La pandemia de COVID-19 no solo afecta a personas indígenas en territorios en los que pueden acceder a la atención sanitaria, sino también a los que viven aislados del mundo exterior.
Hasta el 22 de julio de 2021, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) registra un total de 617.326 casos de COVID-19 entre los pueblos indígenas de 18 países de las Américas, de los cuales 14.646 fallecieron por el coronavirus. Las variantes de preocupación conocidas hasta el momento se detectaron en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México y Puerto Rico, entre otros países del continente.
La OPS alerta especialmente sobre la situación de los indígenas en México, donde entre las 78 etnias hubo 21.046 casos confirmados de COVID-19 y 3.253 decesos, una tasa de letalidad de 15,4 muertes por cada 100 personas contagiadas. Según estadísticas oficiales, 25.700.000 personas de pueblos y grupos originarios conforman el 20,1% de la población total de México. Esa tasa de letalidad es mayor que la que prevalece en este país entre la población en general, de 8,4 %.
A la elevada tasa de mortalidad por COVID-19 en la población indígena de México le sigue la de Paraguay, con un 10,5 %. La menor se registra en Perú, y es de 1,1 %.
Un reto para la atención sanitaria de pueblos indígenas
En la Amazonía, donde hay cerca 238 pueblos o nacionalidades indígenas afectados por COVID-19, según datos de noviembre de 2020 de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), habría 2.139 personas indígenas fallecidas debido a esa enfermedad.
De acuerdo con un monitoreo de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (CONFENIAE), entre las 14 nacionalidades indígenas de Ecuador, hubo 50 casos de muerte confirmada por el virus, y 54 fallecieron con esa sintomatología. Los más afectados por la enfermedad en Ecuador son los kichwa y los shuar.
Pero ante estas cifras, Carlos Mazabanda, coordinador de Ecuador para la organización Amazon Watch, plantea dudas: “En la región amazónica uno de los principales problemas que persisten es la ausencia de información con un enfoque cultural específico sobre la situación y las necesidades de los pueblos indígenas. También en lo referente a los registros de contagios y muertes por el coronavirus”.
Los gobiernos de cada país cuentan con registros globales, pero no siempre con cifras de casos positivos de coronavirus de una determinada población indígena. Eso ha impedido que las poblaciones indígenas campesinas, alejadas de los centros poblados con infraestructura hospitalaria puedan recibir atención oportunamente. “Eso fue un reto muy grande para los pueblos indígenas en toda América Latina”, dice el experto en entrevista con la Deutsche Welle.
En términos poblacionales, 104 fallecimientos entre los indígenas de Ecuador tienen alto impacto, porque se trata de una población pequeña. Además, en todo el subcontinente hay varios pueblos indígenas que tienen contacto desde hace poco con el mundo exterior, y son vulnerables a este tipo de enfermedades porque su organismo no cuenta con una respuesta inmunológica adecuada a ellas.
Fallas en la comunicación de autoridades sanitarias
En Chile, la situación epidemiológica de COVID-19 de los pueblos originarios, que conforman un 12,8 % de la población -entre ellos, los mapuche, aymara, diaguita y quechua-, afecta a un total de 40.745 personas, según el Ministerio de Salud. Un 71% de ellas son del pueblo mapuche, en especial, la población mapuche rural. Hasta la fecha, hubo 703 defunciones en la población indígena chilena.
¿Hubo fallas por parte del gobierno? ¿Qué determina que una persona de un pueblo originario se contagie y pueda morir por el coronavirus? “Básicamente, el acceso a la ciudad, donde hay mayor circulación del virus, y en este caso, la incomprensión del fenómeno pandémico en las comunidades mapuche debido a los mensajes equívocos de la autoridad sanitaria, que no son compatibles con la realidad mapuche”, explica a DW Andrés Cuyul, miembro de la corporación para el desarrollo de la salud mapuche Taiñ Tremotuam, académico de la Universidad de La Frontera en Temuco y magister en Salud Pública. Ni por radio ni en persona se ha esclarecido adecuadamente el tema a los mapuche.
Para Carlos Mazabanda, un factor esencial es el recuento de contagios en base a test PCR en la comunidades indígenas, uno de los datos con los que la CONFENIAE, junto con Amazon Watch y otros, elaboró un panel de monitoreo para brindar asistencia médica y ayuda humanitaria: “Contábamos con esa información hasta agosto de 2020. Luego, las pruebas PCR, que eran hechas por instituciones privadas y universidades, y no por el Estado, se dejaron de hacer, y más tarde ya no teníamos absolutamente ninguna información”, señala.
Especialmente en la región amazónica, donde viven varios pueblos en aislamiento, si el coronavirus, en especial la variante Delta, se esparce aún más, y si el Estado no se ocupa de prevenir más contagios con estrategias adecuadas “podemos hablar de un genocidio, ya que eso tendría un gran impacto en el bioma amazónico”, advierte Mazabanda.
Andrés Cuyul resalta que la población mapuche rural cuenta con una serie de “procesos protectores de la salud que influyen en que en ella haya menos prevalencia del coronavirus, como la siembra y el trabajo comunitario, el ayudarse mutuamente”. Carlos Mazabanda asegura que las curaciones y profilaxis contra el coronavirus que practican los indígenas con remedios naturales hechos de plantas de la Amazonía, han dado resultados en muchos casos. Sin embargo, según Cuyul, la pandemia, ha cambiado muchas costumbres cotidianas, y hasta los ritos funerarios mapuche, de unos cuatro días de duración, donde se comparten alimentos. Eso ya no se puede hacer por el peligro de contagio.
Crisis sanitaria, crisis ambientales, los desafíos para los pueblos originarios de América Latina son muchos y de gran magnitud. Sin embargo, en la gente de las diferentes comunidades hay una gran resiliencia y una fortaleza que viene de su fe en la naturaleza: “Son ciclos de la vida”, dice Andrés Cuyul, “y la gente se está preparando para estos tiempos que vivimos, y para otros que vendrán”.
Para ambos entrevistados, sobre todo, la responsabilidad del Estado de desarrollar estrategias que se adapten a la realidad de las comunidades de pueblos originarios en la pandemia es urgente. En cuanto a la vacunación contra el coronavirus, el gobierno de Ecuador, por ejemplo, prevé intensificar esta semana la vacunación en sectores remotos de varias provincias. Eso también se está haciendo en otros países de Latinoamérica.