La renuncia del "canciller" de Guaidó vuelve a poner en evidencia las fracturas de la oposición venezolana, que deberá reformular su estrategia, según analistas consultados por Deutsche Welle.
La fuerza con que irrumpió en el escenario político el “Gobierno interino” de la oposición venezolana, encabezado por Juan Guaidó, ha venido esfumándose paulatina e inexorablemente. Ahora, la renuncia de Julio Borges a su función de comisionado de relaciones exteriores no hace más que darle el golpe de gracia. Porque Borges, que era considerado una especie de canciller de Guaidó, no se margina en silencio, sino haciendo duras críticas.
“No hay ruta, no hay unidad y no hay estrategia”, afirmó, agregando que daba el paso “para dar esta lucha de desmantelar y transformar las cosas para volver a construir un proyecto, un camino y una unidad”.
La oposición venezolana tiene problemas de unidad desde hace mucho tiempo. “Ha habido diferencias muy importantes en torno a la estrategia, a la decisión de participar o no en negociaciones”, dice a DW Luis Vicente León, analista político y presidente de la encuestadora venezolana Datanálisis. Hace notar que “la formación de este Gobierno interino era una forma de articulación, pero siempre como pegado con chicle, es decir, una articulación operativa, pero con muchos problemas”.
Después de casi tres años, el desgaste se ha hecho evidente. La estrategia opositora parece haberse agotado, en vista de que fracasó en su principal objetivo, que era lograr un cambio de Gobierno. También la figura de Guaidó se ha desdibujado.
Ronal Rodríguez, politólogo y portavoz del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, en Bogotá, hace referencia al distanciamiento entre los opositores que están en el país y los que han salido de él. “A pesar de que Guaidó está dentro de Venezuela, su relacionamiento es más bien con el exterior, y la población siente que ya no hay una conexión con él, que el G4 no representa los intereses de la gente ni puede gestionar las necesidades del día a día”, apunta.
Falta de transparencia
A eso se suma la falta de transparencia en el manejo de los dineros de la oposición y las empresas que controla, a lo que también se refirió Julio Borges en su partida. “Eso, finalmente, causa una ruptura aún mayor, porque si el discurso de la oposición era que luchaba contra un régimen dictatorial y corrupto, sus prácticas al final del día terminan siendo muy parecidas”, apunta Rodríguez.
Y detalla: “Dentro de la dinámica del Gobierno interino tenemos escándalos de malgasto de fondos, de viajes, de viáticos, una serie de cosas que uno no esperaría de un Gobierno que combate a una dictadura. Y esa dinámica pesa sobre Guaidó, que no ha sido capaz de dar las explicaciones adecuadas”.
Luis Vicente León dice no poder confirmar si ha habido o no mal manejo de fondos. “En todo caso, si lo hubo, creo que forma parte de los problemas típicos de conformar un Gobierno interino que, en realidad, no controla el territorio… Es un constructo político de lucha, pero no es en realidad un Gobierno con una institucionalidad para garantizar la transparencia de los recursos”, plantea.
Malas notas para el Gobierno y la oposición
En lo que ambos analistas coinciden, en todo caso, es en la necesidad de la oposición de replantearse su estrategia. El propósito de sacar a Nicolás Maduro del poder mediante un referéndum revocatorio o de elecciones anticipadas no prosperó. Y ahora las miradas parecen apuntar a las elecciones de 2024.
“Lo que sí es cierto es que la dictadura se consolida y la oposición debe luchar por sostener algunos espacios democráticos y por lograr la conexión con la población”, opina el politólogo Ronal Rodríguez.
Los partidos opositores tendrán que reposicionarse, en un marco en el que los liderazgos han perdido terreno. El propio Juan Guaidó tiene actualmente un 16,4% de aceptación popular, lo que no es mucho más que el 14,7% de Maduro, según indica Luis Vicente León.
Y tampoco hay otras figuras mejor posicionadas. “Chavez, muerto, es el líder de mayor popularidad”, con un 53 por ciento, dice el presidente de Datanálisis. “No es porque Chávez era mejor, porque la verdad es que la mayoría de los problemas que hoy tenemos arrancan desde el modelo primitivo y hostil que instaló él en Venezuela. Pero la gente lo que recuerda es una economía mejor, una vida mejor de la que pudo llevar después”, explica.
“Orfandad política”
Otro fenómeno que revelan las encuestas es la pérdida de la esperanza de cambio. Una esperanza que en 2019 manifestaba el 50% de la población, y que hoy mantiene menos del 25%, de acuerdo con los datos que maneja Luis Vicente León.
Es una clara muestra del desencanto. “El ciudadano promedio no se siente representado ni por el chavismo ni por la oposición. Y esa orfandad política hace que haya un statu quo en la situación de Venezuela. Es lo que lamentablemente termina empujando a tanta gente a salir del país”, apunta Ronal Rodríguez.
Recuperar la unidad y la legitimidad es el gran reto de la oposición, con un “Gobierno interino” que ya no convence a muchos y sobre el que aumenta notablemente la presión con la renuncia de Julio Borges. “Guaidó depende fundamentalmente de los apoyos de Estados Unidos y de Colombia”, advierte Ronal Rodríguez y concluye: “Si dejan de apoyarlo, Guaidó desaparece”.