La operación policial que dejó 25 muertos en una favela de Rio de Janeiro provocó el viernes protestas, una avalancha de críticas y un pedido de la ONU de investigar denuncias de ejecuciones sumarias.
“¡Dejen de matarnos!”, decía una pancarta al frente de una marcha de centenas de personas que se dirigió desde la favela Jacarezinho, donde el jueves se produjo la tragedia, hasta el cuartel general de la policía.
“Esta ha sido una de las acciones más salvajes de la policía de Rio”, dijo a la Agence France-Presse el estudiante Roger Denis, que participó en el cortejo. “Estamos pidiendo justicia, por una masacre injustificable” agregó.
Otras protestas están previstas para esta tarde tarde.
Según grupos de derechos humanos, se trató de la operación policial más letal en la historia de la ciudad, acostumbrada sin embargo a irrupciones violentas de las fuerzas de seguridad en comunidades pobres, con población mayoritariamente negra.
La Policía Civil (a cargo de investigaciones criminales) indicó que la incursión en Jacarezinho se proponía desarticular una banda que reclutaba a niños y adolescentes para el tráfico de drogas, robos, secuestros y asesinatos.
La irrupción, a primeras horas del jueves, convirtió a la zona en un teatro de guerra, con cadáveres esparcidos y grandes charcos de sangre en las estrechas callejuelas, refirieron testigos.
Uno de los 25 muertos es un policía, que será enterrado por la tarde, en una ceremonia que se espera dé lugar a muestras de solidaridad por parte de sus colegas y de políticos partidarios de una política de seguridad dura, como el presidente Jair Bolsonaro.
Los otros 24 fallecidos eran “criminales”, aseguró la policía, que hasta ahora no identificó los cuerpos ni explicó las circunstancias en las cuales los agentes abrieron fuego.
El portavoz de la Alta Comisionada de la ONU para los derechos Humanos, Rupert Colville, se declaró “profundamente consternado por la muerte de al menos 25 personas” en Jacarezinho y pidió una investigación “independiente, completa e imparcial”.
“Recordamos a las autoridades brasileñas que el uso de la fuerza debe aplicarse solamente cuando es estrictamente necesario”, indicó en un comunicado emitido en Ginebra.
“La fuerza letal debe usarse como último recurso”, dijo.
Los habitantes dieron parte de tiroteos intensos. Imágenes áreas de la televisión mostraron personas armadas huyendo a través de los techos de la aglomeración.
“Lo ejecutaron”
La policía asegura que respetó todos los protocolos de rigor, Pero los testimonios de vecinos y familiares y un video que circula en las redes sociales levantan dudas al respecto.
Una habitante de Jacarezinho contó a la Agencia AFP que un joven fue abatido en su casa, donde se había refugiado herido.
“El chico llegó baleado y como ningún habitante de la comunidad puede echar a otro, se quedó. Pero los policías vieron sangre y entraron gritando: ‘¿Dónde está? ¿dónde está?’. Yo solo tuve tiempo de llevar a mis hijos para atrás mientras ellos lo mataban en el cuarto”, contó la mujer.
Otra residente contó al portal UOL que su marido, Jonas do Carmo dos Santos, de 32 años, que trabajaba como obrero de la construcción y en una pizzería, fue baleado por la policía cuando había salido para comprar pan.
Testigos de la escena dijeron que inicialmente recibió un disparo en la pierna y trató de huir, pero los agentes “se acercaron y terminaron de ejecutarlo”.
“Fue una ejecución, vinieron para matar. Hubieran podido detenerlo y llevarlo para averiguaciones, después del primer tiro”, añadió la mujer, que queda a cargo de un hijo recién nacido.
Estrategia cuestionada
Seguidores de Bolsonaro cerraron filas rápidamente con la policía.
El líder de ultraderecha ganó las elecciones presidenciales de 2018 con un discurso armamentista. Es también próximo a los policías y militares.
“Eran todos bandidos”, calificó el vicepresidente Hamilton Mourao, un general retirado, refiriéndose a las 24 personas que fueron asesinadas.
El diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente, llamó de “vagabundos” a quienes cuestionaron a la policía.
“Hay un oficial de policía asesinado y ellos defienden a los asesinos”, escribió en Twitter.
Rio, una icónica ciudad de playa con 6,7 millones de habitantes, es conocida por su historial de violencia.
El año pasado 1.245 personas fueron asesinadas por la policía en el estado de Rio de Janeiro.
Especialistas en seguridad y violencia cuestionan por qué las autoridades continúan aplicando una estrategia militar contra el crimen organizado que a lo largo de los años ha dejado altas tasas de muertes y pocos resultados.
“Cuando la policía se va, los grupos locales no están debilitados. Los traficantes encargan más fusiles y el día de mañana serán más poderosos que antes”, dijo Silvia Ramos, directora del Observatorio de Seguridad de la Universidad Candido Mendes.
“Después la policía regresa y mata aún más gente, dejando a la población más traumatizada”, agregó.