La maquinaria propagandística de China "usó" la visita de la Alta Comisionada de la ONU, Michelle Bachelet, estimaron organizaciones y activistas este viernes, considerando que el viaje sirvió para blanquear los abusos cometidos por Pekín contra minorías en la región de Xinjiang.

Es “clarísimo” que China utilizó su visita para “impulsar su propia narrativa y defender su pobre balance en materia de derechos humanos”, dijo Alkan Akad, de Amnistía Internacional en China.

El objetivo era “mostrar al mundo que China puede doblegar a un alto funcionario de derechos humanos a su voluntad”, estimó por su parte Maya Wang, investigadora de Human Rights Watch para China.

El viaje de Bachelet, planeado desde hace tiempo, la llevó al remoto oeste del país, a Xinjiang, donde Pekín está acusado de retener a un millón de uigures y otras personas de minorías musulmanas en centros de detención, de esterilizar a las mujeres y obligar a estos ciudadanos a realizar trabajos forzados.

Estados Unidos y parlamentos de otros países occidentales han denunciado un “genocidio”, acusaciones negadas de manera vehemente por China, que asegura que se trata de centros de formación profesional para mantener alejada a la población del separatismo y el islamismo extremo.

Un “escaparate”

Bachelet llegó a China observada con lupa por grupos de derechos humanos, que consideraron que su viaje formaría parte de una elaborada coreografía del Partido Comunista chino, que incluía una conversación con el presidente Xi Jinping, difundida luego en los medios públicos como un apoyo a la idea china de los derechos humanos.

Bachelet dará una rueda de prensa el sábado, al final de su viaje, en la que seguramente se le interrogará sobre el acceso que ha tenido a los uigures y a los centros de detención en Xinjiang, en lo que será su última oportunidad durante su estancia en China para mencionar las denuncias de abusos.

La activista uigur Rahima Mahmut, que vive en Londres, calificó la visita de “escaparate”.

“No es la investigación neutral, independiente y sin restricciones que nos habían prometido”, dijo a la Agence France-Presse.

Al contrario, Pekín quiso lograr una “carta blanca para seguir ejerciendo la represión, la vigilancia, la tortura y el genocidio contra comunidades como la mía”, agregó.

La visita de Bachelet en Xinjiang transcurre por ahora en medio de una discreción total. Las autoridades chinas, escudándose en los rebrotes de coronavirus en el país, crearon una burbuja sanitaria que mantiene a la Alta Comisionada apartada de la prensa extranjera.

No se han dado tampoco detalles precisos sobre qué lugares e instalaciones ha podido visitar Bachelet.

Hable claro o váyase

La expresidenta está en Xinjiang desde el martes y sus colaboradores afirmaron que iba a visitar las ciudades de Urumqi, capital regional, y Kashgar.

Los medios estatales difundieron informaciones huecas y exaltaron las positivas reuniones con Xi y el ministro de Exteriores, Wang Yi.

Concretamente afirmaron que Bachelet había “admirado los esfuerzos y logros chinos en materia de derechos humanos” durante su encuentro, por videoconferencia, con Xi.

Un portavoz de Bachelet no confirmó la exactitud de estas afirmaciones a la Agencia AFP y posteriormente hubo un desmentido vago y confuso desde la ONU sobre estas informaciones publicadas por los medios chinos.

El activista uigur Abduweli Ayup, que vive en Noruega, se dijo “desilusionado” por el hecho de que Bachelet haya permitido que Pekín “malinterpretara” sus palabras.

“La han usado para su propaganda”, dijo a la Agencia.

Aunque aún no se sabe qué pudo ver Bachelet en Xinjiang, sí fueron difundidas imágenes de ella junto a un libro de comentarios de Xi sobre derechos humanos durante su visita a esta región.

El ministro de Exteriores chino, Wang Yi presentando el libro de Xi Jinping sobre derechos humanos
Red de Observadores de DDHH

China rechaza cualquier crítica a sus políticas en esta región y califica de injerencia los intentos de inmiscuirse en la realidad de Xinjiang.

El gobierno chino ha negado que el viaje de Bachelet sea una investigación y lo califica más bien de oportunidad de “clarificar la desinformación”.