El domingo 26 de enero se realizaron las votaciones para un nuevo Congreso unicameral peruano y los resultados estuvieron dentro de las expectativas del Presidente Martín Vizcarra: ningún partido es hegemónico, desaparecieron partidos históricos y ahora puede maniobrar o negociar con un poder legislativo fragmentado, que no podría repetir su talante obstruccionista.
Trece fueron los partidos que presentaron candidatos, de los cuales diez obtuvieron representación, quedando fuera el Partido Popular Cristiano, que por segundo período legislativo queda ausente del Parlamento; el conservador partido Solidaridad Nacional (SN) del ex alcalde de Lima Luis Castañeda, acusado de haber recibido sobornos de Odebrecht, y el histórico Partido Aprista Peruano (PAP), que queda fuera tras seis décadas ininterrumpidas de protagonismo parlamentario.
Como contrapunto, la primera fuerza política del Congreso, con 24 curules, corresponde a Acción Popular (AP), el viejo partido del ex presidente Fernando Belaunde, quien llegó por dos veces a la Presidencia (1963 y 1980). Aunque no se discierne quien será su nuevo líder, compiten por ese lugar el alcalde de Lima Jorge Muñoz; Raúl Diez Canseco, sobrino de Belaúnde, empresario, ex vicepresidente y ex ministro de Alejandro Toledo, y Johnny Lescano, ex congresista, popular y con arraigo partidario, aunque últimamente debió enfrentar una acusación de acoso sexual.
También es mencionable el periodista Alfredo Barnechea, ex candidato presidencial y excolumnista de la revista Caretas. AP trae el estigma histórico de haberse opuesto al cierre del Congreso y acusado a Vizcarra de golpista, por lo que los actuales congresistas deberán renovar su relación con el Presidente.
En términos históricos, el partido más castigado es el PAP, el viejo partido de Víctor Raúl Haya de la Torre y Alan García, que perdió los cinco congresistas que tenía. Esto lo hace desaparecer del gran escenario, tras cumplir un discutible papel como aliado del fujimorismo, con conspicuos militantes en prisión, acusados de recibir sobornos de Odebrecht, y seriamente traumatizado por el suicidio de Alan García.
Según Fernando Yovera, veterano periodista y agudo observador de la política peruana, ya ni siquiera figuraba en las encuestas y se encuentra dividido entre grupos de militantes jóvenes, que piden asumir liderazgos y una vieja cúpula enquistada en el poder partidario.
En términos actuales, Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori, fue el más castigado por los ciudadanos electores. Tras haber contado con 73 congresistas, hoy sólo retuvo 15 curules. Esto priva a la hija del exdictador Alberto Fujimori de la influencia que le permitió hostilizar a los últimos gobernantes y -según los fiscales que la procesan- recibir sustanciosos aportes de Odebrecht. Comprueba esta circunstancia el que haya vuelto a prisión efectiva.
De acuerdo con esta sinopsis, fue exitosa la audacia de disolver el Congreso. Hoy Vizcarra podría presumir de estar terminando con la cadena de corrupciones a nivel presidencial, iniciada con Alberto Fujimori. Además, su aprobación superior al 55% lo muestra como el Presidente con mayor aprobación en América Latina, según apunta Yovera.
En resumidas cuentas, el éxito obtenido le permitiría afirmar una gestión de nuevo estilo, permitiéndole obtener consensos constructivos, que mantengan el buen rumbo económico y la tranquilidad social del Perú. Visto cómo están las cosas en el mundo, esto podría configurar una especie de revolución en democracia.
El único problema es que al Presidente sólo le quedan dieciséis meses para consolidar lo conquistado.
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