La realidad en Nicaragua se asemeja a una paradoja histórica. A medida que se acercan las elecciones presidenciales, el asedio contra la oposición aumenta. ¿Cómo llegó a esto Daniel Ortega, una vez líder revolucionario?
Este fin de semana fueron detenidos seis opositores más en Nicaragua. El gobierno de Ortega intenta silenciar a los disidentes y a la prensa, y reprime brutalmente cualquier levantamiento en su contra.
¿Cómo pudo llegar a esto uno de los líderes de la Revolución Sandinista, que luchó contra la sangrienta y corrupta dictadura de la dinastía Somoza?
Antiguos compañeros de lucha de Ortega, ahora disidentes, lo acusan de encabezar “una nueva dictadura”.
Así se expresó Hugo Torres, vicepresidente de la Unión Democrática Renovadora, que arriesgó su vida en 1974 para liberar de la cárcel al actual presidente. Este domingo fue detenido bajo la acusación de “traición a la patria”. ¿Es Daniel Ortega el nuevo Somoza?
El líder de un proyecto político autoritario
“Daniel Ortega es la representación de un proyecto político autoritario dentro de lo que se podría considerar como la izquierda en Nicaragua”, dice Elvira Cuadra, socióloga ahora exiliada en Costa Rica.
“En los años 80 eso se difumina en el contexto de conflicto interno en el país. Pero en 2006, con una democracia débil, se empieza a notar más su vocación autoritaria”, indicó.
Durante los años 70, la Revolución Sandinista se enfrentó por medio de las armas a la dictadura, para luchar contra la pobreza que sembró la dinastía Somoza.
Paralelamente, un movimiento de intelectuales y artistas nicaragüenses se convirtió en un faro para la libertad.
Con escritores como Ernesto Cardenal, Claribel Alegría, Sergio Ramírez y Gioconda Belli, ese movimiento, cuyo centro fue el archipiélago de Solentiname, inspiró a intelectuales de otros países latinoamericanos. ¿Qué sucedió con esos ideales en la Nicaragua de Daniel Ortega?
“Hay una expresión que dice que ‘el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente’”, comentó desde su exilio el economista Enrique Sáenz. “Los tiranos desarrollan una patología con el ejercicio prolongado del poder, y Ortega ha desarrollado un sentido mesiánico de su papel político”.
“Además de ser un dictador, Daniel Ortega ejerce el poder, junto con una mafia, para acumular riquezas”, señala el analista. “Sustituyó las ansias de cambio por el afán de acumular riqueza y es una de las personas más ricas de Nicaragua, si no la más rica”.
Estallido social y prevalencia de la represión
En 2018, cuando se produjo el estallido social en el país centroamericano, “se reveló la profundidad del proceso acelerado de control de las instituciones públicas. Ortega puso a funcionar plenamente un aparato represivo que venía construyendo desde 2007”, explicó Elvira Cuadra.
Esas instituciones incluyen al Ejército, la Policía y el poder Judicial, así como a grupos paramilitares que reprimían de los ciudadanos.
Con varias purgas en el Frente Sandinista desde 1990 el partido se convirtió en un clan familiar movido, principalmente, por motivos económicos y de poder.
“Están usando todos los recursos del Estado para sostener tanto el proyecto político de continuidad dinástico como el grupo económico que han constituido durante los últimos años”, asevera la socióloga.
De la utopía solidaria ya no parecen quedar más que escombros. Para Günther Maihold, analista político y vicedirector del Instituto Alemán para Política Internacional y Seguridad, “eso se ha reducido a un simbolismo revolucionario, a un radicalismo verbal antiimperialista, buscando una alianza con Venezuela”, según dijo.
¿Cómo restablecer el orden democrático?
“El gobierno de Ortega se apropió de la cooperación petrolera con Venezuela de manera privada, primero con Chávez y luego con Maduro”, apunta Enrique Sáenz. “El afianzamiento de la dictadura de Ortega difícilmente se puede entender sin conocer esa palanca que le suministró Chávez, en su momento, y Maduro, después”.
En cuanto al control de las instituciones, la reforma de la Constitución del 2014, la reforma del Código Militar y la aprobación de una nueva ley de Policía, junto con una serie de leyes, “particularmente las que se aprobaron desde noviembre del 2020 hasta la fecha”.
“El cambio en las actitudes y posturas de Daniel Ortega se debe a que se desarticuló un concepto ideológico común y se redujo a un mero personalismo”, explica Günther Maihold. La fragmentación interna de la oposición tampoco ayuda, agrega.
¿Qué mecanismos, si no son las ya aplicadas sanciones, podrían frenar el despotismo en Nicaragua, para rescatar el Estado de derecho? Según Günther Maihold, “que la OEA suspenda a Nicaragua no cambiará la situación de los opositores encarcelados y perseguidos.
EEUU y la Unión Europea podrían asumir una estrategia conjunta, pero a EEUU lo ocupa el tema migratorio y no quiere que surja otro foco de migración”.
El economista Enrique Sáenz habla de “dejar de lado las diferencias” en la oposición, “que tanto han servido a Ortega”, y presentar un frente político unificado, una sincronización entre los nicaragüenses y la comunidad internacional. Y de ejercer presión hacia el caudal de dinero de Daniel Ortega.
“Que Ortega haya tomado el camino más difícil, de un escenario cerrado, amerita que la comunidad internacional adopte todas las acciones posibles, particularmente las diplomáticas, para persuadir a Ortega de crear un proceso electoral transparente y para que se restablezcan las libertades democráticas y los derechos ciudadanos, comenzando por las más de 140 personas detenidas como prisioneros políticos”, enfatizó Elvira Cuadra.