Portugal inauguró este martes en el metro de Lisboa su primer busto del expresidente chileno Salvador Allende, derrocado por la dictadura militar, ya que, según defienden ambos países, la memoria forma parte de la protección de la democracia.
Allende “personifica a todos aquellos que en el pasado y presente, y también en el futuro, luchan por la libertad y la democracia con el sacrificio de su propia vida”, afirmó el primer ministro de Portugal, el socialista António Costa, durante la presentación, donde recordó que “es necesario no olvidar que la memoria y justicia forman parte de la lucha por la democracia”.
Señaló además que “la democracia nunca está garantizada”, que hay que defenderla “todos los días” y que en este homenaje a Salvador Allende no se podía olvidar a las miles de víctimas que la dictadura dejó.
El busto, esculpido en bronce y de 70 centímetros de altura, fue instalado sobre un pedestal en la concurrida estación de metro de Arroios, bajo la Plaza de Chile, donde han grabado en portugués la frase “La historia es nuestra y la hacen los pueblos”, que Allende pronunció en su último discurso a los chilenos, el 11 de septiembre de 1973, pocas horas antes de su suicidio.
Esta escultura, realizada por la artista lusa Margarida Santos, ha sido donada por la Embajada de Chile en Portugal a través de un Protocolo de Cooperación Cultural en el marco del 50 aniversario del golpe de Estado de 1973, que dio comienzo a una cruel dictadura de 17 años liderada por Augusto Pinochet.
La embajadora chilena en Lisboa, Marina Teitelboim, destacó en declaraciones a EFE el apoyo y “solidaridad” de Portugal a los chilenos durante dicho régimen.
“Allende es una figura universal y pensamos que tener un busto de Allende en Lisboa es muy importante”, afirmó la diplomática, quien apuntó que este es el primero en Portugal, país que “siempre ha sido muy solidario con Chile”.
El golpe del 11 de septiembre de 1973 encabezado por el general Pinochet dio inicio a una dictadura de 17 años, que dejó más de 40.000 víctimas, entre ellas más de 3.200 ejecutados, de los cuales un millar aún están desaparecidos.