China consideró este jueves que la guerra comercial bilateral lanzada por el presidente estadounidense, Donald Trump, a base de aranceles punitivos y de sanciones contra sus empresas supone un “terrorismo económico”.
“Somos contrarios a la guerra comercial, pero no nos da miedo”, declaró durante una rueda de prensa el viceministro chino de Relaciones Exteriores, Zhang Hanhui.
“Nos oponemos completamente a este recurso sistemático a las sanciones comerciales, a los aranceles y al proteccionismo. Esta instigación premeditada de un conflicto comercial constituye un terrorismo económico, un chovinismo económico y un acoso económico puro y duro”, añadió.
Estas declaraciones se producen en un momento en que China se muestra cada vez más ofensiva frente a lo que considera unas presiones intolerables de Washington en su contra.
La guerra comercial entre las dos potencias se intensificó a inicios de mayo, cuando Washington aumentó los aranceles punitivos a productos chinos.
Donald Trump también aumentó la presión a Huawei, el gigante chino de las telecomunicaciones, número dos mundial del sector de los teléfonos inteligentes y líder planetario de la red 5G.
En nombre de la seguridad nacional, una ley estadounidense prohíbe desde el año pasado a las administraciones federales comprar equipos y servicios del grupo y trabajar con terceras empresas que sean clientes suyos.
El gobierno de Trump también prohibió a las empresas estadounidenses vender tecnologías a Huawei, lo que pone en riego el crucial suministro del gigante chino de componentes electrónicos fabricados en Estados Unidos.
“El unilateralismo y el acoso se desarrollan y afectan con gravedad a las relaciones internacionales y los principios fundamentales”, destacó Zhang Hanhui.
“Este conflicto comercial también tendrá un impacto negativo importante en el desarrollo y el reimpulso de la economía mundial”, advirtió durante una rueda de prensa.
Medios y responsables políticos chinos amenazan ahora con una reducción de las exportaciones de tierras raras a Estados Unidos, lo que podría privar a las empresas norteamericanas de un recurso fundamental.
China asegura más del 90% de la producción mundial de este conjunto de 17 metales, indispensables para las tecnologías y presentes en teléfonos celulares, pantallas de plasma, vehículos eléctricos y armamento.