Rajapaksa, que ayer voló en un avión de las Fuerzas Armadas hasta el archipiélago de Maldivas, llegó a la ciudad-Estado en un vuelo saudí y el Ministerio de Exteriores singapurense indicó que se trata de una visita privada, según el diario Strait Times.
“No ha pedido asilo ni se le ha garantizado ningún asilo. Singapur generalmente no concede peticiones de asilo”, señaló un portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores isleño, de acuerdo al Strait Times.
El rotativo indica que Rajapksa puede haber presentado su dimisión, que se esperaba el miércoles, una decisión que habría esperado a tomar hasta estar fuera de Sri Lanka, pues al hacerlo pierde la inmunidad que le garantiza el cargo y puede ser arrestado en su país.
No está claro cuánto tiempo se quedará en Singapur ni si pondrá rumbo a un nuevo destino después, con informaciones que apuntan a Arabia Saudí como posible itinerario.
La policía singapurense emitió un comunicado este jueves en el que pide “a la población de Singapur, a los residentes, a los extranjeros y a los visitantes que obedezcan las leyes locales. Se tomarán medidas contra todos los que participen en asambleas públicas ilegales”, añade.
Singapur, bajo un régimen semiautoritario, sólo permite las manifestaciones en un lugar determinado de la isla, de forma controlada y con autorización previa.
Cerca de un 5% de los 5,7 millones de habitantes de la ciudad-Estado asiática son de etnia tamil, algunos con orígenes en Sri Lanka.
Rajapaksa, militar retirado, ha sido acusado de permitir la muerte de miles de tamiles civiles durante la guerra civil, que acabó en 2009 después de asolar el país durante tres décadas.
Tras retirarse del Ejército y vivir varios años en el extranjero, el actual mandatario regresó a Sri Lanka en 2005 y asumió el mando de la secretaría de Defensa de Sri Lanka durante los diez años en los que su hermano mayor, Mahinda Rajapaksa, dirigió el país.
Ambos hermanos han sido acusados de delitos contra los derechos humanos, especialmente tras la sangrienta ofensiva dirigida por Gotabaya que puso fin a la guerra civil.
Sri Lanka ha estado inmerso en un agitado clima de protestas a causa de la grave crisis económica que afecta al país, la peor desde su independencia del Imperio británico en 1948.
Desde hace meses, la nación sufre una profunda escasez de medicamentos, alimentos y combustible, provocada en parte por el gran endeudamiento y las políticas domésticas de Rajapaksa.
Las multitudinarias manifestaciones contra su Gobierno han provocado su huida, primero a Maldivas y ahora a Singapur, que en el pasado ha ofrecido alojamiento a figuras polémicas como el ex presidente de Zimbabue Robert Mugabe, fallecido en un hospital de la isla asiática en 2019.