No estaba pero se le esperaba. El lenguaje inclusivo se coló a pesar de que no aparecía en el programa de ninguna de la cincuentena de conferencias programadas en el VIII congreso de la lengua española, clausurado el sábado en la ciudad argentina de Córdoba.

El rey de España, Felipe VI, remarcó en su discurso inaugural el “espíritu inclusivo” del congreso, pero se refería a su proyección a “campos tan vastos como la cultura, la educación, la tecnología y el emprendimiento”.

El movimiento feminista exige desde hace años el uso del lenguaje inclusivo en la sociedad, una lengua que dé visibilidad a las mujeres, y para ello, básicamente, piden que se deje de usar el masculino no marcado, conocido como genérico, para referirse a colectivos en los que hay hombres y mujeres.

Poco después del discurso del monarca, el periodista argentino Jorge Fernández Díaz sacó a colación durante una conferencia sobre el español y la sociedad digital un “tema polémico, síntoma de algo importante y positivo”, aunque criticó que los defensores del lenguaje inclusivo “quieran imponer” a la Real Academia Española que lo acepte.

“Lo que hace la RAE, y el resto de academias, es regular el lenguaje comúnmente hablado por los ciudadanos. No impone formas de hablar, tiene poco que decir de si se puede o no se puede hablar de determinada forma, esa no es su función. Su función es recoger la lengua tal y como se habla”, explicó a la AFP Santiago Muñoz, presidente de la Real Academia.

En Argentina, el debate en torno a este lenguaje no para de crecer. Dos de sus escritoras, Elsa Osorio y Claudia Piñeiro, señalaron que es posible hablar con un género neutro sin que la RAE lo reconozca. “Nadie puede prohibir el cambio”, dijo la primera.

“La posición de la RAE respecto al lenguaje inclusivo es de respeto. Respeto a una tendencia que reúne ya a un porcentaje importante de personas que creen que el lenguaje está excesivamente masculinizado, que creen que se debería hacer más visible a la mujer. Es verdad que esa desigualdad existe, que hay que luchar por la igualdad con todos los medios que se pueda, y si el lenguaje es una herramienta, pues también a través del lenguaje”, explicó Muñoz.

Pero la lengua “no es la culpable de esa desigualdad, puede que sea un reflejo”, agregó, y pidió no querer “tapar o ocultar lo importante con cosas que son más artificiales”.

La e como neutro

Otro debate que subyace en la reivindicación es la forma en la que se construye ese lenguaje sin caer en los desdoblamientos, cuyo uso la RAE ya desaconsejó por “artificiosos e innecesarios”.

Después de jurar el cargo para el “Consejo de Ministros y Ministras”, la vicepresidenta del Gobierno español, Carmen Calvo, pidió a la RAE que se revisase la Constitución española para dejarla limpia de cualquier sesgo de género.

La petición de Calvo hizo que algunos académicos y escritores saltaran a criticar la medida, e incluso uno de ellos, Arturo Pérez-Reverte, prometió dejar su asiento en la academia si llegaban a tratar el tema.

Una de las alternativas al desdoblamiento es el uso de la “e” como terminación para las palabras cuando no se quiere expresar género, ya que otras formas como la @ o la X que se pueden utilizar en la escritura son imposibles fonéticamente.

La escritora argentina Laura Valenzuela afirmó no saber si “el avance será por la e, pero cada uno encontrará su camino”.

“El lenguaje nuestro es tan vasto, tan rico, con tantas capacidades expresivas que perfectamente se puede hacer sin que nadie se sienta excluido”, dijo confiado a la AFP el presidente de la Academia Cubana de la Lengua, Rogelio Rodríguez.