La entrada a Venezuela de alimentos y medicinas enviados por Estados Unidos es la nueva arma política que empuñan el presidente Nicolás Maduro y el opositor Juan Guaidó en su pugna por el poder, en medio de la severa crisis que aqueja al país.
Guaidó, reconocido por medio centenar de países como mandatario interino, llamó a la fuerza armada a permitir el ingreso de una carga para atender inicialmente a la población más vulnerable, que calcula en 300.000 personas.
Maduro, que asegura que la escasez de alimentos y medicinas se debe a sanciones estadounidenses, se niega a permitir lo que considera un “show de la ayuda humanitaria falsa”.
“La ayuda humanitaria es el centro de la lucha entre los dos bloques de poder”, dice a AFP el politólogo Luis Salamanca.
El forcejeo “está alrededor de la Fuerza Armada, tratando de ganarse a los militares, Guaidó; tratando de mantenerlos con él, Maduro”, añadió.
Militares venezolanos bloquearon con dos contenedores y un camión cisterna el puente Las Tienditas, limítrofe con Colombia, donde son acopiados los primeros cargamentos de ayuda.
Desde que se autoproclamó presidente interino el 23 de enero, Guaidó busca quebrar la Fuerza Armada, sostén de Maduro, pero a pesar de algunas fisuras, la cúpula militar se mantiene leal al presidente socialista, al igual que las cabezas de los poderes judicial y electoral.
Para John Magdaleno, director de la consultora Polity, el pulso alrededor de la ayuda es “un hito” que “conduce inevitablemente a escalar la conflictividad” entre el gobierno y la oposición, pero también entre Maduro y los países que respaldan a Guaidó.
“Esto está en manos de Estados Unidos a la postre, que es el que tiene la capacidad (…) de amenazar con el uso de la fuerza”, afirma a AFP.
El gobierno de Donald Trump, que ha reiterado que el uso del ejército en Venezuela es “una opción”, congeló las cuentas de los jerarcas chavistas y anunció más sanciones que cortarán a Maduro el acceso a los ingresos por la venta de crudo a Estados Unidos.
Washington está “agotando todos los recursos antes”, pero “este capítulo de ayuda humanitaria sería la introducción de una escalada del conflicto mucho más importante que en efecto podría involucrar algún tipo de intervención militar”, dice Magdaleno.
En ese escenario, el analista no descarta que grupos “muy radicalizados” dentro de la Fuerzas Armada planteen resistir.
No obstante, según la subsecretaria de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Kimberly Breier, Estados Unidos descarta “entrar por la fuerza al territorio venezolano” para hacer ingresar la ayuda humanitaria.
Juego “terminal”
La ONU, que ha dicho estar preparada para enviar ayuda de urgencia a Venezuela, advierte que primero debe tener el acuerdo del gobierno de Maduro.
“La ayuda humanitaria nunca debería ser usada como pieza política”, dijo el jueves el portavoz de la Secretaría General de la ONU, Stéphane Dujarric.
Venezuela está sumida en la peor crisis de su historia moderna. Las expropiaciones afectaron la industria nacional y el desplome de la producción de petróleo, origen de 96% de las divisas, limita las importaciones de productos básicos.
La escasez de medicamentos ronda un 85%, los centros de salud se enfrentan a una mengua de insumos médicos, equipos no operativos y el colapso de los servicios de agua y electricidad.
Miles de enfermos con afecciones crónicas tienen dificultades para acceder a sus tratamientos, según ONGs y grupos humanitarios críticos del gobierno.
Pero Maduro acusa a Estados Unidos de armar una “coalición internacional” para “cometer la grave locura de intervenir militarmente Venezuela bajo la falsa excusa de una crisis humanitaria inexistente”.
Para el exjefe parlamentario opositor Henry Ramos Allup, la negativa del gobierno frente al envío de ayuda “los expone más aún ante el mundo como violadores de los derechos humanos”.
La oposición critica que, mientras tanto, Caracas envió 100 toneladas de ayuda humanitaria a Cuba, recientemente golpeada por un tornado.
El gobierno está ante un “dilema estratégico” pues con “cualquier decisión que tome pierde”, apunta Magdaleno.
Si cediera sería un reconocimiento implícito a que existe una crisis humanitaria; y si no la acepta, como ya ha dicho que hará, se expone al rechazo popular.
“Maduro se va a imponer. Ya no le importa mucho, porque está jugando un juego con características terminales”, que amenaza su estadía en el poder, estimó Salamanca.