El secretario de Estado y el de Defensa abogaron este miércoles ante los legisladores estadounidenses para que Washington mantenga su implicación junto a la coalición liderada por Arabia Saudita que interviene en la guerra en Yemen, afirmando que una retirada empeoraría la situación.
Pompeo defendió esta postura ante los senadores este miércoles en una sesión a puerta cerrada junto al secretario de Defensa, Jim Mattis, antes de una votación prevista para esta semana sobre si Estados Unidos va a poner fin a su apoyo militar a la coalición liderada por Riad en Yemen.
Arabia Saudita enfrenta crecientes acusaciones sobre su presunta responsabilidad en las muertes de civiles durante los bombardeos en Yemen, que se han sumado a la ola de indignación global por el asesinato del periodista disidente del reino Jamal Khashoggi, asesinado a principios de octubre en el consulado de Arabia Saudita en Estambul.
“El sufrimiento en Yemen me duele, pero si Estados Unidos no estuviera involucrado en Yemen, esto sería mucho peor”, precisó Pompeo ante los senadores.
Estas declaraciones se producen en un momento de expectativa internacional sobre si logrará fructificar un intento de diálogo de paz en Suecia entre los dos bandos que se enfrentan en Yemen: los rebeldes hutíes y el gobierno de Abd Rabbo Mansur Hadi, que tiene el reconocimiento de la comunidad internacional.
Pompeo compareció junto a Mattis en una audiencia a puerta cerrada para discutir también la información que el gobierno de Donald Trump tiene sobre la muerte de Khashoggi.
Estaba previsto que Pompeo defendiera la decisión del presidente estadounidense de mantener su férrea alianza con Riad, pese a las sospechas de la implicación del príncipe heredero saudita en el asesinato.
“Yo creo que leí todos los informes de inteligencia que llegaron en las últimas horas. Los leí todos. No hay ningún elemento directo que vincule al príncipe heredero con la orden dada de asesinar a Jamal Khashoggi”, dijo Pompeo a la prensa tras la audiencia.
Según los medios estadounidenses la CIA no alberga dudas sobre la responsabilidad del príncipe heredero en el asesinato de Khashoggi, pero la semana pasada Trump afirmó que la agencia de inteligencia no había llegado a conclusiones definitivas.
Hasta ahora, Trump ha mantenido un apoyo tenaz al príncipe, con quien no tiene previsto un encuentro oficial en la reunión del G20 del fin de semana en Buenos Aires, pero su entorno no excluye que haya una cita informal.
“Un actor fundamental”
Mattis, según los extractos publicados de su declaración, señaló que Estados Unidos “rara vez tiene la libertad de trabajar con socios sin mácula alguna”.
“Arabia Saudita debido a su geografía y a la amenaza iraní, es un actor fundamental para mantener la seguridad regional y la de Israel, y nuestros intereses en la estabilidad de Medio Oriente”, agregó Mattis.
Yemen sufre desde 2014 un sangriento conflicto durante el cual los rebeldes chiitas lograron hacerse con la capital Saná en enero de 2015. Las milicias hutíes cuentan con el apoyo de Irán, pero Teherán niega que les entregue apoyo militar.
“Este conflicto no es opcional para Arabia Saudita, y abandonarlo también pone en riesgo los intereses estadounidenses”, anadió Pompeo.
Pompeo anunció en Twitter que Estados Unidos invertirá 131 millones de dólares adicionales para dar ayuda alimentaria en el marco del conflicto y reiteró sus críticas a Irán.
“El régimen de Irán no tiene ningún interés en el sufrimiento de los yemenitas, los mulás ni siquiera se interesan por los iraníes de a pie. Arabia Saudita ha invertido miles de millones para aliviar el sufrimiento en Yemen. Irán ha invertido cero”, afirmó.
El secretario general adjunto de la ONU para asuntos humanitarios, Mark Lowcock, visitará esta semana Yemen, en un momento en que se multiplican los esfuerzos diplomáticos para poner fin a una guerra que se extiende desde hace cuatro años, indicó este martes la organización.
Esta visita de tres días que comenzará el jueves permitirá al funcionario constatar la magnitud de la crisis humanitaria, que la ONU ha calificado como la peor del mundo, con al menos 10.000 muertos y cerca de 14 millones de desplazados, con casos de hambruna extremos.
En septiembre, fracasó un intento de negociaciones de paz después de que los representantes hutíes se negaran a desplazarse a Ginebra, con el argumento de que la comunidad internacional no les garantizaba su regreso a la capital Saná.