El proceso de confirmación de la jueza Amy Coney Barrett, nominada por Donald Trump a la Corte Suprema de Estados Unidos, inició el lunes en el Senado con un diálogo de sordos entre republicanos que la consideran “talentosa” y demócratas que fustigan un calendario de audiencias “irresponsable”, a semanas de las elecciones.
El mismo antagonismo se presentó en el exterior del Congreso donde partidarios y opositores de la magistrada conservadora se desafiaban entre sí, antes de que la policía arrestara a unas 20 personas.
“Esta será una larga semana de peleas”, admitió Lindsey Graham, un allegado al presidente Trump que encabeza el Comité Judicial del Senado, responsable de interpelar a la jueza y que prevé dedicar cuatro días a revisar la nominación.
Barret, de 48 años, está en la antípodas de la jueza liberal Ruth Bader Ginsburg, que falleció en septiembre y dejó un lugar vacante en el máximo tribunal.
Católica practicante y madre de siete hijos, Barrett es bien vista por los cristianos tradicionalistas con quienes comparte valores conservadores.
A 22 días de las elecciones presidenciales, se presentó al Senado, que tiene el mandato constitucional de aprobar su candidatura y que cuenta con mayoría republicana.
Después de escuchar a cada senador, se quitó el tapabocas negro y juró, a mano alzada, decir “toda la verdad”. Sentados detrás de ella, seis de sus siete hijos escucharon cuando prometió “aplicar la Constitución y las leyes tal como están escritas”.
Esta lectura de la ley, conocida como “originalista”, es muy apreciada en círculos conservadores, que critican a la Corte Suprema acusando que se alejan del pensamiento de los fundadores de Estados Unidos para cambiar ciertas leyes, en particular en lo referente al aborto o al matrimonio entre personas del mismo sexo.
“Su fe”
La magistrada también es muy bien considerada por la derecha religiosa porque es católica practicante y comparte la visión de la familia tradicional defendida por el Vaticano. “Creo en el poder de la oración”, dijo de nuevo el lunes.
Su fe y su familia numerosa han sido halagadas por republicanos, al igual que sus cualidades como abogada.
“Es un titán legal que conduce una minivan”, dijo el senador Mike Brown, refiriéndose al automóvil de su familia.
En un país donde sólo un cuarto de la población se dice atea o sin religión, los demócratas han tenido cuidado al avanzar en un terreno minado.
“Su fe no debe ser tomada en consideración”, dijo a la prensa el rival de Donald Trump, Joe Biden, al margen de un viaje, optando por otro ángulo de ataque: la crítica de la jueza a la ley del expresidente Barack Obama que extendía la cobertura sanitaria a millones de estadounidenses.
Ella “dijo que quiere deshacerse” de la Obamacare, aseguró Biden, quien fue vicepresidente de Obama. “El presidente quiere deshacerse (de Obamacare). Sigamos concentrados en lo esencial: ¡en un mes, los estadounidenses van perder su seguro de salud!”.
En el Senado, los legisladores demócratas mostraron ejemplos de los beneficiarios de esta ley. Con fotos para respaldarlo, aseguraron que estos estadounidenses enfermos serían los grandes perdedores en una Corte Suprema con Barrett.
“Plan de auxilio para familias”
Conscientes de que tienen poca influencia para evitar que el Senado confirme a Barrett, los demócratas también utilizaron el foro para redireccionar el debate hacia la pandemia, que ha provocado la muerte de más de 210.000 personas en Estados Unidos.
La senadora Kamala Harris, compañera de fórmula de Biden, consideró “irresponsable” haber lanzado el proceso de nominación en medio de la pandemia de covid-19.
Al señalar que más de 50 personas estaban reunidas en una sala por muchas horas, Harris, que habló en un video, reprochó a los republicanos “poner en peligro” al personal del Congreso.
“El Senado debería tener como prioridad un plan de auxilio para las familias” afectadas por el covid-19, dijo. También señaló que el proceso es “ilegítimo” porque está muy cerca de las elecciones.
Pero el senador Graham dijo que “el Senado está cumpliendo con su deber constitucional”. Este estrecho colaborador del presidente apuesta por una votación plenaria la semana que viene.