Las escuelas y las universidades de Hong Kong estaban cerradas este jueves por cuarto día consecutivo por las acciones de los manifestantes prodemocracia, que siguen bloqueando este territorio semi-autónomo chino.
La tensión volvió a subir el jueves cuando el periódico en inglés Global Times, cercano a las autoridades chinas, dijo que el gobierno de Hong Kong podría anunciar un toque de queda para el fin de semana.
Sin embargo esta información, publicada en un tuit, fue suprimida sin explicaciones y el gobierno de Hong Kong no quiso confirmarla ni desmentirla.
Después de más de cinco meses de manifestaciones, el movimiento de protesta en esta excolonia británica empezó a aplicar esta semana una nueva táctica llamada “eclosión generalizada” que consiste en acciones simultáneas en varios puntos del territorio a la vez.
Estas protestas las llevan a cabo pequeños grupos, formados principalmente por estudiantes.
El jueves varias avenidas estaban bloqueadas con barricadas de bambú, ladrillos y pilas de objetos de todo tipo.
También estaba cerrado uno de los tres túneles de carretera de Hong Kong, igual que numerosas estaciones de metro y líneas de autobuses, con lo que este territorio de 7,5 millones de habitantes estaba de nuevo paralizado.
Las autoridades ordenaron el cierre de escuelas y universidades a partir de la próxima semana. Los hospitales aplazaron las operaciones no urgentes y muchos comercios estaban cerrados.
El gobierno de Hong Kong pidió a las empresas que sean comprensivos con los empleados que no pueden ir al trabajo.
A la hora de comer muchos empleados que lograron ir a trabajar participaron en acciones de protesta.
En el barrio de Central, donde tienen sus oficinas muchas compañías extranjeras, miles de personas bloqueaban las calles.
“Muchos jóvenes resultaron heridos (…) tenemos que salir”, dijo un jurista, Chan, a la AFP.
Desde junio, Hong Kong vive la peor crisis política desde la retrocesión de 1997 y los manifestantes prodemocracia mantienen sus reivindicaciones frente al gobierno local y al gobierno chino.
Esta semana se vieron de nuevo escenas de violencia en todo el territorio, en particular en el metro, que normalmente usan cuatro millones de personas a diario.
Según el gobierno 70 personas fueron hospitalizadas el miércoles, dos de ellas en estado crítico. Es el caso de un hombre de 70 años que recibió un golpe en la cabeza con un ladrillo.
La policía disparó este jueves gases lacrimógenos cerca de la Universidad Politécnica de Hong Kong, donde estaban convocados los manifestantes.
En un mensaje en Facebook la policía acusó a los “amotinados” de haber disparado flechas contra la policía.
Los estudiantes están usando nuevas armas, como catapultas artesanales, arcos, flechas o raquetas de tenis para rechazar las granadas de gas lacrimógeno.
En el campus, los estudiantes construyeron muros de ladrillo y barricadas de cemento de cara a una posible intervención de la policía.
“Espero con impaciencia la llegada de la policía”, dijo un manifestante vestido de negro que dijo llamarse Ah Fai.
En septiembre el ejecutivo local abandonó el proyecto de ley que iba a autorizar las extradiciones a China continental y que había desatado las protestas.
Pero desde entonce rechaza hacer nuevas concesiones y defiende la acción de la policía.
El gobierno de Pekín es todavía más inflexible y dio a entender que podría reforzar las medidas de seguridad frente a la violencia.
“Las bandas han transformado los campus en una zona de guerra igual que en Siria”, afirma el periódico pro-Pekín Global Times.