Los pueblos indígenas son una de las comunidades más vulnerables a contagiarse con covid-19 en América Latina. “Salvo en Belice, El Salvador y Uruguay, todos los demás países de la región confirman casos de personas indígenas contagiadas”, dijo a la Deutsche Welle Myrna Cunningham, presidenta del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (FILAC).
Pobreza, falta de agua y la existencia de enfermedades previas como el dengue, la malaria o la tuberculosis “debilitan seriamente a los pueblos ante la llegada de un virus desconocido”, explicó. Asimismo, en los pueblos con poca población, “la llegada del virus no solo pone en riesgo la salud de las personas, sino que puede dar lugar al exterminio de culturas enteras”, alertó.
Por ello, junto al Foro Indígena de Abya Yala y cerca de una treintena de organizaciones indígenas de la región, crearon la Plataforma Indígena Regional Frente al covid-19 “Por la Vida y los Pueblos”.
El pasado mayo presentó un primer informe sobre “Los Pueblos Indígenas frente al covid-19”. En él, se apuntaba que al menos 163 pueblos indígenas en Latinoamérica, estaban contagiados con el coronavirus.
En los últimos tres meses, la pandemia se ha ido expandiendo. “Lamentablemente hemos visto que, en muchos casos, los estados nacionales han ignorado a sus conciudadanos indígenas o simplemente han tratado de expandir sus medidas estrictas, esencialmente diseñadas para zonas urbanas al área rural, que han demostrado no ser efectivas”, dijo a DW Georg Dufner, director del programa regional Participación Política Indígena de la Fundación Konrad Adenauer (KAS).
Una tendencia al alza y un riesgo creciente
Según datos del FILAC, hasta el 5 de agosto se habían contabilizado 58.630 contagios y 2.024 fallecidos.
Asimismo, el riesgo de extinción acecha al pueblo indígena Yuqui, en Bolivia. “Con apenas 342 miembros, es considerado con alto riesgo de vulnerabilidad debido a enfermedades como la tuberculosis, fibrosis pulmonar, anemia, desnutrición y otros”, recalcó la presidenta del FILAC que también alertó del estado del pueblo Siekopai, entre Ecuador y Perú. “Con una población de solo 744 personas, atraviesa una grave situación ya que casi el 10% del total de sus miembros han sido contagiados”, agregó.
Por otro lado, según los últimos datos de la Organización Panamericana de Salud (OPS), los pueblos Waorani y Secoya en Ecuador, Guaraní en Bolivia y Tikuna, Andoque, Mokana y Andoque en Colombia, con una población inferior a 1.000 habitantes, son los más afectados.
Además, la organización apunta que en México, hasta el pasado 26 de julio, fueron confirmados 5.413 casos, incluidas 766 defunciones. “Actualmente en el Istmo de Tehuantepec, que pertenece al estado de Oaxaca, las autoridades de salud reportan 1.130 casos y 171 defunciones”, dijo a DW Diana Manzo, de la etnia zapoteca. “Los contagios han afectado a la comunidad mayor, son los que han fallecido, aunque también a la comunidad de 35 a 50 años de edad”, agregó.
“Ya han fallecido nueve abuelos que se han llevado todo el legado ancestral que no puede ser transmitido a las generaciones. Es una pérdida invaluable para nosotros y no tienen una muerte natural, si no por un virus que no es propio del territorio”, dijo a DW Vanessa Teteye, indígena Bora del clan Iñeje, en Colombia.
Resiliencia indígena contra la inacción estatal
“Aunque en general las respuestas estatales no han sido las necesarias, ni en cantidad ni en calidad”, consideró la presidenta del FILAC, el informe de la plataforma indígena recoge algunas de las acciones que están llevando a cabo los gobiernos de la región.
Así, destacó el caso de México que “desde el primer momento han desagregado datos relacionados con los pueblos indígenas, publicando información sobre contagios, fallecidos y recuperados (…) Otros estados, como Perú, aprobaron normas jurídicas específicas sobre pueblos indígenas y pandemia y protocolos sobre salud en Bolivia, Colombia o Ecuador”, agregó.
Programas de asistencia, mensajes en lenguas indígenas en Perú, Guatemala y México, son otras acciones que han llevado a cabo los gobiernos. No obstante, “los Pueblos Indígenas han demostrado una notable capacidad de reacción y resiliencia ante la llegada de la pandemia”, subrayó apuntando a medidas de protección de sus territorios y la aplicación de conocimientos tradicionales.
Además del impacto sanitario, la pandemia también ha afectado a la economía local de las comunidades que deben buscar alternativas para mantenerse económicamente. En Guatemala y México se retomaron prácticas de intercambio de productos alimenticios. “Yo vendo pescado y lo cambio por pan y café, porque los mercados se cerraron, al igual que la venta en línea a través de redes sociales con servicio a domicilio”, explicó la joven zapoteca.
Una iniciativa parecida se ha creado en Costa Rica con un ‘Estanco indígena de trueque virtual’: “A través de WhatsApp se intercambian los productos para poder tener una distribución más equitativa”, apuntó a DW Levi Sucre, Coordinador ejecutivo de la Alianza Mesoamericana de Pueblos y Bosques.
No obstante, la iniciativa pretende llegar “a una comercialización de productos a público no indígena y poder incluirlo dentro del sistema de comedores del Ministerio de Educación para que se abastezcan de los productos de las familias indígenas y así poder generar algún ingreso”.
La inseguridad alimentaria es una de las acciones urgentes que se deben abordar, según la Plataforma Indígena Regional. Por ello, el apoyo que ofrecen las organizaciones no gubernamentales e internacionales es muy útil.
“Nuestra ONG repartió paquetes de emergencia con alimentos locales, productos de higiene, instrucciones…”, dijo a DW Jens-P. Bergmann, presidente de la ONG alemana Chance E.V. que coopera en el departamento de Cerro de Pasco, en la Amazonía peruana. “Financiamos el camión que recoge la cosecha de todos los comuneros y solo dos se trasladan al mercado para vender los productos de todos”, agregó.