El líder norcoreano Kim Jong-un abrió el segundo congreso del Partido de los Trabajadores de Corea con una autocrítica fuerte, pero sin precisiones. La octava reunión de este tipo desde la creación del país llega dos semanas antes de que Joe Biden entre en la Casa Blanca.
Este evento podría definir las políticas económicas e internacionales para los próximos cinco años.
El octavo congreso del Partido de los Trabajadores de Corea (WPK) se abrió el martes en Pyongyang en presencia de 7.000 delegados y participantes. Ninguno llevaba puesta la mascarilla, según se observa en las fotos oficiales, en un país que asegura no haber registrado ningún caso de covid-19.
En su discurso, el líder supremo se refirió al fracaso del plan quinquenal de desarrollo económico adoptado en el último congreso de 2016. Los resultados están -dijo- “muy por debajo de nuestros objetivos en casi todos los ámbitos”, informó la agencia oficial norcoreana KCNA.
El país sufre una mala gestión de la economía y el plan anterior fue abandonado discretamente el año pasado.
“Tenemos la intención de analizar en profundidad (…) nuestras experiencias, lecciones y los errores cometidos”, añadió Kim, vestido con un traje negro en cuya solapa llevaba los retratos de su padre y abuelo, quienes le precedieron a la cabeza de Corea del Norte.
El cierre de las fronteras con su vecino y principal socio económico, China, así como las inundaciones, se sumaron a la mala gestión crónica de la economía.
El comercio con China representa ahora una ínfima parte de lo que era, y muchas embajadas han cerrado o reducido drásticamente el personal.
Pese a este balance, la autosuficiencia parece ser todavía una meta para Pyongyang, como dijo Kim Jong-un en su discurso, donde también destacó los éxitos del Partido y la necesidad de la unidad.
¿Ascenso de la hermana de Kim Jong-un?
Sobre todo, este congreso es la reunión más importante del Partido en la que se decide la dirección política para los próximos cinco años. También es una oportunidad para tomar decisiones sobre las élites gobernantes. Y sobre este tema, los ojos se dirigen a Kim Yo-jong, la hermana de Kim Jong-un, que fue uno de los funcionarios elegidos en el congreso.
La hermana y asesora del líder supremo parte del presídium del congreso, señal de su creciente influencia.
El congreso estuvo precedido por una campaña de movilización masiva que pidió a los norcoreanos que trabajaran horas extras y asumieran nuevas tareas durante 80 días para estimular la economía.
Biden, un “perro rabioso”
A menos de dos semanas de la investidura de Joe Biden, el 20 de enero, Corea del Norte podría aprovechar para enviar un mensaje a Washington.
“Sin Trump, Corea del Norte reafirmará su tradicional hostilidad hacia Estados Unidos con un anticipo de sus futuras provocaciones”, considera Go Myong-hyun, del Instituto Asan de estudios políticos.
Kim Jong Un y Donald Trump tuvieron sus altibajos, entre insultos y apretones de manos. Pero este último nunca ha inspirado a Corea del Norte el odio que siente por Joe Biden, un “perro rabioso” que merece ser “golpeado hasta la muerte”. Por su parte, el presidente electo calificó a Kim de “matón”.