El exmandatario fue baleado en una pierna mientras encabezaba una protesta.
Miles de simpatizantes del ex primer ministro de Pakistán Imran Khan están protagonizando este viernes violentos enfrentamientos contra la Policía por todo el país tras el intento de asesinato sufrido este pasado jueves por el líder del Pakistan Tehrik e Insaf (Movimiento por la Justicia o PTI).
El partido confirmó el comienzo de marchas de protesta en las principales ciudades del país, comenzando por Islamabad y siguiendo con Karachi, Lahore, Quetta, Peshawar, Malakand, Rajanpur, Bahawalnagar, Muzaffargarh y Kohat, entre otras, que han terminado degenerando en enfrentamientos de mayor o menor intensidad con las fuerzas de seguridad.
De momento, la Policía de Islamabad ha comenzado a lanzar proyectiles de gas lacrimógeno de manera intermitente para dispersar a los manifestantes en la capital, mientras el tráfico en Rawalpindi -controlada por la Liga Musulmana de Pakistán-Q, aliada del PTI- está parcialmente paralizado y la sede de Gobernación en Lahore ha permanecido bloqueada durante horas por una sentada, según informan los medios paquistaníes.
La Policía de Islamabad ha acusado a los simpatizantes del PTI y del ex primer ministro de “secuestrar el tráfico” en la capital y pedido a los asistentes a las concentraciones que se abstengan de prender fuego a los vehículos, según sus últimas mensajes en su cuenta de Twitter.
El ex primer ministro se dirigirá a la nación este mismo viernes en su primera comparecencia pública tras el intento de asesinato en la provincia de Punyab, del que culpó a sus enemigos que ahora mismo se encuentran al frente del Gobierno paquistaní, desde el primer ministro, Shehbaz Sharif, hasta el ministro del Interior, Rana Sanuallah, quienes han rechazado por completo toda implicación.
Khan, quien se convirtió en abril en el primer mandatario paquistaní en ser destituido en una moción de censura, fue inhabilitado a finales de octubre por la comisión electoral por no haber declarado el dinero de la venta de obsequios y regalos recibidos por parte de líderes internacionales cuando se encontraba al frente del Gobierno.
Su salida del cargo, que Khan achacó sin pruebas a una supuesta “conspiración internacional” liderada por Estados Unidos, ya había venido precedida de una creciente tensión política marcada por escándalos de transfuguismo y multitudinarias protestas a favor y en contra del ahora mandatario.