El presidente saliente de Kazajistán, Kasym-Jomart Tokáyev, ganó sin oposición las elecciones del domingo y se confirmó como el nuevo hombre fuerte del mayor país de Asia Central, sacudido a principios de año por unas mortíferas protestas.
Según los resultados preliminares ofrecidos el lunes por la Comisión Electoral, el antiguo diplomático de 69 años, llegado al poder en 2019, obtuvo el 81,31% de los votos en unos comicios con un 69,44% de participación.
Como se esperaba, los cinco candidatos opositores que se pudieron presentar hicieron de figurantes, con un 3,42% de sufragios para el más votado de ellos.
De hecho, la alternativa preferida de los electores fue la opción de votar “contra todos”, una novedad en este escrutinio que sedujo a un 5,8% de los participantes.
Rica en recursos naturales y situada en medio de importantes ejes comerciales, esta antigua república soviética vivió en enero unas fuertes protestas contra el elevado coste de vida.
Las manifestaciones degeneraron en disturbios y su represión por parte de las autoridades dejó al menos 238 víctimas mortales.
La memoria de esos hechos sigue viva y aún permanecen las tensiones. Las autoridades detuvieron el jueves a siete personas cercanas a un opositor exiliado, acusadas de haber intentado un “golpe de Estado”.
“Nueva era”
En la noche del domingo, Tokáyev llamó a la “unidad” para hacer realidad el programa de su reforma constitucional aprobada en junio.
“Esta elección abre una nueva era y todas las principales instituciones de poder serán reformadas”, prometió.
También repitió su compromiso con las reformas económicas y con acabar con el “monopolio de poder” que ha conocido Kazajistán durante las tres décadas de régimen de Nursultán Nazarbáyev, dimitido en 2019.
En su campaña, el presidente saliente prometió forjar “un nuevo Kazajistán”, más justo y menos corrupto. Pero las dificultades económicas persisten, al igual que sus reflejos autoritarios.
Diplomático soviético en sus inicios, Tokáyev se convirtió con la independencia de esta república en un hombre clave del régimen de Nazarbáyev.
Considerado mano derecha de su predecesor, el actual presidente apostó inicialmente por la continuidad respecto de su mentor, pero rompió con él después del sangriento enero de 2022.
Esto no impidió que Nazarbáyev fuera de los primeros en felicitar su reelección: “Es la prueba incontestable de la fe de nuestro pueblo en sus reformas”, dijo.
Aunque la identidad del vencedor estaba clara, había cierto suspense para saber el porcentaje de votos del presidente saliente, que en 2019 obtuvo un 71%.
Reflejos autoritarios
Desde enero, Tokáyev se convirtió en un dirigente implacable, ordenando disparar contra los manifestantes, deteniendo al círculo cercano de Nazarbáyev o plantando cara al presidente ruso Vladimir Putin.
En un equilibrismo entre Rusia, China y la Unión Europea, el presidente criticó la invasión de Ucrania, pero no se sumó a las sanciones occidentales contra Moscú.
Al “Nuevo Kazajistán” prometido por Tokáyev le cuesta desprenderse de los reflejos autoritarios después de tres décadas bajo la batuta del omnipresente Nazarbayev.
Como en la época del exdirigente, que ganó sus últimos comicios en 2015 con un 98% de votos, el paisaje político está desierto y la oposición lastrada por la presión de las autoridades.
Durante la votación del domingo, la Agence France-Presse vio a votantes tomarse una fotografía ante los colegios electorales y varios de ellos explicaron que estaban “obligados” a mostrarla el lunes a su empleador.
Pese al resultado aplastante y la ausencia de competencia, Tokáyev estimó que esta campaña fue “equitativa y abierta”.
Los observadores internacionales de la OSCE darán a las 09:00 GMT (6:00 en Chile) del lunes una rueda de prensa sobre los comicios.
Previamente habían lamentado que sus recomendaciones sobre “las libertad fundamentales y las condiciones de eligibilidad y de inscripción de candidatos” no fueron atendidas.