Faltan nueve días para que los brasileños elijan presidente, batalla reducida a un mano a mano entre Jair Bolsonaro y el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, los gobernadores de los 27 estados, un tercio de los 81 senadores y 513 diputados federales, entre otros cargos electivos regionales.
Opciones no faltan entre las cerca de 30.000 candidaturas, estos exóticos aspirantes son lo que en Brasil se conoce como “puxadores de votos” (arrastradores de votos), que suelen ser personas ajenas a la política, pero con un alcance mediático enorme, lo que los convierte en objeto de deseo por parte de los partidos políticos.
La industria porno, presente
En ese saco hay de todo este año. Elisa Sanches es el nombre de artístico de una conocida estrella de la industria pornográfica que aspira a un escaño en la Cámara de Diputados a sus 41 años.
Se presenta por el partido conservador Patriota y en uno de sus últimos videos de campaña pide expulsar del Congreso a “aquellos que van de traje y corbata” y no hacen “nada” contra la pederastia y las agresiones a las mujeres.
También pretende conseguir un asiento en la Cámara Baja el exactor porno conocido como Kid Bengala. Cerca de cumplir 68 años y con el apoyo de Unión Brasil (centroderecha), asegura que “no aguanta más ese Congreso arrugado” y que “ha llegado la hora de hacer que Brasil crezca”.
“Decidí innovar para meter el ‘pau’ (en portugués, significa palo o un término vulgar para referirse al pene) en este lío. Voy a entrar con todo”, afirma en su canal de TikTok, donde cuenta con casi dos millones de seguidores.
Hannah Maruci, politóloga de la Universidad de Sao Paulo (USP) recuerda que este fenómeno siempre ha existido en los comicios brasileños y responde a una estrategia algo “aberrante” de los partidos para sumar el mayor número de votos sin importar su origen.
Al tratarse de un sistema proporcional en el entran en juego varios coeficientes, los partidos prefieren a candidatos “famosos”, aunque poco o nada tengan que ver con la política.
En la misma línea, Luiz Bueno, profesor de Filosofía Política del Centro Universitario FAAP, considera que la prioridad es postular “candidatos muy conocidos por el público”, lo que a su juicio “compromete la calidad de los representantes elegidos”.
A rebufo de Boslonaro
Un clásico en este apartado es el payaso Tiririca, que busca su cuarto mandato en la Cámara de Diputados, esta vez con el derechista Partido Liberal, que lidera Bolsonaro.
Tiririca, quien en 2010 llegó a ser el diputado más votado del país, en esta ocasión se presenta bailando en un video de campaña, en el que apela a su electorado diciendo: “¡Vótame, imbécil!”.
Al carro del bolsonarismo se ha sumado igualmente el intérprete para sordomudos del propio mandatario.
A Fabiano Guimaraes da Rocha pocos lo han escuchado en público, pero su imagen ha llegado a todos los rincones del país en estos últimos tres años y medio al acompañar al jefe de Estado a casi todos sus actos oficiales como intérprete en lengua de señas.
El candidato de la marihuana
En el capítulo del ‘todo vale’, un ejemplo. Dário de Moura, aspirante a diputado federal por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), ha logrado que se viralice en las redes su pegadizo tema musical de campaña a favor de la legalización de la marihuana.
El candidato asegura que el cannabis “es la solución”, “empleo” y “dinero” para el sistema público sanitario y educativo y que para él “droga es el Bolsonaro”.
Los políticos deportistas
Tampoco faltan los deportistas que quieren dar el salto a la arena política.
Wanderlei Silva es un luchador de artes marciales mixtas (MMA, por sus siglas en inglés) que se acaba de jubilar; Joel Santana es un veterano técnico de fútbol; y Maurício Souza es leyenda del voleibol, campeón mundial y oro olímpico en Río de Janeiro 2016. Los tres son candidatos a diputado federal.
Si tienen éxito se podrían juntar a Romário, leyenda del fútbol que está buscando la reelección al cargo de senador, en esta ocasión en el mismo partido de Bolsonaro.