Sorpresa causó para muchos que Hillary Clinton perdiera las elecciones a la Presidencia de EEUU en 2016. No sólo porque numerosas encuestas le daban la victoria, sino también porque -en la práctica- obtuvo 2,8 millones de votos más que su contrincante, Donald Trump.
Para quienes estamos acostumbrados a un sistema de elección directo (como es el caso de Chile) esto podría causar extrañeza. Pero para los estadounidenses esto no es algo excepcional.
En 2000, por ejemplo, Al Gore logró medió millón de votos más que George W. Bush, sin embargo, fue este último quien llegó al sillón del Salón Oval de la Casa Blanca.
¿Por qué?
“Una faceta importante de nuestro sistema electoral es entender que -dada la naturaleza federal de nuestra república- elegimos presidentes estado por estado. No tenemos una votación popular a nivel nacional para la Presidencia”, explica el académico y experto en la materia, doctor Mark J. Rozell.
Durante una actividad internacional organizada por los Centros de Prensa Extranjera del Departamento de Estado de EEUU, de la que participó BioBioChile, el autor de casi una decena de libros respecto de la política estadounidense analizó en detalle el modelo de ese país.
Lo primero -señala Rozell- es entender que el sistema norteamericano es indirecto, es decir, los sufragios de cada ciudadano van a un organismo superior: el Colegio Electoral.
Esta entidad está conformada por 538 miembros y es -en definitiva- la encargada de decidir qué candidato es el ganador.
Según explica el académico de la George Mason University, “a cada estado se le asigna un número de electores para nuestro Colegio Electoral, y el candidato que gana la elección popular dentro de ese estado, se lleva el 100% de los electores del Colegio Electoral”.
El número mágico
Así las cosas, aunque un candidato gane por una diferencia mínima tiene el derecho sobre todos los electores asignados a su región.
“Hillary Clinton ganó grandes mayorías en estados populosos, como California, pero solamente se necesita ganar un estado por un solo voto para ganar el el 100% de sus electores, la diferencia no importa”, ejemplifica Rozell.
“Donald Trump -prosigue- ganó muchos más estados por márgenes mucho más pequeños, por lo tanto obtuvo la mayoría en el Colegio Electoral”.
Tal como se señaló, el Colegio Electoral tiene un total de 538 electores, de modo que se requiere un mínimo de 270 de ellos para que un candidato pueda sellar la victoria.
Ese es “el número mágico”, dice el analista.
Precisamente en 2016 el actual presidente de EEUU salió victorioso en 30 estados, lo que le valió 304 votos en el Colegio Electoral.
Su contrincante demócrata, en tanto, pese a obtener 2,8 millones votos más, sólo vio el triunfo en 20 estados, además de Washington DC, lo que se tradujo en que 227 miembros del organismo se inclinaran a su favor.
“No importa el resultado de la votación nacional, (sino que) depende de la distribución de los votos alrededor de los estados”, reflexiona Rozell.
Los únicos estados donde el Colegio Electoral reparte sus votos entre candidatos es en Maine y Nebraska. En ambos casos se hace por distritos del Congreso, según votación popular.
¿Cómo se eligen los electores?
Según cuenta el especialista, pese a la importancia de los miembros del Colegio Electoral, su selección es meramente “una formalidad”.
En buenas cuentas, existen nóminas de electores que son escogidos por los líderes de los partidos políticos.
Entonces, en caso de que Biden gane un estado determinado, la nómina demócrata es enviada al Colegio Electoral. Por el contrario, en caso de que Trump salga victorioso, se envia la lista republicana.
De ahí, explica Rozell, “no existe duda” de cómo votarán los miembros de la entidad.
Aunque… ¿Qué pasa si un elector se “rebela” y vota en contra de lo que se esperaba?
Mapa electoral actual según encuestas
El “Elector Desleal”
Justamente, a pesar de que se ha visto en rarísimas oportunidades, el sistema electoral de EEUU permite que un miembro del Colegio Electoral vaya en contra de la decisión popular. Quien incurra en dicha acción es conocido como un Faithless Elector, algo así como un Elector Desleal.
“Este es un miembro del Colegio Electoral que dice: ‘No voy a votar en línea con mi estado, pienso que mi estado tomó una mala decisión, así que iré en contra del voto popular”, explica Rozell, quien también señala que dicha situación “es constitucionalmente un asunto muy complicado”.
“Pese a que la Constitución dice que los electores pueden decidir a discreción (por juicio propio), la mayor parte de los estados han aprobado leyes para que sea ilegal este actuar”, apunta.
“Es un hecho criminal que puede ser penalizado si alguien hace eso”, sentencia.