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Disparando contra los inmigrantes: Trump y su política desde la muralla

12 noviembre 2019 | 12:50

Desde que se lanzó a la presidencia en 2016, calificando a los inmigrantes mexicanos como “violadores”, Donald Trump ha apostado a una retórica inhumana y antimigratoria. Su target es un sector del electorado siempre preocupado por la seguridad fronteriza y muy incómodo ante los inmigrantes y los “nuevos americanos”.

Sobre ese cálculo, Trump presidente se ha enfocado en un ataque sin tregua a la política migratoria de los EE.UU.

Una de sus primeras acciones fue anunciar que visitantes, inmigrantes y refugiados originarios de siete países con mayorías musulmanas tenían prohibida la entrada.

Después declaró sus preferencias por los inmigrantes altamente calificados y empezó a retirar la preferencia histórica hacía la reunificación familiar y los trabajadores menos calificados (en beneficio de mexicanos y centroamericanos).

En paralelo está construyendo un muro fronterizo, cueste lo que costare, incluso en perjuicio del presupuesto de la Defensa.

Sus esfuerzos más intensos atañen a la migración centroamericana. En 2018, la Administración Trump instaló una política de tolerancia cero, destinada a disuadir mediante juicios penales, incluyendo a quienes solicitaren asilo y separando a los padres de sus hijos.

Dado que la reacción popular (hasta en sectores conservadores) fue severa, se debió poner fin a iniciativa tan inhumana.
Desde entonces, Trump ha buscado otras maneras crueles. Su política de “permanecer en México”, por ejemplo, obliga a los migrantes a mantenerse en ciudades fronterizas peligrosas, mientras esperan sus audiencias de asilo. Esto obliga a las autoridades locales mexicanas y ONGs a asumir sus costos de sobrevivencia.

ALFREDO ESTRELLA / AFP

Otro ejemplo es el de la presión a Guatemala para que se asuma como “tercer país seguro”, recibiendo hondureños y salvadoreños deportados de EE.UU. o fungiendo como primera estación para solicitar asilos.

Está claro que en esto hay un objetivo de interés político reelectoral. Si Trump estuviera interesado en elaborar políticas públicas para abordar la migración, priorizaría inversiones importantes en países centroamericanos para contrarrestar las causas del flujo: la violencia, la corrupción desenfrenada y la falta de oportunidades para la creciente población juvenil. Además, trabajaría junto con México para fortalecer su sistema de asilo y proteger a los migrantes en tránsito.

Todo esto significa que, como en 2016, la antipolítica migratoria está en el corazón de la estrategia electoral de Trump. Sin embargo, ahora no es tan claro que su base electoral la siga aceptando.

En junio, una encuesta mostró que el 66% de los votantes se opuso a la política de separación familiar. Las imágenes captadas en los centros de detención infantil han generado un rechazo amplio.

Una encuesta Gallup, recién publicada, muestra que el 57% de los ciudadanos, incluyendo una cuarta parte de los republicanos, aprueba recibir a refugiados de Centroamérica.

El resultado previsible es un proceso electoral crítico, que definirá si se mantiene la actual antipolítica de Trump o se promueven cambios inteligentes en la política migratoria estadounidense.

Inmigrantes hondureños / SANDY HUFFAKER / AFP

Geoff Thale
Vicepresidente de Washington Office on Latin America (WOLA1)

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