La junta militar de Birmania intensifica la represión con el cierre de medios de comunicación, la detención de periodistas y tácticas de acoso como el cerco durante toda la noche de manifestantes en un barrio de Rangún.
Centenares de personas, muchas de ellas mujeres que habían estado participando en las marchas con motivo del Día de la Mujer, pudieron salir en la mañana del martes de sus refugios tras pasar la noche aterrados y escondidos de las fuerzas de seguridad.
Los manifestantes quedaron acorralados en el barrio Sanchaung, en el centro histórico de Rangún, después de que la Policía bloqueara a última hora de la tarde del lunes todas las vías de salida.
Las fuerzas de seguridad lanzaron granadas aturdidoras y dispararon en repetidas ocasiones mientras los manifestantes reclamaban a gritos que les dejaran salir.
Muchos de ellos se escondieron en casas de vecinos a la espera de que la policía y los servicios secretos, que intimidaron a los residentes aporreando las puertas casa por casa, levantara el sitio.
El cerco terminó alrededor de las 4:00 (18:30 horas chilenas del lunes) pero algunos de los acorralados comentaron a Efe que aún esperaron hasta la salida del sol para abandonar su escondite ante el temor de que la retirada fuera una treta de los uniformados.
Al menos 40 fueron detenidos durante el asedio, indicaron a Efe testigos, quienes señalaron que camiones militares abandonaron el lugar con los arrestados.
A pesar del acoso, los birmanos regresaron hoy a las calles de varias ciudades del país, como Rangún, Mandalay y Myeik, para reclamar al Ejército que restablezca la democracia, el respeto a los resultados de las elecciones de noviembre y la liberación de todos los detenidos desde el golpe de Estado, incluida la líder electa Aung San Suu Kyi.
Prensa bajo ataque
Los militares también han aumentado su acoso contra los medios de comunicación independientes y los trabajadores de éstos que informan a diario sobre las protestas en rechazo del golpe de Estado del 1 de febrero y la brutal represión policial contra la disidencia, que ya ha dejado al menos 60 muertos.
Dos periodistas birmanos fueron detenidos este martes en Rangún, y se suman a la amplia lista que cifraba en al menos 34 profesionales de los medios detenidos desde el golpe militar, al menos seis de ellos acusados de vulnerar las leyes de orden público.
El canal público MRTV, ahora controlado por el Ejército, anunció anoche la cancelación de las licencias para la publicación y retransmisión de los medios Myanmar Now, 7Day News, Democratic Voice of Burma, Mizzima y Khit Thit News, que a partir de ahora no podrán continuar legalmente informando sobre lo que acontece en el país.
A pesar de ello, Mizzima, creado por periodistas birmanos en el exilio en 1988, reafirmó su compromiso con “seguir luchando contra el golpe militar y la restauración de la democracia y derechos humanos en Birmania” y se comprometió a continuar informando en sus portales digitales y redes sociales.
“Estamos en un punto en el que continuar haciendo nuestro trabajo significa correr el riesgo de ser encarcelados o asesinados. Lo cierto es que no dejaremos de cubrir los enormes crímenes que viene cometiendo el régimen en todo el país”, dijo por su parte Swe Win, editor jefe de Myanmar Now, portal fundado en 2015 y cuya sede fue ayer asaltada por los militares.
Embajador birmano pide liberación de Suu Kyi
El embajador de Birmania en Reino Unido, Ktaw Zwar Minn, nombrado por el gobierno derrocado, reclamó en una carta la liberación de la depuesta líder, Aung San Suu Kyi, bajo arresto domiciliario desde el primer día del levantamiento.
“La diplomacia es la única respuesta. La única salida a la actual crisis sólo se puede encontrar en la mesa de negociación”, apuntó el diplomático, en un gesto “de coraje y patriotismo” alabado por el ministro de Exteriores británico, Dominic Raab.
El embajador birmano en la ONU, Kyaw Moe Tun, y la embajada de Washington también se han desmarcado públicamente de la junta militar.
Según el medio birmano Irrawaddy, al menos 10 diplomáticos birmanos en Washington, Los Ángeles, Nueva York y Bruselas se había unido el movimiento de desobediencia civil hasta la semana pasada.
El aislamiento de la junta militar aumenta con una condena internacional generalizada y las sanciones impuestas a mandos selectos del Ejército y sus intereses económicos por EE. UU., Reino Unido y Canadá.
El Ejército birmano justificó la toma de poder por un supuesto fraude electoral en los comicios de noviembre, donde observadores internacionales no detectaron ningún amaño y en los que arrasó la Liga Nacional para la Democracia, el partido liderado por la Nobel de la Paz birmana, Aung San Suu Kyi, como ya hiciera en 2015.