El director de la Agencia Nacional de Policía de Japón, Itaru Nakamura, anunció el jueves su renuncia, tras una investigación sobre la seguridad del ex primer ministro Shinzo Abe, asesinado el 8 de julio durante un mitin electoral en la calle.
En la oportunidad, admitió falencias “innegables” en el dispositivo de seguridad que debía proteger al exmandatario, constató Japan Times.
La dimisión de Nakamura fue anunciada en rueda de prensa durante la presentación del informe sobre la actuación del dispositivo de seguridad desplegado durante el acto electoral organizado en la ciudad de Nara, en el que Abe recibió dos disparos de un individuo que portaba un arma de fuego de fabricación casera.
Nakamura reconoció que “hubo deficiencias en los planes de seguridad y las evaluaciones de riesgo en las que se basaron” y señaló que “la raíz del problema está en las limitaciones del sistema actual, que lleva años funcionando, en el que la policía local es la única responsable de garantizar la seguridad”.
“Hemos decidido reorganizar nuestro personal y empezar de nuevo con nuestras tareas de seguridad, y por eso he presentado hoy mi dimisión a la Comisión Nacional de Seguridad Pública”, declaró Nakamura. El jefe de la policía nacional nipona afirmó que su dimisión se debe a los “graves” fallos del citado dispositivo que derivaron en “un grave resultado”, y señaló que las autoridades deberán “revisar la forma de proteger la seguridad” y refundarse.
El autor confeso del asesinato de Abe, un exmilitar de 41 años identificado como Tetsuya Yamagami, disparó al político por la espalda mientras pronunciaba un discurso en una isleta, mientras el tráfico continuaba a su espalda.
“Ninguno de los guardaespaldas se dio cuenta del acercamiento del sospechoso y no reconocieron de inmediato que el sonido de los disparos fue causado por un arma de fuego”, añade el texto.
Tras el primer disparo, que no alcanzó a Abe, “no se tomó ninguna medida para sacar a Abe de peligro, como bajarlo del atril o tirarlo al suelo”, como atestiguan las imágenes grabadas por los testigos que asistían al discurso, y ya era tarde cuando los guardaespaldas vieron al tirador e intentaron bloquear el tiro.
El caso provocó gran conmoción, tanto dentro como fuera de Japón.