Brasil registró este jueves 1.092 muertes por coronavirus, superando por primera vez desde el 30 de setiembre la barrera de los mil fallecimientos en un día, según el balance oficial.
El total de muertos desde el inicio de la pandemia suma 184.827 y es superado solo por Estados Unidos. En las últimas 24 horas hubo además 69.826 nuevas infecciones, segundo mayor saldo diario tras el récord registrado el miércoles, de 70.574 casos.
Más de 7,1 millones de personas ya contrajeron el virus en Brasil, un gigante de 212 millones de habitantes que desde inicios de noviembre vive un repunte de la pandemia. Esto preocupa a los especialistas de cara a las fiestas de fin de año, cuando se espera un flujo mayor de personas entre las distintas regiones.
En la última semana han fallecido un promedio de 723 personas por día. Desde junio hasta mediados de agosto, el país se mantuvo en una meseta de alrededor de mil muertos por día, pero la curva bajó hasta poco más de 300 en noviembre, cuando volvió a repuntar hasta llegar a su nivel actual.
Rio de Janeiro, con 17 millones de habitantes, es el estado con mayor tasa de muertes: 140 cada 100.000 habitantes, frente a 88 de todo el país o 97 de Sao Paulo, el estado más poblado.
Las autoridades suspendieron las celebraciones de fin de año en la playa de Copacabana y los desfiles de carnaval, a la espera de una vacuna que permita volver a celebrar estas fiestas caracterizadas precisamente por sus aglomeraciones.
Vacuna obligatoria
La corte suprema autorizó este jueves al Ejecutivo, a gobernadores y alcaldes a establecer como obligatoria la vacunación contra el coronavirus, a contramano de la inmunización “voluntaria” defendida por el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro.
Una mayoría de 10 de los 11 jueces del Supremo Tribunal Federal (STF) determinó que esas autoridades pueden tornar obligatoria la vacunación por “vías indirectas”, mediante aprobación de una ley que fije restricciones a quienes se abstengan de inmunizarse, como la prohibición de ir a determinados eventos públicos.
Los jueces aclararon que la decisión no implica una vacunación “forzosa”, pero la medida representa un nuevo revés del STF contra un presidente escéptico sobre la gravedad de la pandemia.
Bolsonaro, que contrajo el coronavirus en julio y se recuperó tras 20 días de reposo, ha dicho en varias oportunidades que no se vacunará y ha intentado sembrar dudas sobre la seguridad de los inmunizantes.
“Si alguien no quiere tratarse, que no se trate. Si -hipotéticamente – yo no quisiera hacer quimioterapia y me muero, el problema es mío”, afirmó este jueves durante un evento en Porto Seguro (Bahia, noreste).
“Yo no voy a tomarla. A los idiotas que están diciendo que doy un pésimo ejemplo: si ya tuve el virus y ya tengo anticuerpos, ¿para qué darme la vacuna nuevamente?”, añadió.
Poco después de que la pandemia llegara a Brasil en febrero, el STF autorizó a gobernadores y alcaldes a ordenar medidas de distanciamiento social, como el confinamiento o cierre de negocios, pese a que Bolsonaro rechazara tajantemente esas opciones, advirtiendo los efectos sobre la economía.
A pesar de reiterar que él mismo no se vacunaría, el presidente afirmó esta semana al lanzar el plan nacional de inmunización que Brasil podrá así “volver a la normalidad”.
El plan de vacunación, que podría empezar en febrero una vez que el regulador sanitario brasileño avale alguna de las vacunas en desarrollo, prevé inmunizar a los grupos de riesgo en cuatro meses y a la población en general en un lapso de 16 meses.