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Santiago Caputo, el enigmático asesor y consultor político conocido como "el monje negro", ha surgido como una figura clave en el gobierno libertario de Javier Milei en Argentina. A pesar de su bajo perfil mediático y su presencia esquiva ante las cámaras, Caputo, luego de trabajar en consultoría política, se ha convertido en un arquitecto estratégico detrás de las decisiones del gobierno. Con una formación académica incompleta y un paso por la consultoría política, Caputo ha sido fundamental en la reestructuración de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) convirtiéndola nuevamente en la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). A pesar de los rumores y especulaciones, Caputo niega haber tenido influencia directa en los cambios del servicio de inteligencia, afirmando que simplemente busca ayudar al presidente Milei y a Karina, su hermana, sin tener ambiciones de ocupar un cargo público formal en el gobierno.

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Sin cargo designado, el asesor presidencial aparece poco frente a las cámaras, pero es la figura que influye en los destinos de Argentina. Sus deseos de ser espía, posteos enigmáticos y tatuajes rusos.

Lo primero que uno piensa al leer su apellido es “la casta”, esa que el presidente argentino Javier Milei aborrece y promete erradicar. El más joven del clan Caputo es el sobrino segundo de Nicolás Caputo, uno de los históricos hombres de confianza del exmandatario Mauricio Macri, y de Luis Caputo, el actual ministro de Economía. Pero Santiago Caputo (39) está muy lejos de seguir sus pasos, al menos a nivel de exposición y el rol a ocupar en los libros de historia.

Conocido como “el monje negro”, “la mano del rey” o “el arquitecto del triunfo”, Santiago Caputo es, después de Karina Milei, el segundo pilar del gobierno libertario de Javier Milei en Argentina. Se declara como monotributista, no ocupa cargo alguno ni tiene contrato de locación, por lo que presta sus servicios de asesor y consultor sin firmar documentos oficiales.

Su presencia mínima ante las cámaras y los micrófonos -apenas se lo ha captado fumando en la salida de Casa Rosada o en el balcón del Congreso escuchando al Presidente- lo vuelve un hombre enigmático, pero con notable poder e influencia en los destinos del país trasandino.

Santiago Caputo fumando a la salida de la Casa Rosada
Santiago Caputo fumando a la salida de la Casa Rosada

La formación de Santi Caputo: el asesor que quería ser espía

Caputo, a pesar de haber iniciado su educación básica en el Colegio Manuel Belgrano de Buenos Aires, no pudo terminar allí sus estudios debido a que los Hermanos Maristas le solicitaron que se retirara por problemas de conducta y rendimiento académico. Continuó su educación en otro colegio, el Esquiú, donde otra vez su desempeño lo llevó a quedarse libre en la secundaria.

En el nivel superior, el joven se animó a cursar Ingeniería en Informática en la Universidad de la Defensa Nacional, pero abandonó la carrera después de varios años. Originalmente, su sueño era ser un espía, pero cuando conoció a uno, perdió el interés. Entonces probó suerte con la carrera de Ciencias Políticas, que tampoco finalizó, quedándose a cuatro materias de obtener su título.

En paralelo, ya le había dado rumbo a su oficio con éxito: comenzó a trabajar con Jaime Durán Barba, un asesor político ecuatoriano conocido por ser el estratega detrás de la campaña presidencial de Macri (Cambiemos-PRO) en 2015. Entonces, Santiago abandonó sus estudios y se dedicó a pleno a la consultoría política.

Desde Move Group, Caputo trabajó en una plataforma común de servicios y consultoría donde se reunieron varios discípulos de Durán Barba. Estos profesionales, provenientes de diversos sectores, se unieron con la disposición de trabajar para distintos actores del espectro político, ampliando así su influencia y alcance en el ámbito de la asesoría y los contactos de poder.

En este trayecto de encuestas y rosca política, Caputo conoció a un economista de corte anarcocapitalista con el pelo bastante alborotado que paseaba por los canales de televisión criticando las medidas del kirchnerismo. Sin embargo, no era uno más de los panelistas y analistas económicos. Tenía un carisma explosivo y un arsenal de frases que calaron hondo en la audiencia al cabo de un puñado de años.

Santi Caputo llegó a Javier Milei a través de otro dirigente de su generación, el hoy legislador porteño de La Libertad Avanza, Ramiro Marra, a quien conocía de su época de mal comportamiento en el Manuel Belgrano. Otro que coincidió en ese grupo fue Daniel Parisini, un médico famoso en las redes con su apodo de “El Gordo Dan”, y Agustín Romo, quien desde 2023 es diputado bonaerense e influye en la comunicación digital y la conversación libertaria. Apostó desde entonces a la causa mileísta, que en menos de una década consiguió colocar a un presidente libertario que pateó los discursos en el tablero latinoamericano de la izquierda y derecha.

De hecho, Caputo ya le asegura larga vida a La Libertad Avanza, pese a las internas y polémicas que no pocas veces se filtran. Claro, en la otra vereda, languidece un peronismo sin agenda política, huérfano de dirigentes y vaciado de simbolismos para conectar con la ciudadanía.

¿Persona o personaje?

Caputo está casado y tiene dos hijos. Se dice en la prensa argentina que le gusta el golf, las motocicletas, la obra del guionista Aaron Sorkin (“Red social”, “The West Wing”, “Moneyball”), la serie “Game of Thrones” y los tatuajes de la mafia rusa.

Lleva estampado en su brazo derecho lo siguiente: “Una cabaña, una dacha (casa de campo) y una libreta de ahorro, un barco, un coche y un garaje calman mis caprichos”. Es una frase que hace eco de lo que hacían los presos en los gulags, entre las décadas de 1930 y 1960, cuando protestaban contra el régimen comunista.

Tatuajes de Santiago Caputo
Tatuajes de Santiago Caputo

En lo estético, no faltan quienes ante la mínima foto de Caputo lo asocian al fenómeno que desató “Peaky Blinders”: gafas oscuras y cigarrillo -a veces apagado- en la boca. Esa aura de sex symbol choca con sus detractores, que en las redes hablan de un supuesto retoque en la nariz desde que el asesor de Milei tomó protagonismo -aunque en las sombras- dentro de la Casa Rosada.

El día que el Presidente asumió, dos personas aparecieron nomás en su discurso. Su hermana Karina (“El Jefe”) y Santiago Caputo, “el arquitecto de todo esto”. Tres meses después, sentado en uno de los palcos del Congreso por el inicio de las sesiones ordinarias, el asesor fue captado por todas las cámaras, marcando su transición de las sombras a la visibilidad pública. Apenas. Porque en las redes sociales, especialmente en X, Santi Caputo mantiene su anonimato. O lo intenta.

@SnakeDocLives, un avatar en referencia al videojuego “Metal Gear Solid”, fue no hasta hace mucho su usuario alternativo donde el 22 de julio posteó una foto con armas de guerra apiladas y un mensaje violento: “Dedicado al Topo, Diego Sehinkman (periodista del canal TN), la ANMAC (ente gubernamental que regula tenencia de armas), los que manejan la híbrido y al enfermo mental que le puso bioeconomía a la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (Fernando Villela, eyectado del gobierno)”. Elon Musk dio de baja a la cuenta por ir en contra de las normas.
Tweet de armas de Santiago Caputo
Tweet de armas de Santiago Caputo

Quienes conocen al asesor de Milei sostienen que maneja unas “50 cuentas distintas” de X, dependiendo de la conversación y el empuje a alguna tendencia. Uno de los perfiles quedó en evidencia a principios de agosto, después de que el periodista Carlos Pagni, en el canal LN+, revelara que Caputo tiene un libro del exjefe de Gabinete de Mauricio Macri, Marcos Peña, y lo apuñala a diario. El origen de semejante declaración, entre lo violento y caricaturesco, se remonta a una ruptura en 2015 cuando a Caputo no le gustó la moderación del expresidente de Cambiemos y le hizo la cruz a quien fuera uno de los funcionarios responsables de la gestión que tanto había prometido hacer en contra de los vicios del kirchnerismo.

Sin prurito, el propio Caputo compartió la imagen de un ejemplar de “El arte de subir (y bajar) la montaña”, de Peña, completamente destrozado a cuchilladas, pero no con cualquier arma: un cuchillo romano con la inscripción SPQR, proveniente del latín Senatus Populusque Romanus, que significa “El Senado y el pueblo romano”.

Macri, por su parte, dijo hace poco que el problema del gobierno actual, al que apoya políticamente desde los tiempos del balotaje, era “el entorno del Presidente”, es decir, Santiago Caputo y Karina Milei. Señaló que habló mucho con el asesor en los primeros meses de la gestión, pero que “ante la falta de resultados y sentir que siempre era mejor ir a negociar con los malos que con supuestamente los que te apoyaron, desistí”.

Caputo, en una de las pocas entrevistas que ha brindado, declaró al canal TN casi en modo casete: “Tengo una excelente opinión del presidente Macri. Conmigo en particular siempre ha sido extremadamente generoso. Creo que sentó las bases para que la Argentina finalmente pudiera cambiar. Admiro la construcción que hizo el PRO los últimos años y aparte yo vengo de esa escuela. Estamos enormemente agradecidos por su apoyo incondicional al cambio que está llevando adelante el presidente Milei. Hemos tenido muy buenas charlas privadas, siempre es interesante escuchar a una persona que logró tantas cosas”.

El último mes, en su rol como arquitecto detrás de las decisiones estratégicas del gobierno de Javier Milei, Caputo cumplió sus anhelos de espía y diseñó recientemente una “transformación” de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) que incluyó volver a convertirla en secretaría y recuperar su antigua sigla: SIDE (Secretaría de Inteligencia del Estado). Como parte de esta reestructuración, la SIDE dejó de estar bajo la Jefatura de Gabinete y pasó a depender directamente de la Presidencia de la Nación, a poco de que Nicolás Posse abandonara la coordinación de los ministerios.

Fue el 23 de julio cuando el gobierno de Milei emitió un decreto de necesidad y urgencia anunciando que destinará 100.000 millones de pesos (aproximadamente 70 millones de dólares) para los gastos reservados de la resucitada SIDE.

Caputo, a pesar de los trascendidos en la prensa, negó haber intervenido en los cambios del servicio de inteligencia: “La reestructuración fue producto de la visión del Presidente de reformar el sistema de inteligencia que ha sido una cloaca los últimos 30 años. Fue fundamental el aporte de José Luis Vila (secretario de Estrategia Nacional) y otros en ese diseño”.

“¿Por qué sos asesor y no tenés un cargo formal en el gobierno?”, le preguntaron al “monje negro” de Milei, quien se limitó a contestar: “Me dediqué a la consultoría 15 años, pero jamás tuve ni tengo ambición de ejercer un cargo público. No tengo responsabilidades formales, simplemente trato de ayudar al Presidente y a Karina”.