En julio de 2020, científicos del Museo de Historia Natural de La Tatacoa, encabezados por el joven científico colombiano Rubén Darío Vanegas, encontraron un fósil correspondiente a fragmentos de caparazón de tortuga color café mientras realizaban una salida de campo cerca del desierto de la Tatacoa, en el departamento de Huila, Colombia.
“La tortuga estaba casi completa”, señaló Rubén, quien recolectó los pedazos, tomó fotografías y los llevó al laboratorio Valerie Anders, el segundo mejor laboratorio de paleontología de Colombia. Ahí, Rubén concluyó que el museo no tenía el fósil de ninguna tortuga parecida, la cual incluso conservaba una mordida de cocodrilo en el caparazón.
Un hallazgo único y original
Con ayuda del profesor Edwin Cadena, doctor en paleontología y director del programa de Ciencias del Sistema Tierra de la Universidad del Rosario en Bogotá, el hallazgo reveló que se trataba de una nueva especie para la ciencia, afirma Rubén.
Tras dos años de trabajo conjunto, que derivó en la publicación de un artículo en la revista especializada Geodiversitas, se dio a conocer que la nueva especie fue bautizada como Podocnemis tatacoensis en honor a la familia de tortugas a la que pertenece y al desierto donde fue encontrada.
De acuerdo con la publicación, la especie habitó la zona norte de Sudamérica hace 13 millones de años, durante la época geológica llamada Mioceno Medio. De hecho, se trata del registro más antiguo en Colombia del género de la tortuga Podocnemis o tortuga del río, como se le conoce.
Un mensaje de conservación tras hallazgo de fósil de tortuga
Este nuevo fósil es relevante pues ayuda a entender la paleofauna que habitaba la selva húmeda tropical de la zona, cuando aquel panorama estaba compuesto por superficies planas conectadas con pantanos, lagos y ríos de menor tamaño. Cabe mencionar que la cordillera de Los Andes no se había formado por completo y los grandes ríos no existían.
Al margen, la peculiaridad de este fósil es que conserva ciertos huecos en el punto de unión entre el caparazón y la parte baja de la tortuga, lo que el profesor Cadena llama las “huellas dactilares” de la tortura, y que les permitieron tener certeza sobre la familia a la que pertenece.
Pero la importancia del hallazgo también tiene la labor de poner en relieve la importancia de las especies en peligro de extinción actualmente: seis especies de la misma familia están amenazadas en ríos como el Amazonas, el Orinoco y el Magdalena.
De esta forma, un fósil de tal magnitud no solo es el camino para reconstruir la historia evolutiva, sino que también permite enviar un mensaje de conservación hacia las comunidades, detalla Cadena.
Actualmente, el fósil de la tortuga está exhibido en el Museo de Historia Natural de La Tatacoa junto a otros hallazgos dentro del mapa histórico de la fauna que habitaba el país hace millones de años.