Aunque poca gente habrá oído hablar de las elecciones para la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la carrera por el mando de esta institución financiera de desarrollo regional se ha convertido en un nuevo escenario de confrontación geopolítica.
Las organizaciones internacionales, de modo similar a la diplomacia entre países, a menudo funcionan de acuerdo a reglas no escritas tanto o más importantes que lo textos que regulan su funcionamiento.
Así como se asume que la presidencia del Fondo Monetario Internacional caerá en manos de un europeo, la tradición dicta que el presidente del BID -un organismo creado en 1959- será latinoamericano, mientras que el vicepresidente será estadounidense.
Pero el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que en el ocaso de su primer -y quizás último- mandato acumula ya una serie de rupturas de diversos consensos internacionales, ha sembrado el desconcierto y la preocupación con un movimiento inesperado.
“Muchas otras veces esta elección ha fluido de una manera muy tranquila y sin mucho debate, pero por primera vez el Gobierno de EEUU ha presentado un candidato a la presidencia del Banco luego de que ya se hubieran presentado algunos candidatos desde América Latina”, explica a DW Pamela Figueroa, profesora de la Universidad Católica de Chile.
Esta candidatura “sin precedentes”, en palabras del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, es junto al contexto de pandemia lo que ha llevado a la Unión Europea a proponer una postergación de los comicios hasta marzo de 2021. Chile y Argentina apoyan el aplazamiento.
El estadounidense de origen cubano Mauricio Claver-Carone se enfrentará así a los que habían sido favoritos hasta ahora, la costarricense Laura Chinchilla y el argentino Gustavo Béliz.
“Esta es una manifestación de la disputa geopolítica más global entre Estados Unidos y China, entre un poder declinante y un poder ascendente”, dice a DW Leonardo Bandarra, del Instituto Alemán de Estudios Regionales GIGA.
El gigante asiático es ya el principal prestamista en América Latina, que se ha convertido en una región de gran importancia en las inversiones chinas.
Bandarra explica que “Latinoamérica ha ido tradicionalmente considerada una zona de influencia norteamericana, especialmente América Central”.
Estados Unidos estaría pues marcando terreno. “La idea de Trump es mantener el espacio de influencia que todavía tiene”, continúa el investigador radicado en Hamburgo. No sería el único ámbito en el que Washington adopta una postura más dura frente a Pekín, con quien mantiene abiertos varios frentes económicos y diplomáticos.
Pero el enfrentamiento geopolítico va más allá de esa batalla por la hegemonía global. “Es un tema de realpolitik y, si lo vemos desde un punto de vista más pragmático, de negocios”, subraya a DW la analista internacional Anais Chachón.
Los países prestatarios, 26 naciones de Latinoamérica y el Caribe, “son países que tienen unas infraestructuras muy débiles, muy frágiles, y obviamente con este parón económico global están ansiosos por recibir más fondos”, sostiene esta politóloga venezolana.
En su opinión, es probable que Washington también quiera bloquear cualquier tipo de financiación a los regímenes de Venezuela y Cuba.
El BID tiene 48 socios, 26 prestatarios y 22 no prestatarios, entre ellos varios países de la UE. Estados Unidos domina el sistema de voto ponderado con un 30% de estos, seguido por Argentina y Brasil (7% cada uno), México (7%) y Venezuela (6%).
El peso del voto de cada uno de los otros socios va bajando según criterios de dimensión económica. En total, los prestatarios (América Latina y el Caribe) solo suman un 50,02% de los votos.
En este contexto, Trump solo necesita una serie de apoyos estratégicos para garantizar la victoria de su candidato.
Colombia y Brasil ya le han prometido sus votos. México todavía tiene que pronunciarse. La cuestión ha abierto grietas incluso en socios que por lo general han votado conjuntamente, como Argentina y Brasil.
La importancia del multilaterialismo para la reconstrucción
Figueroa añade que el propio perfil del candidato estadounidense genera recelos entre muchos países latinoamericanos.
“Mauricio Claver-Carone es una persona muy cercana al presidente Trump, que viene de trabajar en el ámbito de la seguridad, por lo cual también ha generado suspicacias respecto a sus posiciones ideológicas sobre las relaciones interamericanas y su visión del multilateralismo”, asegura.
La profesora lamenta que la candidatura no surja del debate entre países, sino directamente desde Washington y que busque “imponerse a la mayoría”.
Todos esos elementos, cree la chilena, no contribuirían a enriquecer el trabajo del BID en el contexto que afronta América Latina, duramente golpeada por el COVID-19. Las estimaciones prevén una contracción económica del 9,1% este año en la región.
“En la pospandemia está muy claro que va a haber una crisis económica y social en la región y que se van a requerir políticas de desarrollo y cooperación basadas en el multilateralismo”, advierte Figueroa. “Y esa claramente no es la posición de Donald Trump y su candidato”, aclara.