Este viernes el Poder Judicial de los Estados Unidos informó la muerte de la jueza Ruth Bader Ginsburg, de la Corte Suprema, a sus 87 años, debido a complicaciones derivadas del cáncer de páncreas que padecía.
Ginsburg murió “esta noche rodeada por su familia en su casa de Washington, DC”, indicó la corte en un comunicado.
Bader era conocida por ser la mayor del ala liberal del máximo tribunal, y una pionera por los derechos de las mujeres en el área legal, reportó ABC News. La jueza había sufrido ya 5 episodios de cáncer, el más reciente a principios de este año.
Bader, apodada RBG por sus partidarios, se hizo conocida por sus posturas liberales en asuntos divisivos, incluídas materias como el aborto, matrimonio igualitario, inmigración, salud y medidas contra la discriminación.
Ginsburg, nacida en Brooklyn, Nueva York, en 1933, sirvió en la corte durante 27 años.
“Nuestra nación ha perdido a una jurista de talla histórica”, dijo el presidente de la corte, John Roberts, en el comunicado de la institución.
“En la Corte Suprema hemos perdido a una querida colega. Hoy estamos de luto, pero confiamos en que las generaciones futuras recordarán a Ruth Bader Ginsburg como nosotros la conocimos – una incansable y resuelta campeona de la justicia”, añadió.
¿Posible carrera por sucederla?
Según constató Yahoo News, antes de morir Ginsburg indicó a su nieta Clara Spera que “mi más ferviente deseo es que no ser reemplazada hasta que sea instalado un nuevo presidente”.
Una postura similar sostuvo en 2016, cuando Barack Obama ostentaba la presidencia de los EEUU, tras la muerte del juez Antonin Scalia, afirmando entonces que “esta nominación debe ser hecha por el presidente que estamos en proceso de elegir este año”.
A menos de dos meses de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, sin embargo, es probable que el presidente republicano Donald Trump se apresure a nombrar al sucesor de Ginsburg, la segunda mujer que logró ser magistrada en la Corte Suprema.
El Senado, liderado por los republicanos, también podría confirmar un nombramiento a velocidad récord para garantizar una mayoría conservadora en la corte, que tiene la última palabra en muchos de los temas más sensibles que dividen a Estados Unidos: desde el aborto, el uso de las armas de fuego, los derechos civiles, hasta la pena de muerte.