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El oleaje anómalo proveniente de un sistema frontal en el hemisferio norte ha desatado la furia del océano en las costas de Chile, Perú y Ecuador, generando olas de hasta cuatro metros que han devastado viviendas, arrastrado embarcaciones y causado víctimas mortales en estas naciones sudamericanas. En Chile, comunidades desde Arica hasta el Golfo de Arauco se han visto afectadas, con daños significativos en infraestructuras, embarcaciones y viviendas, así como la lamentable pérdida de vidas humanas, como la de un hombre en la Playa Tres Islas en Iquique. En Perú, regiones del norte como Piura y Tumbes han sufrido inundaciones y daños a la infraestructura turística y pesquera, con afectaciones económicas considerables que han llevado al gobierno a ofrecer créditos y suspender cobros para mitigar pérdidas. Mientras tanto, en Ecuador, provincias como Manabí, El Oro, Santa Elena y Esmeraldas enfrentan destrucción de viviendas, cierres de playas y pérdidas humanas. El fenómeno ha reabierto el debate sobre el cambio climático y la erosión costera, destacando la importancia de fortalecer las medidas de protección y prevención ante eventos marítimos extremos que podrían repetirse con mayor frecuencia debido al impacto ambiental.

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El mar ha desbordado su furia en Sudamérica. Calles inundadas, embarcaciones destrozadas, viviendas colapsadas y víctimas mortales son el saldo de las intensas marejadas en las costas.

La furia del océano ha desatado el caos en las costas de Chile, Perú y Ecuador. Grandes olas, algunas de hasta cuatro metros, han devastado viviendas, arrastrado embarcaciones y provocado muertes en estas naciones sudamericanas.

El oleaje anómalo, originado por un sistema frontal en el hemisferio norte, avanza con una fuerza que ha dejado a comunidades enteras en alerta máxima, cerrando puertos, destruyendo infraestructuras y paralizando la actividad pesquera y turística en algunas partes de la región.

En Chile, el Servicio Meteorológico de la Armada informó que el fenómeno impactaría desde Arica y Parinacota hasta el Golfo de Arauco, pasando por el archipiélago Juan Fernández.

Las olas comenzaron a intensificarse la madrugada del 3 de enero, y se espera que los efectos se extiendan hasta el 6 de enero, con mayor intensidad entre el viernes y sábado.

Como medida de precaución, Senapred activó una Alerta Temprana Preventiva para las localidades costeras, pidiendo a la población evitar actividades recreativas en la costa y alejarse de sectores rocosos y rompientes.

Entre los daños más significativos reportados, el Paseo Wheelwright en Valparaíso sufrió graves afectaciones en su infraestructura, con la pérdida de mobiliario urbano, barandas destruidas y plataformas dañadas. La municipalidad de esa localidad cerró el acceso al lugar debido al riesgo que representa para los transeúntes.

También se informó del colapso de 19 embarcaciones menores en las regiones de Antofagasta y Atacama, mientras que, en Laguna Verde, 16 viviendas sufrieron daños de consideración y otras 43 se encuentran en evaluación. En la Región de Ñuble, más de 170 personas fueron afectadas por la pérdida de cultivos agrícolas y pastizales utilizados para la alimentación del ganado.

Una de las situaciones más trágicas ocurrió en la Región de Tarapacá, donde un hombre de 30 años perdió la vida tras ingresar a la Playa Tres Islas en Iquique, una zona no apta para el baño. A pesar de las advertencias, las corrientes y las olas lo arrastraron, y los equipos de emergencia no lograron reanimarlo.

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¿Cuál es la situación en Perú tras el oleaje anómalo?

En Perú, el oleaje ha golpeado especialmente las regiones del norte, como Piura y Tumbes, causando inundaciones y afectando tanto a pescadores como a la infraestructura turística.

En el muelle artesanal El Ñuro, situado en Talara, al norte del país, partes de la estructura colapsaron debido a la fuerza del mar, destruyendo barandas, una caseta de seguridad y un muro de contención. Esto obligó a suspender actividades como el nado con tortugas marinas, popular entre turistas, y dejó a cerca de 400 pescadores paralizados, incapaces de salir a trabajar.

“Estamos completamente paralizados. No podemos salir al mar, y hemos perdido gran parte de nuestros equipos. Es algo que nunca habíamos visto con esta intensidad”, comentó Juan Oré, pescador artesanal con décadas en el oficio.

En Máncora, el agua invadió las calles cercanas al muelle, mientras que, en Cabo Blanco, numerosas embarcaciones resultaron dañadas.

Según la Dirección de Hidrografía y Navegación de la Marina de Guerra del Perú, este oleaje se originó miles de kilómetros al norte, frente a la costa de Estados Unidos, y ha sido intensificado por la fase de luna nueva. La entidad pronosticó que el fenómeno persistirá hasta el 7 de enero, afectando principalmente a playas orientadas al noroeste.

El impacto económico ha sido considerable. El Ministerio de la Producción anunció que ofrecerá créditos sin intereses y períodos de gracia de hasta seis meses para los pescadores artesanales que han perdido motores, aparejos de pesca y embarcaciones. Además, se suspendió el cobro de créditos previamente otorgados por el Fondo Nacional de Desarrollo Pesquero (Fondepes), en un esfuerzo por mitigar las pérdidas de las comunidades costeras.

El oleaje anómalo ha afectado principalmente a regiones del norte de Perú.
El oleaje anómalo ha afectado principalmente a regiones del norte de Perú. Foto: Municipalidad Distrital de La Punta.

Ecuador también afectado

En Ecuador, la situación es igualmente crítica. Las provincias de Manabí, El Oro, Santa Elena y Esmeraldas han sido las más afectadas, con viviendas destruidas, cierres de playas y la pérdida de dos vidas humanas en Manta.

Según Jorge Carrillo, titular de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (Sngre), el fenómeno dejó a 131 personas directamente afectadas, dañó 38 viviendas y destruyó parte del puerto pesquero de Jaramijó, en Manabí.

El Instituto Oceanográfico y Antártico de la Armada de Ecuador (Inocar) explicó que este tipo de oleaje, conocido como “mar de fondo”, se caracteriza por olas largas y continuas generadas por tormentas distantes en el océano Pacífico.

Aunque se espera que las condiciones comiencen a mejorar a partir del lunes 6 de enero, el impacto sobre las comunidades costeras ha sido significativo, y la actividad turística ha quedado seriamente restringida.

Signos de erosión

El fenómeno reabrió el debate sobre los efectos del cambio climático y la erosión costera en la región.

Según Carolina Martínez, directora del Observatorio de la Costa de la Pontificia Universidad Católica de Chile, el 86% de las playas entre Arica y Chiloé muestra signos de erosión.

En ese sentido, Martínez señaló que la extracción de bosques de algas, fundamentales para mitigar los efectos del oleaje extremo, se ha convertido en un “problema grave” debido a la falta de regulación.

Desde una perspectiva ambiental, el impacto no se limita a las costas. La alteración de ecosistemas marinos y la vulnerabilidad de las comunidades costeras ponen en evidencia la necesidad de reforzar las medidas de protección y prevención ante eventos similares, remarcó la experta.

Sin embargo, pese a las advertencias, muchas personas aún se exponen al peligro al subestimar la fuerza del mar.

Impacto del cambio ambiental

Las imágenes capturadas en las últimas semanas muestran la devastadora magnitud del oleaje: calles inundadas, embarcaciones volcadas y comunidades enteras luchando por recuperarse. La combinación de un sistema frontal en el hemisferio norte, la fase lunar y la topografía costera sudamericana ha convertido este fenómeno en uno de los eventos marítimos más fuertes en los años recientes.

Las autoridades en Chile, Perú y Ecuador han intensificado las alertas y las recomendaciones para la población, con banderas rojas en playas, cierres preventivos y restricciones para actividades marítimas. Mientras tanto, las comunidades afectadas intentan adaptarse a una realidad que, según los expertos, podría repetirse con mayor frecuencia debido al impacto del cambio climático.