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El Tribunal Constitucional de Tailandia destituyó al primer ministro Srettha Thavisin tras menos de un año en su cargo debido a un escándalo ético relacionado con el nombramiento de un ministro con antecedentes penales. Esta destitución sume al país en la incertidumbre política, ya que provoca la caída de todo el gabinete y obliga a la Cámara de Representantes a elegir a un nuevo líder. La situación política se complica aún más con la reciente disolución del partido ganador de las elecciones de 2023, generando críticas a la poderosa corte conservadora y cuestionamientos sobre la judicialización del sistema político. Con esta doble acción judicial, Tailandia se enfrenta a un nuevo periodo de incertidumbre y a la búsqueda de un posible sucesor para Srettha en un escenario político marcado por la lucha de poder entre diversas facciones.
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El Tribunal Constitucional tailandés destituyó este miércoles al primer ministro Srettha Thavisin tras menos de un año en el cargo y apenas una semana después de disolver al partido ganador de las elecciones de 2023, lo que sume al país en la incertidumbre entre críticas a la poderosa corte conservadora.
En una ajustada deliberación, con cinco votos a favor y cuatro en contra, el Constitucional, uno de los garantes de los poderes conservadores del Ejército y la Casa Real en el país, la corte anunció la destitución de Srettha, en el puesto desde el 22 de agosto de 2023.
El tribunal le declaró culpable de violar un código ético por el nombramiento a finales de abril como ministro de Finanzas de Pichit Chuenban, condenado en 2008 a seis meses de prisión por un delito de intento de soborno a funcionarios judiciales.
Exmagnate de la construcción de 62 años, Srettha mantuvo su inocencia y defendió su “integridad” tras la destitución, cuyo origen proviene de una denuncia presentada ante la corte por un grupo de exsenadores elegidos por la extinta junta militar (2014-2019).
“Durante mi gobierno he intentado hacer todo correctamente, y creo que no he sido un primer ministro carente de ética”, subrayó Srettha en una rueda de prensa.
Su destitución provoca la caída de todo su gabinete y la Cámara de Representantes deberá elegir a un nuevo líder, para lo cual en principio no cuenta con límite de tiempo, lo que podría sumir al país en la parálisis, mientras se queda a cargo de un gobierno interino el viceprimer ministro Phumtham Wechayachai.
Srettha llegó al poder tras una arriesgada carambola política. Al frente del Phue Thai, en su día máximo antagonista de los poderes conservadores, fue elegido primer ministro por el Parlamento hace casi un año con el apoyo de partidos promilitares, a pesar de su promesa electoral de no hacerlo.
El Pheu Thai conseguía así regresar al poder nueve años después de ser defenestrado por los militares, que han perpetrado 13 golpes de Estado desde 1932, y después de que la formación reformista Avanzar, ganadora de los comicios, no pudiera gobernar por el bloqueo del anterior y promilitar Senado.
Doble “golpe judicial”
Avanzar, que se convirtió en la primera fuerza opositora, fue disuelto la pasada semana por el mismo tribunal, que consideró su propuesta de reformar la ley de lesa majestad, de las más draconianas del planeta, una amenaza a la monarquía constitucional, si bien el movimiento reformista anunció ya el viernes su nueva marca, el Partido del Pueblo.
La disolución de Avanzar y la destitución de Srettha han suscitado las críticas a la judicialización del sistema y el noqueo a la renovación democrática.
“Casi 15 meses después de las elecciones generales se está viviendo un reseteo político para preservar y perpetuar al poder autocrático y las prerrogativas del ‘establishment’ conservador-monárquico”, dice en un comentario enviado a EFE el analista político tailandés Thitinan Pongsudhirak.
Por su parte, Termsak Chalermpalanupap, analista de Tailandia del Instituto Yusof Ishak ISEAS de Singapur, subraya a EFE que los movimientos del Constitucional “no son nada nuevo en la política tailandesa desde la disolución de la monarquía absoluta en 1932”.
Srettha es ya el tercer primer ministro tailandés destituido por este tribunal en 16 años: el primero fue Samak Sundaravej, de un partido fuera de la órbita militar y obligado a retirarse en 2008 bajo el pretexto de haber aceptado un trabajo como presentador de un programa de televisión de cocina.
La segunda fue Yingluck Shinawtra, hermana de Thaksin y a la que el Constitucional destituyó en 2014 por abuso de poder.
La defenestración de Srettha, neófito en política y quien gobernó a la sombra de Thaksin -acusado ahora de lesa majestad y de quien fue abogado el exministro de Finanzas por el que acusan al exmagnate-, da paso a una temporada de cábalas sobre su posible sustituto.
Este deberá ser respaldado por más de la mitad de los 493 actuales diputados del Parlamento, con la coalición gubernamental controlando 314, y entre los nombres más sonados se encuentran desde la hija de Thaksin, Paetongtarn Shinawatra, al impulsador de la liberalización de la marihuana en el país, Anutin Charnvirakul, a un poderoso exmilitar detrás de golpes de Estado, Prawit Wongsuwan.
“La era oscura de Tailandia de destruir la democracia a través de una elite conservadora controlada por el Tribunal Constitucional continúa”, denunció hoy Phil Robertson, de Human Rights Watch (HRW).
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