Las autoridades mexicanas buscan avanzar en la investigación del asesinato de la niña Fátima de 7 años, cuyo cadáver fue hallado el último fin de semana con signos de tortura y tras ser reportada desaparecida el 11 de febrero, en un caso que ha generado indignación en México.

Desde su desaparición, la principal prueba que tenía la Fiscalía de la Ciudad de México era un video donde una mujer se llevaba a la niña desde su colegio, justo cuando perdió su rastro, por lo que las autoridades ofrecían una recompensa de dos millones de pesos mexicanos (más de 85 millones en moneda chilena) a quienes ayudaran a dar con el paradero de la sospechosa.

Pero este martes, la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México dijo en Twitter que logró “determinar la identidad de la presunta responsable de sustraer” a la niña, “así como un domicilio” ubicado en cerca del domicilio de la niña.

La cadena Milenio TV reportó que en dicho inmueble fue encontrada ropa de la niña, particularmente sus zapatillas y un suéter.

De momento se desconoce si la sospechosa fue la autora material del asesinato o si solo actuó como cómplice, a través del secuestro de la menor.

Respecto a cómo pudo la mujer llevarse a la niña del colegio, la titular de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJ-CdMx), Ernestina Godoy, indicó que Fátima habría reconocido como una conocida a la sospechosa, por lo que el colegio permitió que se fuese con ella, consigna el portal Sin Embargo de México.

El cuerpo de la niña fue hallado el último fin de semana, presentaba signos de tortura, y desde entonces se inició la investigación para determinar quién era la mujer que la había secuestrado del colegio y si actuó con más personas.

Luto en México y protestas contra el gobierno

Horas antes de que se identificara a la sospechosa, miles de vecinos del pueblo de Tulyehualco, al sureste de Ciudad de México, despidieron este martes a la niña de siete años.

Cantos, rezos y gritos de “¡justicia!” resonaron por las calles de casas austeras donde habitaba la menor con su familia, mientras el dolor embargaba a adultos y niños que portaban flores y globos blancos en su honor.

“Para mí es muy fuerte todo esto. Yo la vi nacer, crecer(…) Como familia esperamos que se haga justicia y que ni a una niña, ni a un niño más les quiten la vida”, dijo entre lágrimas Aída Ramírez, tía de la menor, a la AFP.

En las calles abarrotadas, sobraban las muestras de dolor y solidaridad con los deudos. Atónitos, los pobladores miraban las veladoras puestas al pie de fotografías de la niña en un altar improvisado.

Sobre su ataúd, cubierto con flores y una manta blanca, reposaba un oso de peluche, mientras una banda de mariachis acompañaba la procesión que pasó primero por la escuela donde estudiaba antes de dirigirse al cementerio.

“Produce miedo saber que a las hijas o a las nietas les puede pasar algo”, dijo Luz María Vázquez, ama de casa de 57 años y vecina de Tulyehualco.

“Tendríamos que ser como una red de apoyo para la prevención de todo delito”, dijo a los presentes uno de los sacerdotes durante la misa funeraria. Pero “la ayuda llega cuando ya sucedió”, lamentó.