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El cirujano cardiólogo Masoud Pezeshkian fue elegido como el próximo presidente de Irán en una segunda vuelta contra Saeed Jalili, jefe del equipo negociador del programa nuclear iraní, conocido por su postura ultraconservadora y antioccidental. Pezeshkian, considerado un "reformista" moderado, ha prometido generar confianza entre un "posible gobierno moderado" y la población iraní, enfocándose en mejorar la situación económica y el respeto a las libertades.

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Los iraníes eligieron el sábado pasado al relativamente moderado Masoud Pezeshkian como próximo presidente, en una segunda vuelta que lo enfrentó a Saeed Jalili, jefe del equipo negociador del programa nuclear iraní, ultraconservador y antioccidental.

Pezeshkian, cirujano cardiólogo, considerado un “reformista” moderado, es miembro del Parlamento iraní desde 2008. Fue ministro de Sanidad de 2001 a 2005 bajo el mandato del entonces presidente Mohamed Jatamí.

El presidente electo, de 69 años, ha prometido generar confianza entre un “posible gobierno moderado” y la población. Su campaña buscó ganarse a los descontentos con la situación económica y el recorte de las libertades. La principal coalición reformista de Irán apoyó a Pezeshkian, con el respaldo de los expresidentes Mohamed Jatamí y Hasán Rohani.

¿Quién manda en Irán?

Durante la campaña, Pezeshkian aseguró que no realizará cambios radicales en el régimen teocrático islámico de Irán, dominado por el clero.

Pezeshkian ha prometido públicamente lealtad al líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei, y no tiene intención de enfrentarse a los poderosos halcones de la seguridad ni a los gobernantes clericales de la república.

En el sistema político de la República Islámica, el presidente no es el jefe de Estado sino el jefe de gobierno, elegido por voto popular. La mayor parte de la autoridad recae en el líder supremo del país, cargo que Jamenei ocupa desde 1989.

El presidente, por ejemplo, no puede realizar ningún cambio en el programa nuclear de Irán, ni en su política exterior o de seguridad. La última palabra en todos estos temas le corresponde a Jamenei.

Además, casi todas las ramas del gobierno iraní siguen estando controladas en gran medida por los partidarios de la línea dura, lo que limita la influencia del presidente sobre la gobernanza del país.

Según Ighan Shahidi, investigador iraní de la Universidad de Cambridge, “la política exterior de la República Islámica, tal y como la define Alí Jamenei, líder supremo de Irán, no cae dentro de la toma de decisiones del presidente”.

“Estas políticas pertenecen a las decisiones del líder supremo y de las instituciones de seguridad de alto rango, que tienen planes a largo plazo para ampliar la influencia regional de Irán, como herramienta necesaria para aumentar su poder de negociación y su impacto en la dinámica regional”, explica a DW.

Irán enfrenta enormes desafíos económicos

Si bien no está claro si Pezeshkian será capaz de introducir cambios, aunque sean modestos, al ocupar el máximo cargo electo del país, un presidente puede influir en el tono de la política iraní. También participará directamente en la selección del sucesor de Jamenei, que ahora tiene 85 años.

Las elecciones presidenciales de Irán se llevaron a cabo en un contexto de intensas tensiones regionales por la guerra entre Israel y los aliados iraníes de Hamás en Gaza, así como Hezbolá en Líbano.

Cualquier nueva escalada en ese frente podría arrastrar a Irán a un conflicto directo con Israel.

Asimismo, existe un enorme descontento interno por el mal estado de la economía iraní. El país se enfrenta a un alto nivel de desempleo, mientras que la inflación ronda el 40% y el rial iraní se encuentra ahora en un mínimo histórico.

Según datos oficiales, un tercio de los 90 millones de ciudadanos del país vive en la pobreza, lo que supone un aumento de 11 millones en los últimos 13 años.

Hamid Babaei, profesor asistente en la Escuela de Administración IESEG de París, explica a DW que los mayores desafíos de Pezeshkian serán impulsar el crecimiento económico y controlar la inflación.

“En los últimos 15 años, el crecimiento económico acumulado ha sido casi nulo. La inflación en Irán es un problema crónico, causado principalmente por el déficit presupuestario y la expansión monetaria”, afirma.

Babaei cree que es “muy improbable” que Pezeshkian pueda abordar esos desafíos económicos: “Se puede decir que los indicadores macroeconómicos de Irán están al comienzo de una espiral descendente que parece imposible de controlar para cualquier presidente”.

¿Podrá Pezeshkian acercarse a Occidente?

Aún así, durante la campaña electoral, Pezeshkian prometió “reparar” la economía. Parte de su plan para lograrlo era su promesa de tender la mano a Occidente para intentar “sacar a Irán de su aislamiento” y liberar al país de las sanciones internacionales.

El nuevo presidente también es partidario de reactivar el acuerdo nuclear de 2015 entre Irán y las potencias mundiales. El pacto ha estado en el limbo desde que el expresidente estadounidense Donald Trump retiró a Washington del acuerdo en 2018 y volvió a imponer sanciones a Teherán.

Por otro lado, Pezeshkian se ha pronunciado en contra de la rígida política del velo de la nación musulmana, prometiendo oponerse “totalmente” a las patrullas policiales que se encargan de hacerla cumplir.

Cubrirse el cabello con un pañuelo o hiyab es obligatorio para las mujeres en Irán. Las autoridades religiosas castigan severamente este tipo de infracciones.