Sobre las barricadas que buscan frenar las cargas de la Policía en Rangún, este lunes aparecen coloridas hileras de longyi, una falda tradicional birmana, para conmemorar el Día de la Mujer, cuyo papel es esencial en las protestas contra el golpe de Estado militar del 1 de febrero.
Esta forma de protestar utiliza, como mofa, la creencia popular birmana de que si un hombre pasa por debajo de una longyi (también conocido como Htamein o Sarong) pierde parte de su virilidad.
A lo largo de Birmania, decenas de miles de mujeres, muchas ataviadas con camisetas moradas, han salido a protestar contra el golpe militar, al igual que llevan haciéndolo desde la asonada.
En el estado Kayah, este del país, y en otros territorios, las mujeres portaron el longyi, una sábana de seda de unos 2 metros de largo que se lleva alrededor de la cintura y hasta los pies, a modo de banderas mientras marchaban en oposición contra los uniformados.
“Este movimiento de protesta pacífica, junto con el movimiento de desobediencia civil, ha visto a mujeres asumir una variedad de roles de liderazgo y se estima que el número de mujeres manifestantes es del 60% del total”, apuntan en un comunicado cinco asociaciones garantes de los derechos de la mujer.
Al menos 6 mujeres se encuentran entre las más de 50 víctimas mortales a raíz de la brutal represión ejercida por la Policía y el Ejército, que han llegado a disparar con munición real contra los manifestantes en varios puntos del país.
“Muchas otras han sido detenidas de manera arbitraria y se hallan en alto riesgo de violencia, acoso y asalto sexual con una limitada o nula protección legal”, subraya el escrito que recuerda las numerosas denuncias de violencia sexual perpetrada por los soldados en los escenarios de combate contra guerrillas étnicas.
Los grupos feministas reclaman, al igual que las protestas que se expanden a lo largo del país, la restauración de la democracia, el respeto a los resultados electorales de noviembre y la liberación de todos los detenidos por los militares, entre ellos la depuesta líder y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi.
Para ello urgen a Naciones Unidas y los gobiernos del Sudeste Asiático “acciones inmediatas contra el golpe militar en apoyo y protección de los civiles” y piden un embargo internacional a la venta de armas.
La Liga para las Mujeres de Birmania, una de las asociaciones firmantes, remarcan en una publicación en Twitter: “Nos levantamos contra la junta militar y en desafío al patriarcado. No subestimen el papel de la mujer en la revolución”.
El Ejército, que defiende la actuación policía, justificó la toma de poder por un supuesto fraude electoral en los comicios de noviembre, donde observadores internacionales no detectaron ningún amaño, en los que arrasó la Liga Nacional para la Democracia, el partido liderado por Suu Kyi, como ya hiciera en 2015.