Un tribunal turco ordenó este viernes la puesta en libertad del pastor estadounidense Andrew Brunson, tras más de dos años de detención acusado de “apoyo a organizaciones terroristas”, un caso que provocó una crisis diplomática entre Ankara y Washington.
El tribunal de Aliaga, en la región de Esmirna (oeste) condenó al pastor a tres años y un mes de cárcel, pero teniendo en cuenta su buen comportamiento y el tiempo que ya cumplió, en la cárcel y en arresto domiciliario, ordenó que se lo dejara en libertad.
El presidente estadounidense, Donald Trump, que presionó al régimen islamista conservador turco, dijo esperar un regreso “rápido” del pastor.
Antes de la sentencia la fiscalía turca ya había pedido además el levantamiento de la prohibición de quitar el territorio del religioso.
Brunson dirigía una pequeña iglesia protestante en Esmirna cuando fue detenido en la gigantesca oleada de represión tras el fallido golpe de estado de julio de 2016.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, desató esa campaña de detenciones en especial contra la red de Fethullah Gulen, un predicador exiliado en Estados Unidos, acusado de ser el organizador del golpe.
A Brunson se lo acusaba además de apoyar al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, separatistas kurdos) y de espionaje.
En julio de 2018 pasó a detención domiciliaria.
La crisis entre Washington y Ankara, aliados en la OTAN, causó una caída de la lira turca y puso al descubierto las debilidades de la economía turca.
El canal estadounidense NBC news, que citó a dos responsables estadounidenses, afirmó el jueves que el pastor Brunson sería liberado tras un acuerdo entre Ankara y Washington que se comprometería a cambio “rebajar la presión económica sobre Ankara”.
Interrogada sobre el tema, la portavoz de la diplomacia estadounidense Heather Nauert afirmó que no sabía nada sobre un acuerdo en ese sentido.
El caso de Brunson fue utilizado por los conservadores cristianos estadounidenses, importante base electoral de Trump, que calificó a Brunson de “maravilloso pastor cristiano” y de “rehén patriota”.
Luego de que el tribunal rechazara liberar al pastor en una audiencia en julio, Washington alzó el tono e impuso una serie de sanciones contra Turquía.
El 10 de agosto Washington duplicó los aranceles al acero y aluminio provenientes de Turquía que adoptó a su vez medidas de represalia.
Optimismo prudente
En las últimas semanas, Turquía y Estados Unidos han mostrado su voluntad de reducir las tensiones. El jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, dijo esperar una liberación de Brunson.
Erdogan por su parte afirmó querer “resolver los problemas con Estados Unidos lo antes posible”, aunque criticó un “enfoque [estadounidense] retorcido que consiste en imponer sanciones contra” Turquía “pretextando el caso de un pastor juzgado por sus turbias relaciones con grupos terroristas”.
Además del caso Brunson, Estados Unidos denuncia la detención de varios estadounidenses en Turquía, entre ellos Serkan Gölge, un científico de la NASA, así como dos empleados turcos de misiones diplomáticas estadounidenses.
Otro caso que alimenta la tensión entre los dos países es el del banco público turco Halkbank, cuyo ex director general adjunto, Mehmet Hakan Atilla, fue condenado en mayo por un tribunal estadounidense a 32 meses de prisión, culpable según la justicia de no respetar las sanciones estadounidenses contra Irán.
Estados Unidos podría imponer una multa colosal al Halkbank, una perspectiva que inquieta al poder turco que, según informaciones de prensa, querría alcanzar un compromiso una vez liberado Brunson.