Un fuerte esquema de seguridad marcó este domingo en Brasilia el último ensayo de la ceremonia de transmisión de mando presidencial en la que el ultraderechista Jair Bolsonaro asumirá el martes las riendas del país.
Las principales arterias viales del centro de poder de la capital de Brasil permanecieron cerradas al público.
Automóviles con dobles del presidente electo y su esposa, Michelle Bolsonaro, y de su vicepresidente, Hamilton Mourao, y su esposa, Paula, cumplieron los trayectos y los pasos previstos por el protocolo del martes.
Bolsonaro llegó desde Río de Janeiro a Brasilia el sábado por la tarde y se instaló en la Granja del Torto, una de las residencias oficiales, pero no participó en el ensayo del domingo ni tuvo agenda oficial.
A su llegada, el excapitán del Ejército tuiteó un video de una valla publicitaria con su imagen en la capital y escribió: “Gracias por la receptividad de siempre, amigos de Brasilia y de todo Brasil”.
Permanece la incertidumbre de, si por medidas de seguridad, la pareja presidencial se trasladará el martes en un vehículo cerrado o abierto. Pues ambas opciones han sido ensayadas.
Bolsonaro venció en segundo turno el 28 de octubre, con 55% de los votos, al candidato del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad.
El político de ultraderecha vivió una campaña agitada y volátil. Fue apuñalado en el abdomen en un mitin en Minas Gerais (sureste) por un hombre que se dijo insatisfecho con las ideas del dirigente. El hecho fue considerado un ataque aislado y el autor, Adélio Bispo de Oliveira, fue detenido enseguida.
Antimisiles, aviones de combate
Para su toma de posesión se ha diseñado un fuerte esquema de seguridad que incluye equipos antimisiles, aviones de combate y un riguroso control terrestre.
La ceremonia prevista para las 14:30 locales (13:30 de Chile) ocupará el centro de poder de Brasilia, cuyas calles permanecerán bloqueadas al público que podrá ver el cortejo a distancia.
Se espera la presencia de por lo menos doce jefes de estado y de gobierno, entre otros representantes, la misma cantidad que llegó a Brasil para la ceremonia de investidura en 2003 del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, ahora encarcelado.
En esta ocasión, entre los presentes estarán el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo.
En escena habrá también más de 3.200 policías, bomberos e integrantes del Ejército, la Marina y la Aeronáutica, como parte del esquema de seguridad.
El Palacio del Planalto estima, además, la presencia de entre 250.000 a 500.000 personas en la Explanada de los Ministerios, por donde debe pasar el cortejo presidencial.
De concretarse, el evento superaría el récord popular de la toma de posesión de Lula, exdirigente sindical y mítico líder de la izquierda latinoamericana, que reunió a unas 200.000 personas en su emotiva ceremonia de 2003. Entonces recibió la banda presidencial, en público, del saliente Fernando Henrique Cardoso, uno de los más respetados líderes políticos del país.
Lula ahora cumple una condena de 12 años y un mes de cárcel acusado de corrupción pasiva y lavado de dinero. El dirigente niega los cargos y su partido, el PT, al igual que otras fuerzas de izquierda no participarán en la transmisión de mando como forma de protesta contra Bolsonaro y su gabinete, a quienes consideran “una amenaza” al estado democrático.