Se trata de un estudio tan revelador como desgarrador, difundido a mediados de octubre pasado.
Mientras en millones de hogares los niños y niñas buscaban un disfraz para pasar a lo grande Halloween, otros de sus pares, en total sombra, relataban su experiencia de matar para los cárteles de la droga, entre otros encargos de estas organizaciones ilícitas. Los testimonios son fiel reflejo de la realidad que atraviesan los denominados “Niños narcos”.
Medios como Televisa, entre otros en territorio mexicano, difundieron los relatos junto con las cifras escalofriantes.
“Primero los tableábamos, les pegábamos, los cortaban con machete en cachitos (pedacitos), los echaban al tambo con diésel y así es como los desaparecen”, exponían.
Es la narrativa de “Antonio”, quien acaba de cumplir 17 años, una edad por la que muchos adolescentes transitan con dudas e incertidumbre, por el futuro y sus aspiraciones de vida. El menor, antes citado, ya lleva a cuestas crímenes que ejecutó desde muy temprano.
No está solo en ese suplicio. Reinserta, asegura en su informe, que 30 mil niños, niñas y adolescentes que han sido reclutados por el crimen organizado y los cárteles en México.
Otros 65 relatos, de igual número de menores de edad, han sido colocados en el estudio. Se trata, más allá de victimizarlos, de dilucidar que el narco en México, y en otras partes del mundo a donde mueva sus tentáculos, tiene como blanco a niños y niñas que recluta para fines criminales. La edad del recluta es inversamente proporcional a las “tareas” que les son asignadas y que ya han sido descritas en este mundo.
“A los 12, yo ya era un asesino a sueldo”
Para el crimen organizado, en países como México, la edad es lo de menos a la hora de reclutar a menores de edad.
Las asignaciones a niños de entre 9 y 11 años tienen que ver con homicidios y desapariciones de los cuerpos, secuestros, extorsiones y otras formas delictivas que, por lo general, son cometidas por adultos quienes tienen en su haber un historial de vida que los llevó a la criminalidad.
“A los doce yo ya era un asesino a sueldo. A veces los ‘pozoleábamos, los descuartizábamos o los matábamos a puros disparos”, contó Jacobo, quien “trabajó” para el Cártel Jalisco Nueva Generación. Hoy, aún lejos de la mayoría de edad, tiene un prontuario delictivo como cualquier otro adulto en el narcotráfico.
Las historias fueron posibles en su recopilación debido a que los casi 70 infantes que son citados en el estudio yacen en centros de internamiento en 7 ciudades mexicanas. Entre estas están Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León, Estado de México, Guerrero, Quintana Roo y Oaxaca.
Para que un niño que aún no entra a la pubertad sea capaz de llevar una vida delictiva de ese tipo pasa por un entrenamiento militar. El informe señala que, entre las zonas donde los cárteles los adiestran se encuentra el norte mexicano. Sus adiestradores son ex militares de las Fuerzas Armadas, que preparan a los menores de edad en un lapso de entre 15 días a seis meses.
“En estos procesos se les enseñan habilidades de supervivencia y combate, manejo de autos, empuñadura y tiro de arma, arme y desarme de pistolas, limpieza y mantenimiento de armas, estrategias para introducirse a casas y tácticas de combate en caso de enfrentamiento”, señala el documento hecho público.
Volviendo al relato de “Antonio”, quien ha participado del asesinato y desaparición de personas, la investigación realizada al respecto agrega que los niños reciben “técnicas de desmembramiento de cuerpos humanos reconociendo partes del cuerpo humano flexibles para descuartizar más rápido y sin tanto esfuerzo para evitar que se desangre la víctima y retardar la muerte o para que tenga un deceso más acelerado”.
Lo que lleva a ser un “niño narco”
“Mi primera prueba fue sencilla, tenía que balear a un vato para quitarle la motocicleta… a partir de ahí fue puro matar, matar, matar”. Se trata del relato de Héctor, de tan solo 16 años de vida… y muerte, según consigna Infobae.
¿Qué los llevó allí? ¿Qué los introdujo a un mundo tan oscuro, del que prácticamente no hay retorno?
La respuesta, en la mayoría de historias, tiene que ver con desapego de sus cuidadores, abandono y más se encuentran a la base de sus conductas.
Y es que además de cometer asesinatos para sus jefes narcos, tienen como común denominador la ausencia de padres, violencia intrafamiliar, narcocultura, además de la normalización de la violencia y la pobreza en sus respectivas ciudades.
Hablando de condición socioeconómica, estos menores son seducidos por fuertes sumas de dinero, las cuales los hacen querer adentrarse a un mundo que no sólo les ofrece poder detrás de un arma, sino, ganar hasta 35 mil pesos quincenales (1 millón 377 mil pesos chilenos).
Los Zetas y su reclutamiento de menores de edad
“Control… Sobre todo el estado de Coahuila. Un análisis de testimonios en juicios contra integrantes de Los Zetas en San Antonio, Austin y Del Río”, es otro de los informes que han sido revelados, poniendo al descubierto la realidad de los infantes a merced del narcotráfico.
El estudio fue realizado por la Escuela de Leyes de la Universidad de Texas y en su extensión, confirma lo que otros similares ya han hecho: cárteles de la droga manejan la vida de niños y niñas, ordenándoles crímenes, para no ser alcanzados por la justicia.
El Cártel de Los Zetas, en este caso, es el claro ejemplo de cómo esta organización criminal recluta niños con el sobrenombre de “halcón” en comunidades de Eagle Pass en Texas.
La idea es que funjan como vigilantes que den aviso a sus superiores cuando la Patrulla Fronteriza se aproxime, con el fin de transportar la droga en la frontera con México.
Además de los “halcones”, están los niños que son denominados “mulas” y tienen la tarea de transportar droga en la zona antes mencionada.
El padre de una menor de 14 años, que estaba embarazada, relató bajo anonimato que Los Zetas usaron a su hija para que transportara droga hacia Estados Unidos. Otros niños y niñas en edades similares, fueron reclutados por otros menores para que trabajaran de choferes de droga, entre otras narco-actividades.
Los líderes narcos echan mano de la inestabilidad de los infantes reclutados, con el fin de no cometer los crímenes entre sus filas adultas y así evadir las penas de prisión bajo las leyes actuales. De ahí que los niños y niñas sean sumergidos en un mundo que los envolvió de tal forma, que su vida entera es destruida como las vidas que eliminaron, por órdenes de sus jefes.