A menos de 40 días para las elecciones en Estados Unidos, el presidente Donald Trump recorre el país de arriba abajo con la esperanza de descontar la ventaja que le lleva su rival Joe Biden en las encuestas.
El programa de este viernes es intenso: mesa redonda con “Latinos por Trump” en Doral (Florida), discurso sobre la situación económica de los afroestadounidenses en Atlanta (Georgia), reunión de recaudación de fondos en el Hotel Trump (en la capital, Washington DC) y un mitin de campaña en Newport News (Virginia).
El objetivo del mandatario republicano es cubrir todos los frentes, como lo hizo con éxito en 2016, pero también marcar el contraste con su oponente demócrata que ha apostado por un ritmo mucho menos frenético.
“Joe Biden El Dormido acaba de terminar sus actividades de campaña del día”, bromeó Trump el jueves por la mañana en Twitter.
“¡Quiere descansar!”, continuó. “Nuestro país no puede darse el lujo de tener un presidente con poca energía en un momento emocionante pero complejo”, añadió.
Biden, por su parte, reaccionó con fuerza a las declaraciones del presidente, quien se negó a comprometerse explícitamente con un traspaso pacífico del poder si era derrotado en las urnas.
“¿En qué país vivimos? Es broma. Quiero decir, ¿en qué país estamos? Dice las cosas más irracionales…”, afirmó.
“Magnífico lugar en Italia”
El sábado, el presidente estadounidense tendrá otra oportunidad de robarse los focos con el anuncio desde la Casa Blanca de su designación a la Corte Suprema en reemplazo de la jueza Ruth Bader Ginsburg, ícono feminista que falleció la semana pasada.
Con mayoría republicana en el Senado, la confirmación del nombramiento debería ser una mera formalidad y Trump podrá presumir de haber colocado a tres jueces conservadores en el alto tribunal estadounidense, que cuenta con nueve magistrados en total.
Dos candidatas aparecen como favoritas y Trump debe evaluar cuál es la mejor opción para galvanizar su base electoral a medida que se acercan los comicios del 3 de noviembre.
Amy Coney Barrett, de 48 años, católica practicante, madre de siete hijos, que se opone por convicción personal al aborto, podría impulsar al electorado religioso conservador del que Trump dependía en gran medida hace cuatro años.
Barbara Lagoa, de 52 años, nacida en Florida de padres que huyeron del régimen comunista de Fidel Castro, es menos conocida, pero sería un activo importante en este estado sureño que podría, por sí solo, inclinar la elección a uno u otro lado.
En este contexto, Trump ya no discute la pandemia de coronavirus, que se ha cobrado más de 200.000 vidas en Estados Unidos, aunque subraya cuánto de ella ya pertenece, según él, al pasado.
“¡No vamos a cerrar nada!”, dijo el jueves por la noche desde Jacksonville, Florida, acusando a su rival de estar dispuesto a poner la economía en riesgo.
Al anunciar la inminente llegada de una vacuna y pronosticar una espectacular recuperación económica, también se burló del virus.
“Algunos lo llaman coronavirus, te hace pensar en un magnífico lugar en Italia”, dijo divertido. “Pero no vino de Italia, vino de China”, afirmó.