El edificio de la Asamblea Nacional (Parlamento) donde se llevará a cabo el acto estuvo desde primeras horas de la mañana resguardado por un fuerte contingente policial y militar, que incluyó francotiradores apostados desde los tejados del Legislativo.
También se erigió un cerco en torno a la sede parlamentaria de Ecuador, donde se restringió el tránsito de vehículos para controlar desde esos puntos el acceso al hemiciclo únicamente de las personas autorizadas.
Bajo ese gran dispositivo de seguridad, Noboa jurará el cargo de jefe de Estado en una ceremonia a la que está previsto que asista el presidente de Colombia, Gustavo Petro, y los vicepresidentes de Brasil, Geraldo Alckmin, y de Honduras, Renato Florentino Pineda, entre otras autoridades de la región.
Estas medidas de seguridad siguen en línea con las desplegadas durante la campaña electoral después del asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio el 9 de agosto a la salida de un mitin en Quito, a pocos días de la celebración de la primera vuelta.
Eso hizo reforzar la seguridad del resto de candidatos, especialmente durante la campaña electoral de la segunda vuelta, donde tanto Noboa como su contrincante, la correísta Luisa González, realizaron mitines protegidos con chalecos antibala y un numeroso séquito de escoltas policiales y militares fuertemente armados.
Ecuador atraviesa una crisis de inseguridad y violencia criminal sin precedentes, atribuida a las mafias del narcotráfico y el crimen organizado, que han hecho que los homicidios se disparen en el país al punto que, según expertos, el 2023 puede acabar entre los más violentos de Latinoamérica, con una tasa de 40 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Hasta el momento, Noboa no ha revelado quiénes serán sus ministros de Interior y Defensa Nacional, las carteras que deben responder más de cerca sobre la crítica situación en la que se encuentra el país.