Los reportes televisados de Donald Trump sobre la Covid-19, que al principio de la pandemia habían dado lugar a divagaciones y confrontaciones, terminaron abruptamente en abril pasado, luego de que el mandatario estadounidense considerara el uso de detergente como posible tratamiento para las personas infectadas.
Este martes 21 de julio, el presidente republicano volvió ante la prensa. “Llevo la mascarilla”, dijo a los medios. “Cuando fui al hospital Walter Reed el otro día me la puse y la llevo en el bolsillo. Estoy contento de usarla. No me supone ningún problema. Si pueden, usen la mascarilla.”
Con un discurso leído y pocas preguntas, intentó dar una imagen de control frente a la pandemia.
“Por primera vez dijo con cierta claridad que era importante usar mascarilla y respetar el distanciamiento social, pero inmediatamente contradice el mensaje diciendo que es una cuestión voluntaria”, analiza Isabela Alcañiz, profesora asociada del departamento de Política y Gobierno de la Universidad de Maryland ante Radio Francia Internacional. .
Precisa que las cifras de casos y de decesos opacan las intenciones de la administración Trump. Los más de 140 mil muertos por coronavirus en el país y los millones de empleos destruidos por la pandemia le están costando intenciones de votos a Donald Trump.
Pierde tracción entre sus votantes
Los sondeos vaticinan ahora su derrota frente al candidato demócrata, Joe Biden, en las presidenciales de noviembre. “El mal manejo de la pandemia pero también la economía -que antes le venía a favor, con bajísimos niveles de desempleo- se ha desbaratado”, apunta Isabela Alcañiz.
Con los estragos causados por el virus en estados republicanos como Florida y Texas, Trump podría incluso perder tracción entre sus votantes. “No tenía una imagen positiva entre los opositores demócratas”, recuerda la politóloga, “pero también ha sufrido una caída de imagen ahora con algunos votantes republicanos e independientes”.
Últimamente, el mandatario ha endurecido el tono contra varias ciudades demócratas donde se registran manifestaciones contra el racismo, amenazándolas con enviar tropas federales. Una forma de desvíar el debate y de plantearse como el candidato de la ley y el orden.