La elecciones de medio mandato de Estados Unidos tuvieron de dulce y agraz para el presidente Donald Trump, debido a que el Partido Republicano logró conservar el Senado (hasta podría aumentar su representación), pero perdió el control de la Cámara de Representantes.

Los medios estadounidenses y analistas calificaron esta situación como un “balance de poder”, que permitirá al Partido Demócrata efectuar una real oposición a Trump, que hasta ahora había quedado en manifestaciones y las divisiones al interior del Partido Republicano, que por ejemplo ha impedido reemplazar el Obamacare.

“Hoy se trata más que de demócratas y republicanos, se trata de restaurar los poderes y contrapoderes constitucionales en la administración Trump”, dijo Nancy Pelosi, la actual líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, que probablemente vuelva a presidirla.

“Un Congreso demócrata va a trabajar en soluciones que nos unan, porque todos hemos tenido suficientes divisiones”, agregó sin embargo.

El nuevo poder demócrata

En la Cámara baja, la bancada demócrata tendrá el poder de bloquear las iniciativas republicanas, obstaculizando una nueva reforma impositiva o proyectos como la construcción de un muro en la frontera con México.

Los demócratas se han mostrado contrarios al discurso antiinmigración de Trump, así como su decisión quitar la protección a los “dreamers”, inimgrantes que llegaron de forma irregular a Estados Unidos cuando aún eran menores y la temida separación de las familias.

“Se espera que en primer lugar los demócratas impulsen un paquete de reformas, pero también deben tener un plan para abordar rápidamente la situación de los “dreamers”, unos 700 mil inmigrantes que están en Estados Unidos de forma irregular desde niños y que el presidente Barack OBama los protegió de una posible derpotación” declara la editorial del The New York Times.

Pero los Demócratas al tener el control de la agenda legislativa, también podrán bloquear otros anuncios insignes de Trump, como la construcción de un muro en la frontera con México, que necesita la aprobación de la Cámara para su financiación.

¿Un impeachment?

Pelosi tendría la llave para algo mucho más importante: el visto bueno para una investigación en el Congreso sobre las acusaciones sobre una colusión entre la campaña de Trump y Rusia en las elecciones de 2016.

Hasta ahora, ha dicho que es contraria a lanzar un proceso de destitución contra Trump, una amenaza que sobrevuela la política estadounidense desde hace meses. Para ella, esto sólo terminaría movilizando a las bases republicanas.

Pero no se puede excluir que cambie de idea, sobre todo si el fiscal especial Robert Mueller, que dirige la investigación, presenta pruebas concretas, quien además ahora estará protegido por la Cámara de Representantes, tras una serie de amenazas de Trump.

Sólo dos presidentes en la historia de Estados Unidos han sido sometidos a procesos de impeachment: Andrew Johnosn (1965-1969) y Bill Clinton (1992-2000), ambos perdieron la votación en la Cámara de Representantes pero se salvaron en el Senado.

La Constitución de Estados Unidos permite que el proceso de impeachment sea impulsado por la Cámara de Representantes, que sólo necesita mayoría simple para aprobarlo, mientras que en el Senado requiere dos tercios, algo prácticamente imposible debido a la amplia mayoría republicana en su composición.

“El impeachment no es un tema sensato ni un asunto ganador con el cual comenzar.
Incluso muchos estadounidenses a los que no les gusta Trump, si no hay pruebas abrumadoras de delitos impugnables, rechazan los esfuerzos por destituir a un presidente en funciones”, advierte The New York Times.

De esta forma, los demócratas podrán impulsar la investigación contra Trump y si existió colusión entre su equipo y Rusia para las elecciones presidenciales de 2016.