El fenómeno oceánico podría modificar las lluvias, las temperaturas y los recursos naturales en Sudamérica, según expertos. Mientras Perú sigue monitoreando señales débiles en el Pacífico, en Chile se evalúa su potencial efecto en la crisis hídrica que enfrenta.
El fenómeno de La Niña costera ha captado la atención de científicos y autoridades en Perú y Chile debido a su potencial impacto en los patrones climáticos de ambos países.
Este evento oceánico, caracterizado por el enfriamiento de las aguas frente a las costas del Pacífico sudamericano, genera efectos importantes en la agricultura, la pesca y el abastecimiento hídrico.
Mientras tanto, los expertos evalúan su posible desarrollo y las medidas necesarias para mitigar sus consecuencias.
Costera y global
La Niña costera se distingue de La Niña global en su alcance y mecanismos. Mientras La Niña global se asocia con un enfriamiento sostenido de las aguas del Pacífico ecuatorial central y oriental, La Niña costera es un fenómeno más localizado que afecta principalmente la franja marina frente a las costas de Perú y Ecuador.
Este evento está estrechamente ligado al aumento de los vientos alisios, que provocan un mayor afloramiento de aguas frías desde las profundidades oceánicas.
La Niña global influye en patrones climáticos más amplios a nivel mundial, con efectos en lluvias y temperaturas que afectan diversas regiones del planeta. En cambio, La Niña costera se limita a impactos directos en Sudamérica, modificando las condiciones de temperatura y precipitación en las áreas cercanas al litoral.
Según el ENFEN (Estudio Nacional del Fenómeno El Niño), en Perú se mantiene el estado “No Activo” para La Niña Costera, con condiciones neutras que podrían prolongarse hasta julio de 2025. Sin embargo, la probabilidad de La Niña global entre diciembre de 2024 y marzo de 2025 se sitúa en un 52 %, según los reportes más recientes.
Condiciones y probabilidades
De acuerdo con el CIIFEN (Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño), las anomalías frías en el Pacífico central y oriental se han intensificado durante diciembre de 2024.
La región Niño 3.4 registra las temperaturas más bajas desde julio del mismo año, lo que refuerza las posibilidades de La Niña global débil. Aun así, los expertos aclaran que estas condiciones no siempre garantizan una manifestación completa del fenómeno.
La Dirección Meteorológica de Chile (DMC) coincide con esta evaluación. Sus pronósticos indican un 53 % de probabilidad de que La Niña ocurra entre noviembre de 2024 y enero de 2025, reduciéndose hacia el otoño austral, cuando las condiciones neutras alcanzarían una probabilidad del 70 %.
La Niña costera y su impacto en Perú
En Perú, La Niña costera podría alterar significativamente los patrones climáticos y los sectores productivos.
Las lluvias suelen disminuir en la costa, especialmente en el norte, afectando la agricultura de regadío y los cultivos sensibles a la falta de agua. De acuerdo al ENFEN, las precipitaciones normales o por debajo de lo normal dominan en las regiones costeras durante los periodos en los que este fenómeno se presenta.
En la pesca, los impactos son mixtos. La baja temperatura del mar favorece la abundancia de especies como la anchoveta, crucial para la industria pesquera peruana. No obstante, otras especies más adaptadas a aguas cálidas pueden disminuir su presencia, afectando la diversificación pesquera.
Abraham Levy, conocido en Perú como ‘el hombre del tiempo’, ha destacado la importancia de monitorear el fenómeno para prever sus posibles efectos.
En declaraciones recientes, subrayó que las temperaturas del mar en el Pacífico frente a la costa peruana están cerca de valores normales, aunque ligeramente más frías, situación que podría prolongarse durante los próximos meses.
Impacto en Chile
En Chile, La Niña costera podría contribuir a la disminución de precipitaciones en las regiones del centro y sur del país, agravando la crisis hídrica que afecta a varias zonas desde hace más de una década. La DMC ha alertado que las probabilidades de sequías aumentan con este tipo de eventos, especialmente en regiones como Valparaíso, Metropolitana y O’Higgins.
La agricultura chilena, dependiente del agua para cultivos de exportación como la uva y la cereza, enfrentaría desafíos adicionales.
En este contexto, los agricultores podrían verse obligados a implementar sistemas de riego más eficientes y buscar apoyo estatal para garantizar la sostenibilidad de sus actividades.
Medidas para mitigar
Tanto Perú como Chile han adoptado medidas para prepararse ante los posibles efectos de La Niña costera.
En Perú, el Senamhi (Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología) y otras instituciones han reforzado la vigilancia de las condiciones climáticas a través de sistemas de alerta temprana. Estas herramientas permiten anticipar escenarios críticos y optimizar el uso de recursos hídricos.
El gobierno peruano también ha priorizado el almacenamiento de agua en embalses y represas. Estas estructuras resultan clave para garantizar el abastecimiento en épocas de menor lluvia. En paralelo, se ha puesto énfasis en brindar apoyo técnico al sector agrícola, promoviendo prácticas que reduzcan la dependencia de los cultivos a las condiciones climáticas adversas.
En Chile, la Comisión Nacional de Riego ha liderado iniciativas para aumentar la capacidad de almacenamiento de agua y mejorar la eficiencia de los sistemas de distribución. Además, se han fortalecido los planes de gestión hídrica en sectores vulnerables, como la Región Metropolitana, donde la demanda de agua es alta debido al crecimiento poblacional.
La incertidumbre por La Niña costera
A pesar de las previsiones, la consolidación de La Niña sigue siendo incierta. La NOAA ha señalado que, aunque la atmósfera presenta características asociadas al fenómeno, las temperaturas oceánicas aún no cruzan el umbral necesario para su declaración oficial.
Sin embargo, existe un 59 % de probabilidad de que La Niña se manifieste a inicios de 2025, aunque con menor intensidad y duración.
Si el fenómeno se concreta, la NOAA estima que las condiciones del Pacífico ecuatorial podrían volver a la neutralidad entre marzo y mayo de 2025, con un 61 % de probabilidad. Estas proyecciones apuntan a una La Niña débil, que, aunque de corta duración, no dejaría de tener efectos significativos en los patrones climáticos de la región.
Cambio climático
El cambio climático ha intensificado la frecuencia e impacto de fenómenos como La Niña y El Niño. Según Abraham Levy, eventos como los Niños Costeros registrados en 2017 y 2023 evidencian las alteraciones en el sistema climático global. Levy advierte que fenómenos extremos “algún día pueden pasar, y eventualmente lo harán”, subrayando la necesidad de un monitoreo constante y de medidas de mitigación adecuadas.
La Niña costera y su posible desarrollo en 2025 continúan bajo el escrutinio de científicos y meteorólogos en Perú y Chile. Las proyecciones actuales, aunque prudentes, subrayan la importancia de una gestión preventiva que permita minimizar los impactos en las poblaciones y sectores más vulnerables.