En junio del 2017 llegó al Archivo Histórico Nacional una serie de cuadernos guardados por décadas en las dependencias de la Policía de Investigaciones (PDI), los que revelan interesantes datos de una red de espionaje nazi establecida en Chile en plena Segunda Guerra Mundial.
Según se puede leer en el reporte, el estado de los volúmenes era variado y su contenido se mantuvo en la confidencialidad hasta ese año.
Fue allí cuando 36 diputados solicitaron su desclasificación, argumentando que permitiría revelar documentos relacionados de la dictadura de Augusto Pinochet.
Junto con ello, el diputado Gabriel Silber señaló su potencial valor histórico, al mostrar una “verdad incómoda” para figuras chilenas del mundo político y empresarial.
El material recoge documentos reunidos por la PDI durante su investigación a una red de espionaje nazi que actuó en Chile y América Latina entre 1939 y 1945.
En ella participaron miembros del Partido Nazi en Chile, personas cercanas a esta ideología, representantes diplomáticos y descendientes de alemanes.
La tarea de este grupo consistió en recopilar información sobre rutas de navegación e identificar lugares estratégicos en la región.
El material ilumina también las múltiples conexiones de la red con organizaciones similares en América Latina.
Esto, así como el sistema de contraespionaje que desarrollaron los gobiernos latinoamericanos en conjunto con EEUU, para desbaratar el aparato nazi.
Período “entreguerras” en América Latina
Según Eric Hobsbawm, un historiador británico de origen judío (1999), la Segunda Guerra Mundial involucró a todos los países independientes.
Fue algo que reflejó por ejemplo, en la nazificación de empresas y compañías germanas de larga data en América Latina.
En Chile sobrevino un período de inestabilidad política tras el cual emergió la conocida figura de Arturo Alessandri Palma.
Alessandri logró estabilizar al país través de “métodos duros, pero efectivos” y entre 1929 y 1934 el espectro político se transformó, consolidándose diversos grupos como el Partido Socialista de Chile, la Falange Nacional y el Movimiento Nacional Socialista.
Este último de inspiración fascista alemana e italiana.
PDI, el Departamento 50 y la red de espionaje nazi en Chile
En el contexto del ascenso del nazismo, en distintos países se estableció agencias de espionaje cuyo propósito era recopilar información sobre los enemigos.
Dichas agencias incluyeron algunas tan reconocidas como el FBI, la Abwehr alemana y otras menos conocidas como el Kempei Tai japonés.
En este escenario, se determinó en 1932 la fundación de la PDI, separándola de Carabineros y designando a Pedro Álvarez Salamanca como director general.
En junio de 1933 se erigieron los Servicios de Investigación, Identificación y Pasaporte (Registro Civil), dependientes del Ministerio del Interior.
Allí se formó el Departamento 50, repartición creada para investigar la red de espionaje activo sobre la cual la inteligencia norteamericana había comenzado a informar en 1939.
La organización estaba compuesta por grupos principalmente de Alemania que transmitían informaciones sobre el comercio de Chile y EEUU.
Se habla de testimonios que revelan las conexiones y tramas que unieron a América Latina con las hebras más profundas de la Segunda Guerra Mundial.
Según los cuadernos 1, 2 y 3 de la documentación de la PDI -que incluyen nombres y firmas de detectives a cargo- en ocasiones también el seguimiento a los sospechosos se prolongaba por horas.
Lo anterior, para verificar los lugares donde asistían, las personas con quienes se reunían, la hora de llegada a sus hogares e incluso el momento en que apagaban las luces.
Otra línea documental es la correspondencia recibida con información sobre movimiento de extranjeros e inventario de los objetos encontrados en posesión de estos.
Redes PYL y PQZ: espías en la región
Una de las líneas de acción del trabajo del Departamento 50 fue la localización de las radiotransmisiones clandestinas emitidas por la red de espionaje desde Quilpué y Valparaíso.
Se trató de una tarea que se pudo concretar gracias a la entrega de documentos e información confidencial por parte de Estados Unidos.
El ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Barros Jarpa, recibió en junio de 1942 un informe del FBI sobre la organización de espionaje en América Latina.
Fue un reporte que incluía mensajes cifrados e interceptados desde Chile hacia Hamburgo emitidos por la radio clandestina posteriormente identificada como ‘PYL’.
Financiada por alemanes, la emisora enviaba mensajes no solo desde Chile sino también desde Argentina, Perú, Colombia, Ecuador, Guatemala, México y EEUU.
Alemanes que formaron parte de la red nazi Chile
Quien organizaba el envío de mensajes y cables en código era Ludwig von Böhlen, agregado aéreo y militar de la embajada alemana en Chile.
Lo anterior, con la colaboración del embajador Wilheln von Schoen y del agregado comercial Walter Boettger, líder local de los Landesgruppe (organizaciones territoriales del Partido Nazi).
Von Böhlen reclutó asimismo a varios miembros de la colonia chileno-germana a través de sus contactos en las entidades bilaterales.
Por último, recibía el dinero de la organización y lo repartía entre sus integrantes, determinando las misiones que debía cumplir cada uno de ellos.
El operativo del Departamento 50 para desarmar la red incluyó la búsqueda activa de emisiones de radio en las supuestas residencias de los sospechosos.
Allí se medía el uso de energía, determinando las zonas de emisión con dispositivos técnicos y confirmando los datos con el estado de la luz eléctrica.
El Informe PYL del Departamento 50 incluye declaraciones de los miembros de la red acerca de sus vinculaciones con la embajada alemana.
Especialmente, acerca de von Böhlen, quien fue expulsado del país.
Por el contrario, los chilenos involucrados fueron procesados sin sentencia, pues el delito de espionaje aún no estaba penalizado por la ley.