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El fotógrafo y periodista documental Tomás Ayuso, conocido por su trabajo en conflictos latinoamericanos, desplazamientos forzados y combate a las drogas, se ha embarcado en un nuevo proyecto: un reportaje sobre la diáspora palestina en América Latina. Hijo y nieto de palestinos, Ayuso explora la historia de migrantes y sus descendientes en Brasil, Chile, Colombia y Honduras, mostrando cómo se integraron a culturas distintas.
Fotógrafo y periodista documental, hace años Tomás Ayuso trabaja con temas relacionados a conflictos latinoamericanos, combate a las drogas y desplazamientos forzados. Autor de varios reportajes, entre ellos uno sobre la dificultad de envejecer en Honduras producto de la criminalidad, y otro sobre el impacto a indígenas causado por un desastre ambiental en México, el hondureño de 37 años actualmente se ha dedicado a su nuevo desafío profesional: un largo reportaje sobre la diáspora palestina en América Latina.
Hijo y nieto de palestinos nacidos en la ciudad de Belén y que migraron para Honduras en la primera mitad del siglo 20, Ayuso parte, en su proyecto, de una cuestión personal para contar la historia de los migrantes y sus descendientes. “Sentí que era el momento para mostrar esa historia y que ella debería ser contada por alguien que es integrante de la comunidad diaspórica”, afirma.
Para desarrollar este reportaje para National Geographic, Ayuso estuvo en Brasil, Chile y Colombia conversando con palestinos y sus descendientes. Reunió relatos y registró todo en audios e imágenes. El periodista también visitó territorios palestinos antes del 7 de octubre, fecha en el que tuvo inicio el conflicto entre Israel y el grupo terrorista Hamás, que controla la Franja de Gaza. Cabe recordar que este territorio es parte de Palestina.
“Más que todo, [el proyecto] es una celebración de la identidad palestina latinoamericana”, destaca el periodista, que estuvo en Chile el año pasado y lo que más le llamó la atención fue la unidad de la comunidad palestina en el país. Algo que, según él, no sucede en otros lugares que visitó.
Este proyecto, como Ayuso lo prefiere llamar, sigue en desarrollo y el plan es publicar todo el material de manera online en 2025. Pero antes, los lectores de National Geographic podrán leer un artículo sobre el tema también escrito por el periodista. Una previa de lo que verán después, cuando todo el trabajo esté finalizado.
Desde Palestina para las Américas
— ¿Cómo surgió la idea de hacer un reportaje sobre los palestinos y sus descendientes que viven en América Latina?
Actualmente, el título del proyecto, como lo prefiero llamar, es: “Los Palestinos de Latinoamérica”. Y la pregunta que busco responder es qué pasó cuando llegaron estas distintas olas migratorias a América Latina. Claramente, unas fueron voluntarias y otras involuntarias. ¿De qué manera ellos se integraron a una cultura totalmente distinta?
En Chile hay muchos palestinos y descendientes. En Honduras pasa lo mismo. Gran parte de los migrantes llegaron entre los años 20 y 40 y, mientras que en Chile la mayoría provino de la ciudad de Beit Jala, en Honduras vinieron desde Belén. Gente que se vio forzada a mudarse. Soy parte de la diáspora palestina, ya que con mi mamá y mi abuela sucedió lo mismo. Entonces, sentí que era el momento para mostrar esa historia y que ella debería ser contada por alguien que es integrante de la comunidad diaspórica.
— ¿Cuál será el formato de este trabajo?
Es un proyecto para National Geographic, de largo aliento. Primero, haré un artículo para la revista y después el trabajo se convertirá en algo híbrido, con fotos, audios, digital. Prefiero llamarlo de proyecto porque está en desarrollo. Ahora, más que todo es una celebración de la identidad palestina latinoamericana.
— Cuéntanos más detalles sobre él…
Uno de los puntos que he trabajado es diferenciar lo no monolítico que es la diáspora. Elegí abordar la migración en Brasil, Chile, Colombia y Honduras, siendo que dividí Brasil en dos partes. En estos países llegaron olas de gente en distintos momentos. En Chile, por ejemplo, los palestinos estaban escapando de la crisis otomana después de las varias guerras al fin del siglo 19. Ya en Honduras, al menos mi familia, vino escapando de la Nakba.
Parte de lo que estoy haciendo es ver cómo ha sido el intercambio entre los migrantes y la gente del lugar donde llegan. La diáspora cambia, pero también es cambiada. La ciudad cambia y también se ve cambiada por estas olas. En Brasil, por ejemplo, me sorprendió bastante ver que en casi todas las estaciones de metro o terminales de bus había siempre kibe. Si uno no es cercano a la comida de Palestina, pensaría que es una fritanga cualquiera, pero no. Tiene un origen bien específico.
Este proyecto no es en reacción a Israel. No viene a ser un componente ni actor. Obviamente, no lo puedo ignorar. Después del 7 de octubre las cosas han cambiado, pero mi enfoque está en los palestinos de Latinoamérica, si mantienen sus costumbres, si fueron víctimas de xenofobia.
— ¿Y lo fueron?
Si. En Honduras la xenofobia fue mucho más agresiva en comparación con Chile. Por eso, nosotros perdimos el idioma y muchos en Chile todavía lo hablan. Cabe mencionar que Honduras, debido a varios factores, no sigue recibiendo palestinos. A diferencia de Brasil y Chile.
— Visitaste los países que elegiste trabajar y estuviste en Chile el año pasado. ¿Qué te llamó más la atención en el país?
Vi como Chile es parecido con Honduras, como la comunidad palestina es bien organizada. Al menos vista desde afuera. Ahora, estuve en el país inmediatamente post 7 de octubre, entonces no sé previamente como era. Pero vi unidad en la comunidad, vi el trato hogareño a un extraño total, como yo, y les tengo mucho aprecio.
— Entonces…
No sé si esta unidad es parte de alguna idiosincrasia chilena o algún otro factor. Sí, tenían sus pleitos, había un claro discurso clasista a veces entre uno al otro, pero había una unidad. Quitándome la máscara de periodista y hablando como individuo, da hasta envidia esa cohesión de la comunidad chilena y esto no existe en otros países.
— En Chile hay muchas familias de origen palestino que son dueñas de grandes empresas, tienen poderío económico en el país…
Sí, por eso te digo que es parecido a Honduras. Ya tuvimos un presidente palestinos, por ejemplo. El dueño del banco más grande de centroamérica es palestino. En Barranquilla (Colombia), también hay familias con harto poder. Como en cualquier sociedad, la mayoría de los recién llegados están en peores condiciones que los que llevan un siglo o más, como es el caso de Chile y Honduras.
— ¿Estuviste con algún político de origen palestino en Chile o en otro país?
No, no tuve interés de incluir políticos en el trabajo. Existen muy pocos trabajos sobre Palestina que no se enreden en política o en conflicto por razones obvias. Quiero hablar de todo lo demás, lo que yo vi en mi casa cuando me creé. ¿Por qué nosotros comíamos pan de trigo y la mayoría de la gente en Honduras comía tortilla de maíz? O sea, quiero reflejar estos momentos que no nos pasa si uno no pertenece a una diáspora.
— ¿En los lugares que visitaste, qué costumbres los palestinos y descendientes han logrado mantener?
Uno es la hospitalidad como virtud, como algo que es imposible negociar. O sea, si alguien te abre la puerta, te da de comer, te van a decir ‘quédate acá, duerme acá’. Esto pasó varias veces conmigo. Lo segundo es la importancia de la comida, no solo como un factor identitario, sino que como un factor unificador. Cuando uno come o prepara la comida, es un momento para traer la gente, la familia, los amigos y mantener una unión. O sea, el acto de comer es un puente para construir relaciones o perpetuar relaciones. Y tercero, el lenguaje corporal con sus expresiones más sutiles. Pero yo diría que lo más importante, lo principal es la hospitalidad.
— ¿Y tienes planes de visitar alguna ciudad palestina?
La prioridad es la gente del continente porque hace más sentido. Pero sí debería regresar. Ahora, todo depende de lo que la gente con que figura en este proyecto me diga. Si ellos se sienten cómodos o sienten que mi presencia allá puede llamar la atención de quien sea. No voy a arriesgalos por una foto. Sería una lástima que no fuera, pero bajo las condiciones actuales se entiende. Y en cuanto a Gaza, como lo sabrás, ningún periodista internacional ha podido ingresar. Los únicos que han podido son los que van con la escolta del ejército israelí y eso no lo haría.
— ¿Cuál o cuáles han sido tus mayores dificultades a lo largo de la producción del reportaje?
He pensado bastante sobre esto. Creo que son dos o tres cosas que me han impactado más. Uno es lo cuánto me afectó mentalmente lo de Gaza. Mi alma, mi corazón y todo. Porque ya he estado en zonas de conflictos, en tiroteos, he estado cerca a la muerte, en situaciones muy extremas. Y con eso hay un momento de trauma, de dolor, etc. He tenido amigos que se han muerto al lado mío y otras cosas horribles. Pero eso de Gaza sí, me ha dejado un impacto que tengo que sobrellevar para que no tiñe el trabajo. Como te digo, no es ignorar que esto está pasando, pero tengo que encontrar una forma de hacerlo de una manera que no tome el foco.
Bueno, y segundo es que esto que estoy sintiendo yo, lo está sintiendo toda la gente que es parte de la historia también. Ahora es que las personas están saliendo de esta penumbra, hablan de otras cosas. Entonces, el 7 de octubre hizo que todo el mundo se encerrara. ¿Cómo voy a hablar sobre la diáspora cuando hay niños que se están muriendo de hambre? Previo al 7 de octubre todo iba increíble, con todo el viento en popa. Pero ahorita el conflicto es un obstáculo. A pesar de que pienso cómo vencerlo todos los días, no he encontrado una solución para no dejar que afecte mucho la historia.