Una bomba mató a dos empleados de una televisión privada afgana este sábado en Kabul, el mismo día en que un alto responsable gubernamental anunció que estaban listos para negociar con los talibanes.

“Un periodista especialista en Economía y el conductor del minibús murieron en el atentado contra un vehículo que transportaba a 15 empleados de Khurshid TV”, explicó a la AFP Jawed Farhad, el director de esta cadena de televisión privada.

El incidente se produjo en un momento de disminución de violencia en todo el país por un alto el fuego de tres días declarado por los talibanes, que terminó el martes.

Desde entonces, los insurgentes han reanudado sus ataques contra las fuerzas afganas, aunque con menor intensidad de lo habitual.

El sábado por la noche, el gobierno anunció haber liberado a 710 presos talibanes desde el viernes, en un proceso de puesta en libertad de 2.000 de ellos a cambio del alto el fuego. El martes, las autoridades habían liberado a 900 talibanes.

Los insurgentes afirmaron no ser responsables de la explosión del sábado que, hasta ahora, no fue reivindicada.

El gobierno condenó un ataque “odioso”, según un comunicado.

Horas antes del ataque, Abdulá Abdulá, funcionario del gobierno encargado de las conversaciones, anunció que su equipo estaba dispuesto a iniciar “en cualquier momento” las negociaciones de paz con los talibanes.

“El anuncio de un alto el fuego, la reducción de la violencia y el intercambio de prisioneros prepararon el terreno para un buen comienzo”, declaró en una conferencia de prensa.

Sin embargo, Abdulá, jefe del Consejo de Negociación establecido por Kabul, aclaró que durante las conversaciones debía establecerse un nuevo cese del fuego.

“El gobierno afgano está investigando seriamente lo ocurrido”, declaró por su parte Feroz Bashari, portavoz del gobierno. Otros seis empleados de la cadena resultaron heridos, precisó.

Este es el segundo ataque contra empleados de Khurshid TV en menos de un año.

En agosto de 2019, dos transeúntes murieron en la explosión, no reivindicada, de una mina magnética, colocada en un minibús de la cadena.

Afganistán es uno de los países más peligrosos para los periodistas, que deben cubrir la guerra y que, a veces, se convierten en blanco de los ataques.

Un gobierno unido

La reducción de la violencia de los talibanes ha hecho renacer tímidas esperanzas, cuando el proceso de paz parecía estar al borde del abismo.

Los insurgentes habían intensificado sus ofensivas contra las fuerzas afganas desde la firma, a finales de febrero en Doha, de un acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes, que prevé la salida de todas las tropas estadounidenses extranjeras de Afganistán para mediados de 2021.

A cambio, los talibanes asumieron compromisos en materia de lucha contra el terrorismo y prometieron entablar negociaciones de paz, directas y sin precedentes, con el gobierno.

El gobierno afgano también ayudó a hacer avanzar el proceso liberando a 900 prisioneros talibanes el pasado martes.

En efecto, los insurgentes piden el intercambio de 5.000 prisioneros talibanes por 1.000 miembros de las fuerzas afganas, antes de la apertura de las negociaciones.

Estas conversaciones debían comenzar el 10 de marzo, pero fueron aplazadas.

Abdulá fue nombrado jefe del consejo negociador en un acuerdo para resolver una disputa con su rival, el presidente afgano Ashraf Ghani. Ambos clamaban haber ganado las últimas elecciones presidenciales.

El inicio de estas conversaciones forma parte de las condiciones establecidas en el acuerdo firmado entre los insurgentes y Washington.