Frente a miles de manifestantes que lo esperaban para celebrar el Día de la Independencia en Brasilia, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, profirió un polémico discurso amenazando directamente al Tribunal Supremo de Justicia de su país.
Si bien la manifestación fue convocada para defender la libertad. Las palabras del mandatario rayaron en lo antidemocrático al insinuar que podría intervenir en el poder judicial si lo consideraba necesario.
Es así como Bolsonaro señaló que “no podemos aceptar más prisiones políticas en nuestro Brasil”.
“El jefe de ese poder encuadra a los suyos o ese poder puede sufrir aquello que nosotros no queremos”, afirmó el mandatario ante sus seguidores.
“No queremos pelear con ningún poder, pero no podemos admitir que una persona turbe nuestra democracia y ponga en riesgo nuestra libertad”, agregó.
Lo anterior, en referencia velada al magistrado Alexandre de Moraes, con el que se ha enemistado en un grave conflicto institucional.
Amenazas de Bolsonaro
Las amenazas de Bolsonaro responden a una investigación que abrió el Tribunal Supremo en su contra sobre la difusión de noticias falsas y amenazas a la democracia que ya ha llevado a la cárcel a numerosos activistas de ultraderecha.
Los participantes de la multitudinaria manifestación, convocada por el propio Bolsonaro, sostuvieron pancartas en las que pedían, entre otros asuntos, la destitución de los magistrados del Supremo e incluso una intervención militar.
Además de Brasilia, el mandatario brasileño tiene previsto desplazarse esta tarde a Sao Paulo, donde se espera otra de las protestas más multitudinarias.
Las protestas de este martes se producen en medio de las crecientes tensiones políticas y sociales en Brasil.
La situación se agudizó por la desconfianza sembrada por Bolsonaro en el sistema electrónico de votación que Brasil adoptó en 1996.
Desde entonces, no ha sido objeto de una sola denuncia de fraude, pero que según el mandatario ultraderechista propicia las trampas.
Coinciden, además, con la caída en picado de la aprobación del mandatario, que llega hoy a un escaso 25% de los brasileños, acentuada por la crisis económica y sanitaria que azota el país.