentaron a los votantes blancos con grados universitarios y subrepresentaron aquellos sin ese grado académico”, sostiene.
A juicio del analista, esta última categoría se convirtió en “una pieza fundamental del apoyo que recibió Donald Trump”, lo que terminó inclinando la balanza a su favor.
October surprise
Tal como se adelantó, el segundo factor que incidió en que las encuestadoras no pudieran vaticinar la entonces sorprendente victoria de Trump fue la decisión de última hora de algunos votantes.
Ello ocurrió principalmente en los tres estados ya mencionados (Wisconsin, Michigan y Pennsylvania), donde una gran parte de los electores terminó votando “abrumadoramente por Trump”, según explica Schwartz, lo que finalmente impidió a las encuestadoras “percatarse del movimiento de último minuto”, pese a que realizan mediciones tan cerca como se pueda del día de los resultados oficiales.
Y aunque las razones no están claras de qué fue lo que los impulsó a dejar su posición estática, hay quienes sostienen que pudo deberse a un fenómeno conocido como October Surprise (o la Sorpresa de Octubre).
En buenas cuentas, el término se refiere a revelaciones de la prensa (pueden ser planificadas o no) que ocurren pocos días antes de la elección y que pueden significar un golpe en el tablero imprevisto.
Así ocurrió en 2016, con el famoso rol que jugó el entonces director del FBI, James Comey, quien decidió abrir una investigación en contra de Hillary Clinton 10 días antes de las votaciones… para cerrarla una semana después.
“El argumento de la campaña de Clinton de que Comey determinó el resultado de las elecciones se basa simplemente en las matemáticas. Los datos demuestran que la mayoría de personas que decidió su voto en la última semana respaldó a Trump, y en cantidades considerables. El doble anuncio de Comey fue la mayor revelación de la semana; ergo, debió cambiar el curso de las elecciones”, consignó el Huffington Post. Un panorama que Schwartz ve como plausible.
El escenario actual
De acuerdo a la última encuesta de la Quinnipiac University -cuyo director es el propio Schwartz-, Biden (51%) supera por 10 puntos a Trump (41%).
En el desglose demográfico las diferencias más grandes se dan precisamente entre aquellos votantes blancos, dependiendo si cuentan o no con un grado universitario.
Así las cosas, un 62% de los encuestados blancos y con estudios superiores se muestra a favor del candidato demócrata, mientras que un 37% se inclina a favor de Trump. El panorama queda a la inversa con aquellos sin estudios superiores: un 57% apoya a la carta republicana y un 37% al ex vicepresidente.
Según el mismo conteo, Biden obtiene una abrumante mayoría entre la población negra, con un 81% de las preferencias. Trump, por el contrario, obtiene sólo un 5% en este ítem.
Aunque con cifras más estrechas, lo propio ocurre con los hispanos, quienes entregan un 51% a la carta demócrata y un 35% al magnate.
Las mujeres consultadas, en tanto, se inclinan por Biden (60%) y dejan atrás a Trump (34%), mientras que los hombres favorecen a este último, con un 48%, y un 41% para el brazo derecho de Obama.
“Estamos viendo que Biden incrementa su ventaja en estados claves”, añade Schwartz.
“Por ejemplo -apunta el experto- en nuestras últimas encuestas de Pennsylvania y Florida, encontramos que Biden ha ampliado su ventaja y está ahora cómodamente adelante en ambos estados, en los que Trump ganó por cerca de un punto porcentual en 2016”.
Según recalca, Biden está adelante en Florida por 11 puntos y en Pennsylvania por 13. “En Ohio, sin embargo, la carrera está esencialmente empatada, pero sigue siendo un gran cambio desde los resultados de 2016, cuando Trump ganó allí por ocho puntos”.
Así las cosas, advierte que hay que estar atentos a la sorpresa de este octubre… en caso que la haya.