“Voy a ser el presidente que convoque una y otra vez al diálogo nacional”, dijo Yamandú Orsi en el breve discurso con el que celebró su victoria en segunda vuelta en las elecciones de Uruguay.
Durante una década, Orsi fue intendente (gobernador) de Canelones, el segundo departamento más poblado del país, el mismo en el que nació hace 57 años en el seno de una familia humilde.
El presidente electo de Uruguay, forjado en la política regional, afronta numerosos desafíos para el periodo en el que estará al mando de la nación sudamericana.
Campechano y negociador
“No estamos hablando de un estadista o de un intelectual. Estamos hablando de una persona que fue dos períodos consecutivos secretario general de la intendencia de Canelones y dos veces intendente de forma sucesiva”, dice a DW el politólogo uruguayo Alejandro Guedes.
“Su origen y su forma de expresarse, con un lenguaje campechano, popular, le dan empatía con el electorado”, agregó.
Si hay algo imprescindible en el cargo de intendente, es la capacidad negociadora. Y esa es una cualidad que incluso los críticos de Orsi le reconocen. “Para aprobar determinados préstamos con el Banco Interamericano de Desarrollo, necesitaba una mayoría especial y la lograba negociar con la oposición”, explica Guedes.
Ese bagaje político y su propio talante conciliador le serán útiles en el futuro, cuando tenga que buscar acuerdos en el Congreso de los Diputados, en el que, por dos bancas, no obtuvo la mayoría absoluta.
Orsi, heredero de Mujica
Orsi estudió en Montevideo para convertirse en profesor de historia. Fue en la capital donde tomó contacto con el MPP, el Movimiento de Participación Popular, liderado por José ‘Pepe’ Mujica.
Al igual que su mentor, que prefirió vivir en su chacra durante su mandato, Orsi ya ha mencionado que tampoco ocupará la residencia presidencial.
Pero hay otras similitudes entre ellos. “Mujica, además de ser un referente internacional, se ha convertido en un hombre que ha impulsado la moderación en la política interna, en la negociación. Orsi es muy parecido, pero, por sus orígenes, tiene un talante todavía más negociador”, dice a Deutsche Welle el historiador y politólogo uruguayo Gerardo Caetano.
La figura de Mujica se ha transformado mucho desde sus tiempos como guerrillero, con una postura actual cercana a la socialdemocracia. También lo es la de Orsi.
“El referente de la izquierda regional es Lula, pero el liderazgo joven de Gabriel Boric tiene eco en figuras como Orsi, como opiniones muy críticas hacia el régimen venezolano, el nicaragüense o el cubano”, prosigue Caetano.
La Venezuela de Maduro y la Argentina de Milei
Uruguay tuvo que sacar a todo su personal diplomático de Venezuela tras los cuestionamientos del Gobierno de Lacalle Pou al proceso electoral celebrado en julio de 2024 en aquel país. Orsi se vio obligado a posicionarse claramente en campaña contra el régimen de Maduro.
“Va a tratar de mantener buenos términos con Venezuela, pero con una prudencia quirúrgica”, dice al respecto Alejandro Guedes.
En cuanto al vecino Argentina, con un Javier Milei en las antípodas ideológicas y personales de Orsi, ambos expertos pronostican la habitual “cordialidad”.
“Uruguay sabe mantener la diplomacia con los países vecinos porque, obviamente, la economía de Uruguay depende en buena medida no solo de Mercosur sino de Argentina y de Brasil. Y es algo que se tiene claro y nunca se dinamitó ese puente en la campaña de Orsi respecto a Milei”, subraya Alejandro Guedes.
Con una población de tres millones de habitantes y en medio de dos gigantes como Brasil y Argentina, cualquier Gobierno uruguayo, sea del signo que sea, siempre apuntará a la cordialidad vecinal.
“Orsi siente ese mandato como presidente uruguayo de evitar cualquier rispidez con el presidente argentino”, incide Gerardo Caetano.
“Y viene además de una tradición política donde la idea de la autonomía nacional es muy importante: yo no me meto en la política argentina, entre otras cosas, porque no quiero que se metan en la mía”, sostiene.
Los retos en política interna
Orsi enfrenta numerosos desafíos en su propio país: salarios, subsidios a los estudiantes, jubilaciones, pobreza infantil, seguridad social, educación, el sistema nacional de cuidados en un país envejecido y la agenda de género, entre otros.
Pero si hay un tema que preocupa a la población uruguaya es el de la inseguridad. “El Uruguay se ha vuelto inseguro. Tiene indicadores de homicidios por cada 100 mil habitantes muy elevados, su índice duplica el argentino. En barrios pobres, la inseguridad es muy elevada y, en un porcentaje muy alto, está vinculada al narcotráfico”, explica Caetano.
El historiador y politólogo afirma que el país se ha convertido en zona de acopio del narcotráfico regional, debido, entre otras razonas, a la indefensión uruguaya en tierra, mar y aire. Esto habría hecho que el puerto de Montevideo se haya convertido en “el puerto de salida de grandes expediciones de droga con rumbo a Europa”.
“Es un tema que el próximo presidente va a tener que encarar no solo fronteras adentro, sino que va a tener que hacerlo en clave regional”, dice Caetano. Y ahí volverá a ponerse a prueba el liderazgo negociador de Yamandú Orsi.