El frágil gobierno de Haití enfrenta el domingo una nueva crisis tras el secuestro el sábado de un grupo de misioneros y sus familiares, en su mayoría estadounidenses, a manos de una banda armada cerca de Puerto Príncipe.
Hubo poca reacción oficial en Haití, y la policía local no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios de la AFP.
El grupo de entre 15 y 17 personas, entre las que se encontraban niños y, según algunos testimonios, un canadiense, fue secuestrado cuando regresaba de una visita a un orfanato, dijo a la AFP una fuente de seguridad haitiana. Un número desconocido de haitianos también fue secuestrado.
“Llamamos a la liberación de las personas secuestradas, sean ciudadanos estadounidenses o de otras nacionalidades”, dijo Gedeon Jean, director del Centro de Análisis e Investigación en Derechos Humanos, con sede en la capital.
Agregó que la situación actual es “perjudicial para la dignidad humana”.
El plagio se produjo cuando el grupo regresaban de una visita a un orfanato unos 30 kilómetros al este de Puerto Príncipe, dijo a la AFP una fuente de seguridad haitiana.
Algunos miembros de la organización misionera con sede en Ohio realizaban su primer viaje a Haití, dijo la fuente.
Los misioneros quedaron en manos de la pandilla “400 Mawozo”, que desde hace meses realiza raptos y robos en la zona situada entre Puerto Príncipe y la frontera con República Dominicana, señaló la fuente.
El Departamento de Estado de Estados Unidos no ofreció detalles sobre el secuestro. Un portavoz dijo únicamente a la AFP: “El bienestar y la seguridad de los ciudadanos estadounidenses en el extranjero es una de nuestras principales prioridades”.
“Conocemos esta información y no tenemos nada que agregar por el momento”, subrayó.
Normalmente, los funcionarios mantienen silencio sobre los secuestros, dada la extraordinaria sensibilidad de tales situaciones.
Secuestros aumentan
La pandilla ha secuestrado varios vehículos, incluso autobuses llenos, en las carreteras que controla, afectando tanto a nacionales como a extranjeros, a los que retiene para obtener rescates, muchas veces por sumas que superan las ganancias anuales de un haitiano.
“La policía ha demostrado ser incapaz de enfrentarse a las pandillas, que se organizan mejor y controlan cada vez más territorio” en torno a la capital y en las ciudades de provincia, dijo Jean.
La organización que dirige registró un aumento alarmante de secuestros en Haití: más de 600 en los primeros tres meses de 2021, un aumento drástico de 231 con respecto a igual período de 2020.
Y los grupos defensores de los derechos humanos afirman que la gran mayoría de mujeres secuestradas por las bandas criminales son violadas.
En abril, 10 personas, incluidos dos religiosos franceses, fueron secuestrados por la banda “400 Mawozo” en la misma zona.
Liberado tras 20 días de cautiverio, el padre católico Michel Briand dijo entonces a la AFP que su grupo estaba “en un mal lugar, en un mal momento”.
Crisis e inseguridad
Haití lucha desde hace años contra las catástrofes naturales y una profunda crisis política que paraliza su desarrollo socioeconómico.
El asesinato el 7 de julio del presidente Jovenel Moise por parte de un comando armado en su residencia privada sumió aún más al país caribeño en la incertidumbre.
Luego, un terremoto el 14 de agosto mató a más de 2.200 personas en el suroeste del país.
Gedeon Jean dice que la ausencia de un Estado fuerte deja un vacío que las bandas criminales intentan llenar, extendiendo su control desde algunos de los distritos más pobres de la capital a las áreas circundantes.
Incluso antes de los secuestros del sábado, grupos empresariales y profesionales en Puerto Príncipe habían convocado una huelga indefinida a partir del lunes para protestar por el extendido clima de inseguridad.