La decisión de Estados Unidos de continuar dando apoyo a las fuerzas de defensa afganas frente a una ofensiva inédita de los talibanes sobre el terreno, intenta dar un respiro a Kabul, que sigue estancado en las conversaciones de paz mientras pierde territorio.
El movimiento a la vez puso en tela de juicio el compromiso de EEUU de retirarse del país y dejar la resolución del conflicto en manos de los afganos, tal y como pactó con los insurgentes en febrero de 2020, en el histórico acuerdo de Doha.
El principal portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid, dijo hoy a Efe que su grupo condena “los continuos ataques aéreos de los estadounidenses, y esto es una clara violación del acuerdo de Doha”.
En el acuerdo de Doha, Estados Unidos se comprometió a abandonar por completo el territorio afgano. Los talibanes aceptaron comenzar a dialogar una salida política a la guerra directamente con el Gobierno de Kabul.
“Todas sus actividades en Afganistán después de mayo son ilegales y esto es agresión”, aseguró Mujahid.
Los talibanes, dijo, no guardarán silencio, y “si los estadounidenses continúan con los ataques aéreos, serán responsables de las consecuencias”.
Máxima tensión
Aprovechando la fase final de retirada, los talibanes han conseguido los mayores avances territoriales alcanzados en los últimos 20 años de guerra, controlando unos 125 distritos de los 407 del país.
Esto ha puesto presión sobre el Gobierno de Afganistán, que ha reconocido que sus recursos han sido insuficientes para hacer frente a la ofensiva insurgente.
De acuerdo con el presidente del Observatorio para la paz de Afganistán, Habib Khan Totakhail, “el poder aéreo de Estados Unidos es clave para mantener a raya a los talibanes. Es realmente importante que las fuerzas de seguridad afganas cuenten con ese apoyo”.
El poder aéreo es, de hecho, “un cambio de juego en la guerra y permitirá a las fuerzas afganas hacer retroceder a los talibanes. Las fuerzas aéreas afganas no son tan fuertes. No son capaces de llevar a cabo ataques aéreos en todo el país debido a la falta de capacidades técnicas y activos”, explicó.
La retirada de las tropas internacionales coincide además con la temporada de verano, que permite a los insurgentes aumentar sus operaciones.
Teniendo apoyo durante este periodo, una vez que llegue el invierno, cuando las bajas temperaturas compliquen las operaciones talibanes, “las fuerzas afganas podrán mantenerse firmes contra los ataques”, indicó.
Totakhail confía en que “con suficiente apoyo aéreo de Estados Unidos, las fuerzas afganas podrán recuperar los centros tomados”.
Se avecinan días decisivos
El comandante del Mando Central (CENTCOM), el general Kenneth McKenzie, admitió en una declaración hecha en Kabul esta semana que la situación del país no es fácil, y aunque el avance de los talibanes podría revertirse, la estrategia del Gobierno en los próximos días determinará el futuro de Afganistán.
“La Administración afgana está bajo una enorme presión, y los próximos días y semanas determinarán si el Gobierno podrá defender el país que tienen, como he señalado, no creo que vaya a ser una tarea fácil”, dijo.
De acuerdo con el Ministerio de Defensa afgano, en las últimas 24 horas se han llevado a cabo enfrentamientos y contraataques en 15 de las 34 provincias del país.
En estas operaciones, 178 talibanes murieron y 112 resultaron heridos”, según el parte diario.
La prolongación de la guerra
El Gobierno afgano ha dicho que trabaja en un plan para los próximos seis meses. Esto, para recuperar los territorios perdidos y pasar de su posición defensiva a una nueva posición ofensiva.
Para algunos analistas, sin embargo, es un movimiento temporal que no ayuda a la resolución del conflicto. Lo anterior, ya que -y según indican- la única salida se encuentra sobre la mesa en las negociaciones de paz entre el Gobierno afganos y el movimiento insurgente.
“El apoyo aéreo a las fuerzas afganas tendrá un impacto a corto plazo en el campo de batalla a favor de las fuerzas de seguridad. Pese a esto, no es una solución a largo plazo”, explicó el analista Safiullah Mullakhil.
La Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) advirtió ayer en su último informe que 2021 podría convertirse en el año más sangriento para la población civil desde que comenzó a recabar datos en el país en 2009.
Desde que comenzó la fase final de la retirada, entre los pasados mayo y junio, 783 civiles murieron y 1.609 resultaron heridos, de acuerdo con la UNAMA.