“Hay cosas que ahora veo de otra manera. Ahora valoro el tiempo que la mamá o la esposa gasta en preparar la comida, o lavar la loza, o la ropa”, dice Holman Rivas a Deutsche Welle. “La Escuela ayuda a entender que no solamente la mujer tiene que hacer las cosas de la casa”, agrega el joven bogotano. “Muchos hombres viven como a la antigua, y no es el hecho”, critica.
Rivas, de 26 años de edad y barbero profesional, es uno de los asistentes a la “Escuela de Hombres al Cuidado” de Bogotá, una iniciativa que busca “promover el desaprendizaje del machismo y la prevención de la violencia de género, a través de una focalización en el trabajo con hombres”, según definen sus responsables desde la Subsecretaría de Cultura Ciudadana de la capital colombiana.
“Básicamente, entendimos que no podemos seguir diciendo que el machismo es un problema, sin generar una plataforma y las herramientas que faciliten y aceleren las transformaciones de los hombres”, dice Henry Murrain Knudson, subsecretario de Cultura Ciudadana de Bogotá, en entrevista con este medio.
“Decirles a los hombres que su comportamiento tradicional no ha sido correcto, no es necesariamente darles pistas sobre cómo deben hacerlo”, completa.
Para aprender a cuidar
Así nació la Escuela de Hombres al Cuidado, una oferta gratuita para hombres mayores de 18 años, en la que, de manera lúdica y mediante diferentes herramientas pedagógicas, se ofrecen “conocimientos, habilidades y un cambio de creencias orientadas al involucramiento en los cuidados por parte de los hombres”, puntualiza Murrain Knudson.
Bajo la premisa “a cuidar se aprende”, en la Escuela se aprende bastante más que a cambiar pañales y a cocinar. El cuidado del hogar, el cuidado de otras personas, el cuidado emocional (con especial énfasis en la gestión no violenta de los conflictos), y el cuidado del medioambiente forman parte de los contenidos de la iniciativa.
La Escuela es, en definitiva, una propuesta a desaprender los comportamientos violentos y machistas. “Es una invitación a dejar los privilegios que el patriarcado les ha dado a las identidades masculinizadas”, sostiene Paula Morales Leal, una de las formadoras a cargo del proyecto, en diálogo con DW.
Creencias arraigadas difíciles de cambiar
“Partimos del principio de que todas las personas estamos en plena capacidad de desaprender lo aprendido, de transformar nuestras creencias y nuestras acciones, pero para ello debe haber escenarios de conversación y reflexión”, explica Morales Leal desde Bogotá. “Pero no es fácil deconstruirse”, admite.
“Hay ridiculización a la estrategia, y una de las más comunes surge cuando a los hombres les proponemos ponerse el delantal de cocina”, cuenta. “Es un reto constante”, afirma.
“Esa escuela es para maricas”, o “a esa escuela se va a aprender a ser menos hombres”, son, asimismo, algunos de los comentarios que ha debido escuchar en relación a la iniciativa.
Con todo, la Escuela, que funciona tanto de manera itinerante en un pequeño bus que recorre la ciudad de Bogotá, como de manera presencial en las “Manzanas del Cuidado”, ya ha formado de manera satisfactoria a cerca de 4.500 hombres.
SOS Calma
La iniciativa, a su vez, se complementa con la línea telefónica “Calma”, que “busca contribuir a la prevención de violencias basadas en género en el ámbito intrafamiliar y de pareja, motivadas por machismo, celos y control”, a la que se puede recurrir en busca de asesoramiento ante crisis emocionales.
“Tanto otras ciudades de Colombia, como otros países ya han demostrado interés en replicar acciones como la Escuela de Hombres al Cuidado”, apunta Murrain Knudson satisfecho. Y concluye: “Desde luego, somos optimistas: trabajamos en un cambio cultural”.